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Criar niños resilientes que puedan enfrentar el futuro

Por qué la capacidad de adaptación, la tolerancia al fracaso y otras habilidades llamadas "blandas" son importantes para el éxito.

Escrito por: Madeline Levine, PhD

Experto clínico: Madeline Levine, PhD

in English

Esto es un extracto de Ready or Not: Preparing Our Kids to Thrive in an Uncertain World, escrito por Madeline Levine, PhD.

Conozco muchos padres que se preocupan y tienen dudas sobre cómo preparar a sus hijos para salir adelante con éxito en un futuro que se parecerá muy poco al mundo en el que nosotros nos abrimos camino. Enfrentarnos a la incertidumbre nos puede causar ansiedad, y transmitimos esa ansiedad a nuestros hijos.

Solemos sobreproteger y dirigir en exceso a nuestros hijos, lo que hace que se conviertan en seguidores de normas que temen asumir riesgos. Y esa es exactamente la mentalidad opuesta a la que necesitarán si —como afirman expertos de diversos campos— las habilidades de supervivencia del mañana serán la adaptabilidad, la curiosidad, la flexibilidad y la capacidad de asumir riesgos.

Premiamos a jóvenes estudiantes que memorizan todas las respuestas correctas, pero en un mundo que evoluciona con rapidez será más importante formular preguntas ingeniosas. ¿Por qué? Porque la información está disponible con sólo deslizar un dedo. Lo importante será qué hacer con esa información, cómo evaluarla y combinarla con otra información de formas novedosas y significativas.

Se anima a que los estudiantes compitan por premios, trofeos y por un lugar en las mejores universidades, pero en los próximos años será mucho más valioso contar con el talento de la colaboración que con el hábito de la competencia despiadada. Una y otra vez, veo a padres empujar con las mejores intenciones a sus hijos hacia el éxito medible, desplazando de forma inadvertida a la curiosidad, la creatividad y la flexibilidad. En realidad no es necesario que sea una cuestión de esto o lo otro. Un equilibrio saludable sería mucho más útil para la mayoría de los niños que una preocupación en algo particular.

Cultivar la resiliencia a lo largo del tiempo

Al tiempo que pensamos en cómo podemos transmitir menos ansiedad a nuestros hijos, vale la pena recordar que la crianza es algo a largo plazo.

Tendemos a pensar que cada momento, decisión, éxito o fracaso son cruciales, pero lo que realmente es esencial a medida que crecen es que nuestros hijos se conviertan en amigos y amigas leales, que saben colaborar con otras personas en el trabajo y cumplir sus tareas con honestidad y responsabilidad, que tienen un sólido concepto moral y otros atributos valiosos. Nuestro objetivo como madres y padres es ser lo suficientemente valientes para dar a nuestros hijos el tiempo y las oportunidades que necesitan para cultivar estas cualidades, y modelarlas con nuestro ejemplo.

También debemos aceptar que la percepción del logro y la autoestima de nuestros hijos aumentará y disminuirá dependiendo de sus éxitos. Uno de mis pacientes jóvenes era una estrella del baloncesto en middle school, seguro de sí mismo y popular entre sus compañeros. En la high school, entró en el equipo júnior y no le fue especialmente bien. Pasó de ser optimista y positivo a sentirse inseguro y sombrío durante varios meses (que fue cuando su madre preocupada lo trajo a verme).

Exploramos sus otros intereses y talentos, y decidió entrar en un equipo de rugby. Conforme fue adquiriendo más destreza, aumentó su confianza en sí mismo y volvió a ser su versión “triunfadora” de siempre, como decía. La curva de aprendizaje de los seres humanos está llena de altibajos, como seguramente podrás recordar. Les hacemos un favor a nuestros hijos cuando admitimos esto.

Piensa en el crecimiento de tu hijo como si fuera una película, no como en si fuera una fotografía instantánea. Lo que parece primordial en un momento determinado, a veces se convierte en secundario con el paso del tiempo. Lo más importante es el amor, el apoyo, la curiosidad, el énfasis en “hacer lo correcto” y la capacidad de tolerar los tropiezos y las decepciones de nuestros hijos.

