Saltar al menú principal Saltar al contenido Saltar al pie de página

Lo sentimos, la página que busca no tiene versión en español. Puede hacer una nueva búsqueda o visitar la página de Temas populares.

Cómo ayudar a los niños a lidiar con la crítica

Los niños con desafíos de aprendizaje o de salud mental pueden ser particularmente sensibles.

Escrito por: Molly Hagan

Expertos clínicos: Jerry Bubrick, PhD , William Benson, PsyD , Helene Omansky, LCSW

in English

A nadie le gusta que le digan que hizo algo mal, pero en el caso de los niños con desafíos de salud mental o del aprendizaje, la crítica puede ser especialmente dolorosa.

Michelle, una mujer adulta diagnosticada con TDAH desde temprana edad, dice que todavía recuerda cuando su maestra de cuarto grado le dijo que no estaba regando bien las plantas del salón. “Me sentí avergonzada y tonta”, dijo. “Sentí ganas de llorar”. Michelle dice que todavía le cuesta recibir críticas, incluso cuando quiere obtener una retroalimentación constructiva. “Me sigo obsesionando con eso”, afirma. “Simplemente me quedo preguntándome ¿por qué lo habré hecho de esa forma?”.

No es que la crítica sea mala. Aprender de los errores, tropiezos o malentendidos es una parte importante de la vida. Pero para algunos niños, las emociones intensas pueden impedirles escuchar el verdadero mensaje.

Los niños que luchan contra el TDAH, la ansiedad, la depresión o con algún trastorno del aprendizaje tienden a caer en patrones de pensamiento negativos. Para ellos, incluso un pequeño error se puede traducir como: “No soy bueno en nada”. Esto los hace más sensibles a la retroalimentación. Cuando incluso la crítica más leve se siente como un ataque personal, los niños se pueden cerrar o reaccionar con enojo.

Aunque los padres no pueden eliminar esas emociones por completo, sí pueden ayudar a sus hijos a que aprendan a reconocerlas y regulen su respuesta. Este artículo abordará la forma en que los padres pueden corregir el comportamiento de sus hijos de forma positiva y prepararlos para recibir críticas de otras personas.

Construir un marco positivo

El valor de la crítica constructiva es que “genere conocimiento”, dice Jerry Bubrick, PhD, psicólogo clínico del Child Mind Institute. “Queremos que los niños puedan dar un paso atrás y decir: ‘Quizá no manejé eso tan bien, o tal vez lo podría hacer de otra manera, o tal vez podría cambiar la forma en la que lo estoy haciendo’”.

Si los niños están dispuestos a escuchar lo que un adulto tiene que decir, es más probable que hagan lo que les dicen. De manera que los adultos deberían tomar en cuenta la forma en que se escuchan las críticas que hacen, observa Helene Omansky, LCSW, trabajadora social clínica con licencia del Child Mind Institute. Ella hace una distinción entre crítica y retroalimentación, que se sienten muy diferentes cuando se está del lado del receptor. La crítica se puede percibir como un juicio: “Mi maestro odia mi ensayo”. En cambio, la retroalimentación se puede percibir como una expresión de apoyo: “Mi maestro me ayudó a mejorar mi ensayo”.

El Dr. Bubrick dice que los padres pueden fomentar una mente abierta a la retroalimentación al hacerles comentarios dentro de un “marco positivo”.

Crear un marco positivo no implica necesariamente que usted cambie lo que dice, sino la forma de decirlo. Por ejemplo, decir “no te estás concentrando en tu tarea” es un marco negativo que abre la puerta al conflicto. Esto se podría reformular de forma positiva si usted dice algo como: “Veo que empezaste muy bien con tu tarea. Continúa un poco más y así podrás tener el resto de la tarde libre”. 

La proporción 5:1

Parte de construir un marco positivo implica dar retroalimentación positiva de manera regular. Es importante decirle a su hijo cuando esté haciendo algo bien, incluso si la tarea puede parecer rutinaria o si es lo que se esperaba de él. Por ejemplo, los niños con TDAH a menudo tienen dificultades para hacer tareas básicas como limpiar su habitación o terminar su tarea de forma consistente. Darles una retroalimentación positiva cuando lo hacen puede suavizar, más adelante, el impacto de la crítica.

