Cómo identificar la manía en niños y adolescentes
Cómo ayudar a su hijo si está experimentando un episodio maníaco.
Experto clínico: Joanna R. Stern, PsyD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Qué es la manía?
- ¿Cuáles son los síntomas de la manía?
- ¿A qué otra cosa se parece la manía?
Lectura rápida
La manía es un estado de energía elevada que a menudo desemboca en comportamientos de riesgo y fuera de lugar. No es común que se produzca en niños y adolescentes, pero cuando ocurre, es importante que los padres actúen.
Un episodio maníaco, cuya duración puede oscilar entre una semana y varios meses, suele ser un síntoma del trastorno bipolar, que por lo general se se presenta al final de la adolescencia. Pero la manía puede estar asociada con otros trastornos de salud mental, con lesiones cerebrales o con un efecto secundario de medicamentos, alcohol o drogas recreativas.
La manía implica cambios bruscos en el estado de ánimo y la personalidad del niño. Durante un episodio maníaco, es posible que usted observe:
- Cambios sustanciales de conducta.
- Mayor irritabilidad y frustración.
- Un aumento drástico en los niveles de energía.
- Menor necesidad de dormir.
- Hablar mucho más y mucho más rápido de lo habitual.
- Autoconfianza poco realista.
- Concentración intensa en un objetivo (por ejemplo, quedarse despierto toda la noche trabajando en un proyecto).
La manía es más difícil de identificar en niños y adolescentes que en adultos, ya que los niños con manía tienden a mostrarse más irritables que eufóricos. A menudo se confunde con depresión, TDAH u otras condiciones que son más comunes en niños. Pero la manía se presenta en episodios, mientras que la depresión tiende a durar más y los síntomas del TDAH son constantes.
Si cree que su hijo pudiera estar experimentando un episodio maníaco, debe buscar atención médica en urgencias, donde podrán realizar una evaluación sobre la seguridad de su hijo y referirlo para que sea diagnosticado y tratado.
La manía es un estado de energía elevada que a menudo conduce a comportamientos de riesgo y fuera de lugar. Un episodio maníaco, que puede durar de una semana a varios meses, puede ser desconcertante y peligroso. Y dado que la manía rara vez se diagnostica en niños, es difícil saber qué hacer si usted sospecha que su hijo está teniendo un episodio maníaco. Conocer los síntomas de la manía y cómo se manifiesta en niños y adolescentes lo puede ayudar a saber a qué estar atento y cuándo buscar ayuda para su hijo.
¿Qué es la manía?
La manía, que puede adoptar la forma de un estado de ánimo inusualmente exaltado o irritable, a menudo se reconoce como un síntoma del trastorno bipolar. Pero también puede ser señal de otros tipos de enfermedad mental o presentarse de manera independiente.
Algunos de los indicadores más comunes de un episodio maníaco incluyen:
- Pensamientos acelerados.
- Habla prolongada y acelerada.
- Excitabilidad.
- Distraerse con facilidad.
- Un aumento de actividades intensas y orientadas a objetivos (como quedarse despierto toda la noche trabajando en un proyecto).
- Autoconfianza exagerada.
- Una menor necesidad de dormir.
Es importante estar consciente de que ninguno de estos comportamientos por sí solos significa que alguien es maníaco. “En la manía real es necesario que un conjunto de síntomas estén presentens la mayor parte del día, casi a diario, por lo menos durante una semana”, explica Joanna Stern, PsyD, psicóloga clínica del Child Mind Institute. “Y tienen que representar un cambio significativo y notable respecto al comportamiento habitual del niño”.
¿Cómo luce la manía en niños y adolescentes?
Identificar la manía en niños puede ser un reto, ya que las descripciones tienden a basarse en el comportamiento de los adultos. “Las personas puede que piensen en compras desenfrenadas, indiscreciones sexuales o inversiones en negocios disparatados”, dice la Dra. Stern. “Pero la manía suele presentarse de maneras diferentes en los niños y los adolescentes”.
Tendemos a relacionar la manía con la euforia y otras emociones que nos hacen sentir bien. Pero los niños son más propensos a mostrar señales de irritabilidad y agresividad. Su nivel de energía aumentado puede manifestarse en arrebatos de ira o berrinches. Por sí solo, esto podría considerarse un comportamiento normal del desarrollo, especialmente en el caso de los adolescentes. Ellos tienden a experimentar con nuevos comportamientos y “probar” diferentes personalidades. Estos cambios son adaptativos y ayudan a los adolescentes a desarrollar un sentido más fuerte de identidad individual.
Para poder separar este patrón de comportamiento normal de la manía, es fundamental prestar atención al grado del cambio. La manía se puede manifestar a menudo como un involucramiento excesivo en actividades que tienen un alto potencial de consecuencias dolorosas. Si bien puede ser típico hasta cierto punto que los adolescentes actúen como si fueran invencibles, el sentido elevado de sí mismos que conlleva la manía es mucho más drástico y puede suponer graves riesgos para su seguridad.
