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Cómo la ansiedad conduce a problemas de comportamiento

Los niños que parecen tener un comportamiento de oposición suelen tener una ansiedad enorme.

Escrito por: Caroline Miller

Experto clínico: Jerry Bubrick, PhD

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Un niño de 10 años llamado Jaime tiene un arranque de ira en la escuela. Molesto por algo que le dijo un compañero, empuja al niño y comienza una pelea. Cuando el maestro interviene para ponerle fin, Jaime pierde el control, arroja papeles y libros por el salón y sale corriendo por el pasillo. Finalmente, lo contienen en la oficina del subdirector, donde el personal trata de calmarlo. En lugar de eso, él le da una patada al subdirector en un frenético intento por escapar. El personal llama al 911, y Jaime acaba en la sala de emergencias.

A primera vista, Jaime parece un niño con serios problemas de ira. No es la primera vez que ha salido huyendo fuera de control. La escuela insiste en que sus padres vengan a recogerlo y se lo lleven a casa todos los días a la hora del almuerzo, porque se le ha prohibido el acceso a la cafetería.

Cuando la ansiedad pasa desapercibida

¿Qué está ocurriendo realmente? “Tras ser evaluado, resulta que su nivel de ansiedad social está por las nubes”, informa Jerry Bubrick, PhD, psicólogo infantil del Child Mind Institute. “No tolera ningún tipo de crítica, ni siquiera si es constructiva”. Él simplemente deja de funcionar. A Jaime le aterra sentirse avergonzado, por lo que cuando un niño le dice algo que lo hace sentir incómodo, no dispone de las habilidades necesarias para lidiar con eso y pierde el control. Es el instinto de lucha y huida”.

La historia de Jaime ilustra algo de lo que tanto padres como maestros podrían no darse cuenta: que a menudo el comportamiento disruptivo es causado por una ansiedad que ha pasado desapercibida. Un niño que parece tener un comportamiento de oposición o agresivo podría estar reaccionando a una ansiedad que, dependiendo de su edad, tal vez no pueda articular de manera eficaz, o que incluso no reconozca que está sintiendo.

Rachel Busman, PsyD, psicóloga clínica del Child Mind Institute dice que, “especialmente en los niños más pequeños con ansiedad, usted podría observar que se bloquean o se aferran a sus padres, pero también puede ver rabietas y crisis en toda su expresión”.

La ansiedad se puede presentar enmascarada

La ansiedad se presenta en una sorprendente variedad de formas, en parte porque se basa en una respuesta fisiológica a una amenaza ambiental, una respuesta que maximiza la capacidad del cuerpo de hacer frente o escapar de un peligro. Mientras que algunos niños manifiestan la ansiedad evitando las situaciones u objetos que les causan miedo, otros experimentan una necesidad irrefrenable de huir de situaciones incómodas. Este comportamiento, que puede ser incontrolable, a menudo se confunde con ira y rebeldía.

“La ansiedad es uno de esos diagnósticos que se puede presentar enmascarado”, explica la Dra. Laura Prager, directora del Child Psychiatry Emergency Service del Massachusetts General Hospital. “Se puede presentar de muchas formas. Especialmente en el caso de niños que no tienen palabras para expresar sus emociones, o porque nadie los está escuchando, pueden manifestar su ansiedad con una desregulación emocional“.

Los síntomas de ansiedad más comunes que se observan en un niño son dificultad para dormir en su propia habitación o estar separado de sus padres o evitar ciertas actividades. “Cualquiera podría reconocer esos síntomas”, dice la Dra. Prager, quien también es profesora adjunta de la Escuela de Medicina de Harvard, y coautora de Suicide by Security Blanket, and Other Stories from the Child Psychiatry Emergency Service (en inglés). Pero en otros casos la ansiedad puede estar oculta.

“Cuando la queja principal son las rabietas, o mala conducta en la escuela, o arrojarse al piso en un centro comercial, es difícil saber lo que eso significa. Pero no es inusual que, cuando niños así llegan a la sala de emergencias, el diagnóstico termine siendo un trastorno de ansiedad bastante serio”.

Problemas en la escuela

No es inusual que los niños con ansiedad grave que no ha sido diagnosticada tengan un comportamiento disruptivo en la escuela, donde las demandas y expectativas ejercen una presión sobre ellos que no pueden manejar. Y puede ser muy confuso para los maestros y otros miembros del personal “leer” ese comportamiento, el cual parece surgir de la nada.