Cuando protegemos a nuestros hijos del fracaso o diseñamos el camino hacia el éxito para ellos, estamos alterando las experiencias que necesitan para crecer. Puedo pensar en muchos padres y madres que sin querer han interferido y puesto obstáculos en el camino de sus hijos, a diferencia de los padres del jugador de baloncesto que permitieron que su hijo se enfrentara a sus dificultades.

Demostrar a los niños nuestra confianza en ellos

Tengo una paciente que ha pasado los dos primeros años de la universidad sin ir a clase ni escribir un solo trabajo por su cuenta. Un tutor pagado lo hace por ella. Dudé en incluir este ejemplo en el libro, pensando en que era demasiado extremo. Sin embargo, se lo mencioné a un colega y me respondió contándome la historia de un joven que completó los cuatro años de universidad del mismo modo. Cuando mi colega confrontó a la madre del estudiante por ello, ella le dijo: “No esperarás que permita que unas calificaciones se interpongan en su éxito, ¿verdad?”.

No estoy sugiriendo que desterremos a los tutores del panorama educativo. Pueden guiar a los estudiantes en partes especialmente difíciles de las asignaturas o en aquellas materias que parecen un castigo pero que son una parte inevitable del plan de estudios básico. Contratar a un tutor también demuestra a los niños que necesitar ayuda no es algo de lo cual avergonzarse: de hecho, es de sabios saber cuándo pedir ayuda. Si un niño o adolescente tiene dificultades de aprendizaje, los tutores pueden enseñarle soluciones y a estudiar con más eficacia. Pero contratar a un tutor también puede enviar el mensaje de temo que no seas lo bastante inteligente.

Una familia que está temerosa es aquella en la que los padres no confían en la inteligencia, la capacidad o el sentido común de sus hijos. No confían en que el mundo les proporcionará el tipo de ventajas que consideran necesarias para sobrevivir. No confían en los educadores ni en el sistema: necesitan interferir porque temen que, sea lo que sea que se le exija a su hijo, no estará a la altura. Es un voto de desconfianza maligno y destructivo.

Aunque cueste mucho dinero y esfuerzo manipular de este modo el éxito de los niños, lo hacemos porque nos da la ilusión de control. Es mucho más difícil entregar el control correspondiente a nuestros hijos.

Cuanto mayores sean nuestras reservas internas, más tolerancia tendremos a todas las fuentes de ansiedad de nuestra vida y de la de nuestros hijos, y más eficaces seremos para manejar y modelar un enfoque de la vida dictado por elecciones meditadas y no por una ansiedad que surge como reflejo.

Cuando estamos con nuestros hijos, es comprensible reaccionar con ansiedad ante su ansiedad. Comprensible, pero no beneficioso. Los niños se preocupan por muchas cosas: 

¿Alguien querrá comer conmigo? ¿Karla seguirá siendo mi amiga? ¿Me contestará Juan? ¿Me elegirán para el equipo? Estas preocupaciones reflejan fases normales del desarrollo social y no son motivo de alarma. Para mantener el ambiente tranquilo para nuestros hijos y para nosotros mismos, podemos replantear las situaciones que provocan ansiedad como oportunidades:

“¡Puede que no me elijan para el equipo!”.

“Sé que te gustaría mucho que te eligieran para el equipo, pero si no lo haces tendrás más tiempo. ¿En qué te gustaría aprovecharlo?”.

O

“Sé que te sentirás mal si no te eligen, pero puedes superarlo”.

Esas palabras (puede que te sientas mal, pero puedes manejarlo) señalan no sólo nuestra fe en las capacidades de nuestro hijo, sino también que nosotros podemos manejarlo si se siente mal.

