El año pasado hubo muchas cosas que los niños esperaban con emoción y que fueron interrumpidas, pospuestas o directamente canceladas.
Con la vacunación cuesta arriba, los últimos meses de la pandemia de coronavirus (esperamos que así sea) están a la vista. Cosas como las citas de juegos, los campamentos, los viajes y más están volviendo a ser posibles poco a poco. Es un momento emocionante que tiene sus propios desafíos. Por supuesto, es difícil que los niños (y todos los demás) no estén impacientes por que todo vuelva a la “normalidad”. Pero después de tanta decepción, algunos niños pueden sentir más ansiedad que entusiasmo.
¿Cómo pueden los padres abrir la puerta al optimismo sin preparar a los niños para un comportamiento inseguro o una gran decepción si las cosas no salen como están previstas?
Sea realista
A medida que las cosas mejoran, las actividades que a los niños les gustaban volverán a ser posibles. Dicho esto, es posible que pase un tiempo antes de que su hijo pueda ir a ver un concierto de su grupo favorito o celebrar una gran fiesta de pijamas.
Ayude a los niños a hacer planes que estén a su alcance. Ayude a los niños a entusiasmarse (y a evitar la decepción) al hacer planes que tengan pocas probabilidades de ser cancelados: Comer al aire libre con un amigo cuando haga calor, ir a la piscina o inscribirse a un campamento al aire libre este verano.
Háblelo. Ayude a los niños a evitar la decepción al ayudarlos a entender lo que están leyendo, escuchando y viendo en las noticias. Las vacunas están funcionando y las cosas están mejorando, pero todavía pasará un tiempo antes de que se puedan recuperar muchas de las actividades anteriores a la pandemia. Cuanto más entiendan los niños lo que puede ocurrir en cada momento (por ejemplo, puede que esté bien ir a un evento deportivo al aire libre pronto, pero probablemente pasará algún tiempo antes de que podamos ir al cine), les será más fácil gestionar sus expectativas y evitar sentirse decepcionados.
Fomente la ensoñación. Ser práctico sobre los planes a corto plazo es importante, pero cuando se trata del futuro hay que animar a los niños a soñar a lo grande: ¡un viaje a visitar a los abuelos! ¡Organizar un fin de semana con los primos! ¡Una semana en la playa! puede ayudarles a sentirse más optimistas e ilusionados.
Maneje las emociones difíciles
Por supuesto, como cualquiera que haya vivido el último año sabe, aunque las cosas estén mejorando, los contratiempos pueden ocurrir, y probablemente ocurrirán. Para ayudar a los niños a superar esta fase de incertidumbre, hay que asegurarse de que cuentan con las habilidades necesarias para manejar sus emociones cuando las cosas no salen como se habían planeado.
Escuche cómo se siente su hijo y valide sus sentimientos. Hágales saber que usted entiende lo difícil que es para ellos, aunque para usted no parezca gran cosa lo que les molesta a ellos.
Modele las habilidades de afrontamiento. Hable con sus hijos sobre cómo afronta usted el estrés y la decepción, y ayúdelos a crear sus propias herramientas (música favorita, actividades tranquilizadoras, llamar a sus seres queridos) para superar los momentos difíciles. Recuerde que los niños son resilientes. Tenga presente que esta experiencia los está ayudando a desarrollar habilidades de afrontamiento para el futuro.
Concéntrese en el futuro. Valide los sentimientos de su hijo, pero no insista en la decepción. En su lugar, intente redirigir a su hijo hablando o haciendo nuevos planes. Por ejemplo: “Sé que te sientes muy decepcionado porque no podemos visitar a la abuela todavía. Yo también estoy triste. Pero oye, ¡vamos a hablar por FaceTime de todas las cosas divertidas que vamos a hacer cuando podamos visitarla!”.
Ayude a los niños que luchan contra la ansiedad o la depresión
Los niños que luchan contra la ansiedad o la depresión pueden tener más dificultades para entusiasmarse y comprometerse cuando termine la pandemia. Los padres pueden ayudar tomándose en serio los sentimientos de los niños, y consiguiendo la ayuda si la necesitan y cuando la necesiten.
Apoye a sus hijos. Intente crear empatía y comprensión poniéndose en su lugar y escuchando lo que dicen sin juzgarlos. De nuevo, validar sus sentimientos hará que lo vean como un aliado, lo que significa que será más probable que acudan a usted cuando necesiten ayuda. La validación no significa estar de acuerdo con todo lo que dicen, sino decirles que los escucha y se preocupa por ellos. Así que diga: “Me doy cuenta de que estás frustrado” o “Entiendo que esto es difícil para ti”.
Hable de la perspectiva. Los niños que están ansiosos o deprimidos son propensos a pensar en lo peor (saltar a los peores escenarios) y a generalizar (asumir que si una cosa va mal significa que todo lo demás probablemente también saldrá mal). Puede parecer que la cancelación de un plan o las noticias sobre la lentitud de las vacunas significan que las cosas nunca mejorarán, pero en realidad no es así. Haga hincapié en que, aunque tome tiempo, las cosas están mejorando y hay muchas cosas que podrán hacer, aunque ahora no lo parezca.
Evite tranquilizarlos en exceso. Puede sonar contradictorio, pero si a su hijo le cuesta sentirse optimista de regresar a la escuela o con la temporada de baloncesto, es mejor evitar darle demasiadas ilusiones. Parte del camino para volver a sentir ilusión por los nuevos planes y los días mejores es aprender a estar bien con la ilusión por algo, incluso si existe la posibilidad de que cambie o incluso de que no ocurra.
Los niños pueden llegar a confiar en la seguridad de sus padres, y cuando un padre no es capaz de darles una seguridad sólida de que las cosas irán exactamente como se espera, su ansiedad puede empeorar. En su lugar, anime a los niños a hacer planes y a pensar en la diversión futura, reconociendo que, sí, todavía hay es incierto.
Busque ayuda. Las cosas están mejorando, pero esta ha sido una época extraordinariamente difícil para muchísimos niños (y sus padres). Si nota que los sentimientos de ansiedad o el estado de ánimo depresivo de su hijo han comenzado a interferir con su capacidad para manejar las situaciones cotidianas, o lo llevan a evitar cosas que la mayoría de las personas de su edad disfrutan, o si tiene pensamientos suicidas, es hora de buscar ayuda. Solicite una cita con su pediatra o con un profesional de la salud mental de inmediato.