“Es útil pensar en una proporción de cinco a uno. Así, por cada vez que usted haga una crítica, debería poder identificar cinco momentos diferentes en los que ofreció retroalimentación positiva”, afirma William Benson, PsyD, psicólogo clínico del Child Mind Institute.

La retroalimentación positiva ayuda a desarrollar la confianza. Si un niño confía en sus capacidades, se sentirá más seguro de admitir que no entiende algo o que podría hacer algo de mejor forma. Esto puede ser especialmente importante en el caso de niños con trastornos del aprendizaje, que se podrían sentir avergonzados por tener problemas para hacer cosas que a otros no les cuestan tanto.  Un diagnóstico puede ayudar, pero puede requerir tiempo sentirse cómodo con los desafíos propios. “Es casi como un estigma hasta que pueden comenzar a integrarlo en su cotidianidad”, explica Omansky. Si los niños se sienten suficientemente seguros para ver su trastorno de aprendizaje como “una parte más de sí mismos —dice— lograrán recibir mejor cualquier crítica”.

Cuando un niño reacciona negativamente a la crítica

Pero algunas veces, hasta la crítica mejor intencionada puede provocar una respuesta intensa. Algunos niños se podrían cerrar por completo. Otros puede que se enojen o culpen a otros de sus errores. Para ellos, una mala calificación se puede convertir automáticamente en una verdad inevitable: “Mi maestro me odia”. 

Cualquiera sea el caso, intente ayudar a su hijo a identificar los sentimientos que están detrás de su respuesta. Anime a los niños a expresar sus sentimientos, aunque sea incómodo. Pero tenga en mente que aprender a procesar las emociones puede ser precisamente eso: un proceso. Cuando le pedimos a Michelle que describiera su reacción ante la crítica de la maestra, primero dijo que sus sentimientos habían sido tan intensos que no podía nombrarlos. Cuando insistimos, describió sentirse vulnerable, “avergonzada y tonta”.

Puede parecer natural ignorar esos sentimientos y decir algo como “¡no eres tonto!”, para enfocarse después en resolver el problema. Pero es importante dedicar tiempo a escuchar y validar los sentimientos del niño.           

Como padres, a veces nos apresuramos a enfocarnos en la resolución del problema en lugar de decir algo como, “mmm, parece que eso te está costando trabajo”, comenta Omansky. “Deles el espacio para que se sientan escuchados y comprendidos, en lugar de apresurarse a decir algo que se podría sentir como una crítica en vez de una expresión de apoyo”. 

Dar a los niños espacio para desentrañar sus sentimientos y hacerles preguntas los puede llevar a comprender mejor lo que realmente les molesta”. Por ejemplo, un niño con un trastorno del aprendizaje no diagnosticado podría evitar hacer la tarea y portarse mal en la escuela. Es fácil enfocarnos en estas conductas como si fueran el problema y no un síntoma de un problema mayor. Escuchar y hacer preguntas puede ser útil tanto para los padres como para los niños, quienes tal vez ni siquiera se hayan dado cuenta de que sus acciones provienen de algo tan simple como: “No entendí la tarea”.

Pero si bien es importante alentar a los niños a expresar sus sentimientos en respuesta a la crítica, también lo es saber que hay momentos apropiados para hacerlo. En lugar de acercarse a un niño cuando sus emociones podrían estar a flor de piel (digamos, justo después de que reprobó un examen), espere a que el dolor o el enojo se hayan calmado. “Asumimos que como padres no debemos disciplinarlos cuando nuestras emociones están alteradas”, afirma Omansky. “Es el mismo concepto”.

Aprender a frenar

Hablar sobre los sentimientos puede ser particularmente útil para los niños con TDAH, quienes a menudo tienen dificultad para regular sus emociones. Un cerebro con TDAH tiende a pasar por alto la señal de la corteza prefrontal de detenerse y pensar, lo que produce una respuesta emocional impulsiva. Por ejemplo, si un niño grita y culpa a alguien de sus errores, los padres lo pueden ayudar a “apretar los frenos de forma manual —dice el Dr. Benson— al hacerlo consciente de los sentimientos que están alimentando ese comportamiento. Si un niño comprende que, en el pasado, ha reaccionado con furia porque se sentía avergonzado o tonto, puede comenzar a atender esos sentimientos, en lugar de simplemente gritar y acusar a alguien.