La Dra. Nancy Rappaport, profesora de la Escuela de Medicina de Harvard que se especializa en la atención a la salud mental en entornos escolares, considera que la ansiedad es una de las causas del comportamiento disruptivo que hace que la enseñanza en el aula sea tan difícil. La Dra. Rappaport dice que “el problema es que cuando los niños con ansiedad se tornan disruptivos, rechazan a los adultos que necesitan para ayudarlos a sentirse seguros. Y en lugar de aprender a controlar su ansiedad, acaban pasando la mitad del día en la oficina del director”.

La Dra. Rappaport ve muchos malos comportamientos en la escuela como resultado de un trauma en el hogar.  “Los niños que están teniendo problemas, que no se sienten seguros en casa, pueden actuar como terroristas en la escuela, con comportamientos bastante intimidantes”, señala. El grupo de mayor riesgo, dice, son los niños con TDAH que también han experimentado algún trauma. “Están hipervigilantes, no tienen funcionamiento ejecutivo, malinterpretan las señales y empiezan a pelearse”.

Dar herramientas a los niños para manejar la ansiedad

Cuando un maestro puede desarrollar una relación con un niño para averiguar qué le ocurre en realidad, qué causa su comportamiento, generalmente puede brindarle herramientas para manejar la ansiedad y prevenir las crisis emocionales. En su libro, The Behavior Code: A Practical Guide to Understanding and Teaching the Most Challenging Students (en inglés), la Dra. Rappaport ofrece estrategias que se les pueden enseñar a los niños para calmarse, desde ejercicios de respiración hasta técnicas para distraerse.

La Dra. Rappaport dice que “cuando un maestro entiende la ansiedad que subyace al comportamiento opositor, en lugar de suponer que el niño intenta deliberadamente hacerlo sentir mal, lo que ocurre es que cambia su manera de abordar la situación. El maestro puede colaborar con el niño y con el terapeuta escolar para encontrar estrategias que permitan prevenir estas situaciones”.

Si esto suena como una ardua tarea para el maestro, lo es, pero también lo es resolver las consecuencias de una crisis emocional en el niño.

Cuando la ansiedad es confundida con TDAH

La ansiedad también conduce a muchos síntomas en el entorno escolar que se pueden confundir fácilmente con el TDAH o con un comportamiento desafiante.

Así lo explica la Dra. Busman: “Veo un niño que tiene dificultades en la escuela: no presta atención, se levanta de su silla todo el tiempo, hace muchas preguntas, va mucho al baño, invade el espacio personal de otros niños. Su comportamiento molesta a otros niños, y resulta frustrante para el maestro, que se pregunta por qué tiene que contestar tantas preguntas, y por qué el niño está tan enfrascado en lo que hacen los demás niños, si están siguiendo las reglas”.

Las personas tienden a dar por sentado que lo que sucede con este niño es TDAH del tipo inatento, pero a menudo se trata de ansiedad. Los niños con el trastorno obsesivo-compulsivo o TOC, etiquetados erróneamente como inatentos, en realidad no hacen todas esas preguntas porque no prestaron atención, sino porque necesitan que se les diga muchas veces que todo está bien.

Cómo identificar la ansiedad

La Dra. Busman añade que esto “probablemente ocurre más de lo que pensamos, ya sea ansiedad que luce como un comportamiento disruptivo o ansiedad que coexiste con comportamientos disruptivos. Todo se resume en el hecho de que los niños son complicados y los síntomas se pueden encontrar en varias categorías de diagnóstico. Por lo cual necesitamos hacer una evaluación del diagnóstico realmente completa y cuidadosa“.

En primer lugar, para hacer una buena evaluación necesitamos recopilar datos de múltiples fuentes, no solo de los padres. “Tratamos de hablar con los maestros y otras personas que forman parte de la vida del niño —añade— porque a veces los niños que vemos son exactamente iguales en la casa y en la escuela y otras veces son como dos niños diferentes”.

Además, necesitamos usar escalas de calificación que cubran un espectro completo de comportamientos, no solo el área que parezca más evidente, para que no se nos escape nada.

La Dra. Busman también señala que un niño que tiene ansiedad severa y que tiene dificultades en la escuela también puede tener problemas de atención o aprendizaje, pero es posible que deba recibir tratamiento para la ansiedad antes de poder evaluarlo respecto a lo demás. Ella utiliza el ejemplo de una adolescente con TOC a quien “le va muy mal” en la escuela. “Hace sus rituales entre tres a cuatro horas al día y continuamente tiene pensamientos intrusivos, así que tenemos que tratar eso primero y controlar la ansiedad antes de empezar a preguntarnos ¿cómo va su aprendizaje?”.

La última revisión de este artículo se realizó el 9 de diciembre de 2024.