“Es el niño que piensa ‘soy el niño más inteligente que jamás haya existido’, o ‘puedo subirme al techo y saltar a la piscina de mi amigo, y no va a pasar nada porque soy increíble y no me va a pasar nada'”, señala la Dra. Stern.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que tener un horario de sueño irregular, que es común en los adolescentes, es distinto de la disminución en la necesidad de sueño que es característica de la manía. Muchos adolescentes se suelen quedar despiertos hasta tarde, pero al final se cansan y se desploman después no haber dormido lo suficiente. En cambio, durante un episodio maníaco, un adolescente puede pasar días o semanas sin dormir casi nada y todavía conservar un alto nivel de energía.
Diagnóstico erróneo de la manía
Muchos síntomas de la manía se superponen con otros trastornos de salud mental. Conocer la diferencia puede ayudarlo a asegurarse de que su hijo reciba el tratamiento adecuado.
Por ejemplo, la irritabilidad que presentan muchos niños maníacos es también un sello distintivo de la depresión infantil. Pero mientras que a las personas con depresión se les pueden recetar antidepresivos para aliviar sus síntomas, las personas maníacas y/o que han sido diagnosticadas con trastorno bipolar tienden a beneficiarse de una clase diferente de medicamentos llamados estabilizadores del estado de ánimo. Tratar la manía no diagnosticada con antidepresivos suele ser contraproducente, ya que en realidad puede hacer que los síntomas sean más pronunciados y extremos.
La manía también se puede confundir con el TDAH. Los altos niveles de energía, la frustración y la distracción, el comportamiento arriesgado y la falta de sueño se pueden parecer a los síntomas del TDAH: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. Pero mientras que los niños con TDAH suelen portarse mal por impulsividad y sin un propósito claro, el comportamiento de los niños maníacos tiende a estar muy dirigido hacia un objetivo. Por ejemplo, pueden estar despiertos toda la noche para escribir una novela completa o diseñar toda una nueva línea de moda.
La naturaleza episódica de la manía también la distingue, tanto del TDAH como de la depresión. Mientras que los síntomas de esos trastornos no suelen desaparecer a menos que se traten, los episodios maníacos surgen y desaparecen con el tiempo. Por ello, los cambios de comportamiento durante los episodios maníacos son perceptibles y bruscos, y a menudo parecen estar totalmente fuera de lugar.
Estar atentos a los cambios repentinos en el comportamiento de un niño puede ayudar a los padres a determinar si el niño debe ser evaluado por posible manía. “Es muy importante saber cuál es la línea de base de su hijo”, subraya Stern. Es decir, que “si tiene un niño realmente muy enérgico con un diagnóstico de TDAH, puede que no sea atípico que esté muy exaltado. Pero si usted tiene un niño mucho más tranquilo y reservado que de repente está saltando por las paredes y hablando a mil por hora, eso podría ser potencialmente un indicio de un episodio maníaco.”
Algunos episodios de manía pueden ser tan graves que incluyen síntomas psicóticos, es decir, rupturas con la realidad como alucinaciones o delirios. Cuando esto ocurre, puede que se diagnostique erróneamente como esquizofrenia.
¿Cuáles son los desencadenantes principales de los episodios maníacos en niños y adolescentes?
Un episodio de manía se puede desencadenar por:
- El inicio del trastorno bipolar se presenta generalmente al final de la adolescencia. La manía puede parecer que surge de la nada. El comportamiento puede ser tan extremo y errático que el paciente termina siendo hospitalizado, o incluso arrestado. El trastorno bipolar es la causa más común de la manía.
- Un efecto secundario de un medicamento (como algunos antidepresivos), el alcohol o las drogas recreativas.
- Otro problema de salud mental, incluido el trastorno afectivo estacional.
- El resultado de una lesión cerebral o una afección neurológica.
¿Qué debo hacer si mi hijo está teniendo un episodio maníaco?
Si sospecha que su hijo pudiera estar teniendo un episodio maníaco, es importante que lo lleve al médico. En la mayoría de los casos, esto significa acudir a urgencias, donde su hijo puede ser evaluado y, si es necesario, ingresado en un centro hospitalario y empezar a tomar medicación.
Si la manía de su hijo es el inicio de un trastorno bipolar, requerirá cuidados médicos a largo plazo. Los medicamentos, normalmente los estabilizadores del estado de ánimo, suelen ser la primera línea de tratamiento del trastorno bipolar. Encontrar un régimen que funcione lleva tiempo. Las visitas regulares al psiquiatra son necesarias para asegurarse de que su hijo esté siendo tratado de forma eficaz.
La forma más eficaz de tratamiento también implica una psicoterapia especializada. El terapeuta de su hijo lo puede ayudar a reconocer cómo la manía es diferente diferente de su línea de base. “Es muy importante que los niños presten atención a los sentimientos subjetivos”, dice Stern. “Cuando los niños tienen más conciencia de lo que ocurre en su cerebro, les resulta más fácil señalar cuándo algo no va bien y saber cuándo deben pedir ayuda a un adulto de confianza”.