Los niños con TDAH o con problemas de aprendizaje también podrían ser especialmente sensibles a la crítica porque tienden a recibir más comentarios negativos acerca de su comportamiento. Pueden estar acostumbrados a escuchar cosas como “pon atención”, “deja de hablar”, “quédate quieto” o “¡no te estás esforzando!”.

“De modo que otras críticas se miran a través de ese lente”, explica el Dr. Benson. “Y pueden ser perfectamente razonables y constructivas, pero una persona que siente que recibe estos mensajes negativos todo el tiempo, lo que escucha como mensaje es: ‘Soy malo en esto igual que en todo lo demás’”. 

Con el tiempo, aprender a hablar sobre sus emociones lo puede ayudar a silenciar estas voces que lo hacen dudar de sí mismo y poder controlar los arrebatos. Tal vez el niño no pueda responder con perfecta calma, pero podría aprender a respirar profundo o hacer un descanso mental antes de reaccionar. 

Manejar las expectativas

Los niños son especialmente vulnerables a las dudas sobre sí mismos cuando están aprendiendo algo nuevo. Si por ejemplo un niño acaba de unirse al equipo de natación y pierde una carrera, incluso una crítica útil por parte de su entrenador para ayudarlo como “parece que perdiste el equilibrio en la vuelta” se puede sentir como un ataque a sus habilidades de nado. Igual que Michelle, ese niño se podría quedar atrapado en la idea de que hizo algo mal: “¿Por qué lo hice así?”, en lugar de aprender de la experiencia.

El Dr. Bubrick dice que estos sentimientos de inseguridad pueden ser producto de expectativas desproporcionadas y aconseja a los padres ayudar a los niños a ponerse metas alcanzables para que vayan adquiriendo confianza. 

No es razonable esperar ganar todas las carreras o tener un desempeño sobresaliente en cada examen. Es mejor enfocarse en lograr hacer bien una vuelta en la carrera de nado o en sacar B en lugar de A. “No se trata de bajar nuestros estándares, sino de tener expectativas más alcanzables”, explica el Dr. Bubrick.

La crítica de maestros y entrenadores

Se supone que la labor de maestros y entrenadores es ayudar a los niños a aprender y a mejorar. Si no hicieran comentarios a los niños probablemente sentirían que no están haciendo su trabajo. La crítica es una parte necesaria del aprendizaje. Pero si usted sabe que su hijo es sensible a las críticas, lo puede ayudar a prepararse para ellas al describirle cómo podrían ser. Los maestros te calificarán y te plantearán retos a través de preguntas difíciles. Los entrenadores pueden gritar para que los escuches, tal vez te parezca que están enojados o que son bruscos. 

Y, por supuesto, los adultos no son perfectos. También pueden sentirse frustrados y perder la paciencia. Podrían tener un mal día y decir algo inadecuado. Es importante hacer ver a los niños que no deben tomarse la crítica negativa demasiado personal. Seguramente no significa que no le caigas bien, que no crea que eres inteligente o que no te quiera en el equipo. 

Crítica de los compañeros

Las críticas por parte de los compañeros pueden ser más difíciles de afrontar. Los niños pueden ser crueles. Están en el proceso de madurar y aprender que lo que dicen puede lastimar a los demás. Pero fomentar un ambiente donde los niños se sientan cómodos para expresar sus sentimientos puede prepararlos para llevarse mejor con los amigos y los compañeros de clase.

Si un niño puede hablar con alguno de sus padres sobre cómo lo hace sentir la crítica, se sentirá mejor equipado para defenderse de forma efectiva cuando esté con sus amigos, sin tener que responder con otra crítica, afirma el Dr. Bubrick. “De modo que, en vez de decir ‘fuiste un tonto al decirlo de esa forma’, un niño podría ser lo suficientemente asertivo para decir algo como: “No me gustó la forma en que me hablaste ayer”.

Los padres no siempre pueden estar presentes para ayudar a sus hijos, pero pueden alentarlos a desarrollar herramientas para ayudarse a sí mismos. “Con el tiempo, podrían escuchar la voz de sus padres en la mente”, dice el Dr. Bubrick. “Incluso podrían tener sentimientos más matizados sobre la situación, en vez de simplemente saltar de cero a cien”.

La última revisión de este artículo se realizó el 17 de noviembre de 2023.