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A mi hijo de 4 años lo expulsaron del preescolar por problemas de comportamiento que no hemos observado en ningún otro lugar. ¿Qué puedo hacer?

Escrito por: Melanie Fernández, PhD, ABPP

Experto clínico: Melanie Fernández, PhD, ABPP

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P Mi feliz, inteligente y atlético hijo de 4 años acaba de ser expulsado del preescolar por problemas de comportamiento. Él ha estado golpeando, pateando y arrojando objetos. Se disculpa de inmediato y los maestros han dicho que no creen que lo haga con mala intención, pero que simplemente no puede controlarse. En otros entornos con niños (citas de juego y guarderías), no observamos estos problemas. Cuando le preguntamos por qué lo hace, no puede dar una respuesta. Constantemente hablamos con él sobre cuáles son las reglas e intentamos incentivar el buen comportamiento, pero parece que no puede tomar las decisiones correctas. ¿Qué podemos hacer?

La mejor manera de ayudar a tu hijo a salir adelante es contar con tanta información específica como sea posible sobre los episodios agresivos: qué sucedió antes, durante y después. De esa manera, te puedes involucrar de manera activa en la creación de un plan para promover el comportamiento adecuado como el que observas en él cuando está en otros entornos. Una manera de hacer esto es a través de una observación del comportamiento de tu hijo hecha por un profesional.

Esto implica visitas al salón de clases en las que un observador utiliza algún tipo de herramienta de evaluación o tiene un plan preestablecido de cómo evaluar la conducta de tu hijo. El objetivo es que una persona capacitada observe de manera formal (en lugar de limitarse a visitarlo durante un breve período de tiempo) y recopile datos (por ejemplo, la frecuencia con que se presentan conductas disruptivas como la agresión, o la frecuencia con que incumple las reglas).

El inconveniente de estas observaciones estructuradas del comportamiento es que la presencia de un observador puede modificar la conducta de tu hijo, y a menudo se necesitan varias visitas para captar realmente el patrón de comportamientos problemáticos. Dicho esto, una observación de este tipo puede ser muy útil para entender los factores que desencadenan el comportamiento agresivo (por ejemplo, que le digan que complete una tarea, que le pidan que pase de una actividad que le gusta a otra, que le digan “no”, que reciba una atención mínima cuando se comporta de manera apropiada).

También querrás saber cuáles son las consecuencias para las conductas agresivas. Por ejemplo, si la escalada hacia la agresión tiende a ocurrir durante una actividad que a tu hijo le resulta difícil (por ejemplo, sentarse en círculo), ¿le permiten no participar, y por lo tanto, inadvertidamente se sale con la suya? ¿O tiene que sentarse con un maestro mientras dura la actividad, lo que podría significar que recibe atención individualizada y por lo tanto recibe una recompensa más que un castigo? ¿O es enviado a casa?

El primer paso debería ser entender por qué estos comportamientos preocupantes están ocurriendo en la escuela, en especial porque tienes la seguridad de que no ocurren en otros ambientes. Luego, se podría trabajar con un maestro para tomar medidas que fomenten el comportamiento que deseas ver en él.

Sin duda, es útil repasar las reglas y expectativas con tu hijo antes de ir hacia la escuela. Probablemente, él también necesite que le recuerden con más frecuencia en la escuela cuáles son las expectativas y que le digan cuándo las está cumpliendo. Cuanto más inmediata sea la retroalimentación, como los elogios, más eficaz será para él. Además, añadir una recompensa tangible, como unas pegatinas o calcomanías, para aumentar la potencia de la retroalimentación puede ser muy útil si se hace de manera consistente.

La última revisión de este artículo se realizó el 20 de marzo de 2024.