Por qué las habilidades blandas no son en realidad “blandas”

Si nos tomamos en serio lo de equipar a nuestros hijos para que salgan adelante en un futuro muy incierto y acelerado, la única habilidad que sabemos a ciencia cierta que necesitarán es la capacidad de adaptación. El aprendizaje permanente será la clave de la seguridad laboral. Además de las habilidades duras en el campo concreto de una persona (por ejemplo, biología, economía o derecho), el aprendizaje permanente implica capacidades como la flexibilidad, la curiosidad, la tolerancia al fracaso y la colaboración. Estas capacidades son de vital importancia, requieren esfuerzo e inteligencia, son susceptibles de ser aprendidas y tan difíciles de dominar como las capacidades duras. Se mire por donde se mire, “blandas” es un término equivocado para estas habilidades.

Perjudicamos a nuestros hijos cuando insistimos en un curso más de AP en lugar de fomentar el trabajo en el centro de rescate de animales. Las habilidades fundamentales para el éxito futuro de nuestros hijos se pueden cultivar en casi cualquier contexto, pero se fijarán mejor si se trata de un contexto que tu hijo realmente disfruta.

Si somos capaces de dar el gran salto de fe que requiere nuestra era y dedicar menos atención al curriculum, podremos ayudar a tu hijo a desarrollar rasgos como la inventiva, la tolerancia al fracaso, la capacidad de asumir riesgos, la colaboración y la valentía.

Una vez participé en una mesa redonda en la que el público estaba formado por padres muy exigentes y de alto rendimiento. Un padre estaba muy preocupado por la cantidad de tiempo que su hijo dedicaba a tocar la guitarra. Me sentí incómoda con las sugerencias del público: quitarle la guitarra durante unas semanas, limitar estrictamente el tiempo de práctica, permitir el acceso a la guitarra en función de las calificaciones más recientes del niño.

Hablé con James Hetfield, vocalista de la banda Metallica, sobre estas respuestas.

“¿Qué tal si esos padres le hubieran dicho a su hijo que forme una banda?”, intervino James.

El joven podría haber cultivado un sinfín de habilidades valiosas (creatividad, perseverancia, colaboración, asumir riesgos) si hubiera formado y tocado en una banda, y quizá incluso hubiera desarrollado algunas habilidades empresariales. Todo ello mientras hacía algo que le gustaba de verdad, que lo motivaba y en lo que estaba comprometido. Sé que es habitual hablar de pensar “de manera cuadrada” y “no cuadrada”. Años de práctica clínica y un hijo notablemente creativo me han enseñado que a veces es mejor no tener ningún cajón.

Para saber más sobre cómo criar hijos resilientes, lee Ready or Not: Preparing Our Kids to Thrive in an Uncertain World. Madeline Levine, PhD, es profesional clínica, consultora, educadora y conferensista, y autora de otros dos libros: The Price of Privilege y Teach Your Children Well .

Preguntas frecuentes

¿Qué se aconseja para criar hijos resilientes?

Equipar a nuestros hijos para que salgan adelante en un futuro muy incierto y acelerado significa reconocer que la única habilidad que sabemos a ciencia cierta que necesitarán es la capacidad de adaptación. El aprendizaje permanente será la clave de la seguridad laboral. El aprendizaje permanente implica capacidades como la flexibilidad, la curiosidad, la tolerancia al fracaso y la colaboración.

¿Cómo pueden ayudar los padres a criar niños resilientes?

Piensa en el crecimiento de tu hijo como si fuera una película, no como en si fuera una fotografía instantánea. Lo que parece primordial en un momento determinado, a veces se convierte en secundario con el paso del tiempo. Lo más importante es el amor, el apoyo, la curiosidad, el énfasis en “hacer lo correcto” y la capacidad de tolerar los tropiezos y las decepciones de nuestros hijos.No protejas a tus hijos del fracaso: ayúdalos a aprender de él.

¿Qué deberían evitar hacer los padres si quieren criar hijos resilientes?

Los padres deberían evitar sobreproteger y dirigir en exceso a sus hijos, lo que puede convertirlos en seguidores de normas que temen arriesgarse. Expertos de múltiples campos coinciden en que la adaptabilidad, la curiosidad, la capacidad de asumir riesgos y la flexibilidad serán las habilidades de supervivencia del mañana.

La última revisión de este artículo se realizó el 13 de diciembre de 2024.