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¿Qué es una fobia específica?

Cuando el miedo extremo se interpone en la vida cotidiana.

Escrito por: Tara Kenny

Experto clínico: Alana Cooperman, LCSW

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Todos los niños (¡y los adultos!) sienten miedo de vez en cuando. Los truenos y los relámpagos, recibir una inyección o el perro del vecino pueden asustar a los niños. Pero el tiempo, la experiencia y el apoyo de los adultos a menudo los ayudan a superar su ansiedad.

Sin embargo, algunos niños desarrollan miedos tan intensos que se obsesionan con un objeto específico o una situación, incluso cuando no están cerca, y hacen esfuerzos enormes y agotadores para evitar encontrarse con lo que los asusta. Si usted ha observado estas reacciones extremas en su hijo, puede que tenga una fobia específica.

¿Qué es una fobia específica?

Una fobia específica es una condición de salud mental en la que un niño siente un miedo extremo e incontrolable a algo que habitualmente no es peligroso. Para que un niño sea diagnosticado con una fobia específica, su ansiedad y evitación ante el objeto o la situación que lo asusta deben causar problemas en su vida cotidiana. El niño debe sentir ansiedad prácticamente cada vez que se encuentra con aquello que teme, aunque el nivel de temor que exhibe puede variar.    

Las fobias específicas suelen formar parte de una de estas categorías:

  • De tipo animal (perros, insectos, serpientes, etc.).
  • De tipo ambiental (tormentas, alturas, agua, etc.).
  • Del tipo sangre-inyección-lesiones (recibir inyecciones, ver sangre o lesiones).
  • De tipo situacional (volar, conducir, espacios reducidos).

Las señales de que un niño pudiera tener una fobia específica incluyen:

  • Miedo extremo a un determinado objeto o situación.
  • Experimentar ataques de ansiedad cuando ven o incluso piensan en su miedo.
  • Llorar o hacer berrinches para evitar lo que les da miedo.
  • Temblores, mareos, sudoración u otras reacciones físicas a su miedo.
  • El consuelo de los adultos no surte efecto.

No todos los niños con una fobia específica son ansiosos en general. Pero los niños que tienen otros trastornos de ansiedad son más propensos a tener fobias.

Las fobias específicas a menudo se desarrollan en la primera infancia, y en la mayoría de los casos los síntomas se manifiestan antes de los 10 años.

Es frecuente que los niños tengan más de una fobia específica. Por ejemplo, un niño puede temer a los perros y a las alturas. Los adultos y adolescentes con una fobia específica generalmente comprenden que sus miedos no son lógicos, pero los niños a menudo no lo entienden.

Las fobias específicas se diagnostican con mayor frecuencia en niñas que en niños.

¿Cuál es la diferencia entre un miedo “normal” y una fobia específica?

Es común que los niños exhiban ciertos temores propios del desarrollo en etapas diferentes. Por ejemplo, los niños de dos a tres años suelen tener miedo a la oscuridad, los niños de cuatro a cinco años generalmente sienten temor por los monstruos y por la posibilidad de perderse, y los de cinco a siete años suelen preocuparse por factores ambientales como los gérmenes, la escuela y los desastres naturales.

Según Alana Cooperman, trabajadora social clínica acreditada (LCSW, por sus siglas en inglés) del Centro para trastornos de ansiedad del Child Mind Institute, las fobias específicas son distintas de los miedos del desarrollo porque afectan de manera significativa la vida cotidiana de los niños y porque el miedo no desaparece simplemente con el consuelo de un adulto.

“La evitación es un factor importante a la hora de ir a determinados lugares o participar en determinadas situaciones sociales en las que saben que podrían estar en contacto con el objeto que temen”, explica Cooperman. “Por ejemplo, negarse a ir a un parque de atracciones si tienen temor a ver a alguien vomitar”.

Los padres podrían notar que su hijo piensa o habla de manera persistente sobre su miedo, incluso cuando no se está enfrentando a él. Puede que les cueste dormir por la noche porque están obsesionados con lo que les da miedo, o que se anticipen con nerviosismo a un acontecimiento futuro, como un viaje en avión o una vacuna. Sus maestros tal vez reporten que habla de su miedo en la escuela. Los niños suelen experimentar su fobia específica a través de síntomas físicos similares a los de un ataque de pánico, como llanto, aumento del ritmo cardíaco, dolores de estómago y de cabeza.

¿Qué causa una fobia específica?                         

Las causas de las fobias específicas no siempre están claras. Los niños pueden desarrollar una fobia específica después de tener una experiencia negativa con un objeto o situación, como la fobia a las agujas y las inyecciones como consecuencia de una inyección dolorosa, o la fobia a los perros después de que un perro agresivo los asustó. También pueden desarrollar una fobia si crecen cerca de un adulto que expresa un temor intenso a una determinada situación u objeto.

¿Cómo pueden los padres apoyar a los niños con fobias específicas?

Para muchos padres, su instinto es hacer lo que sea para evitar ver a su hijo sufrir o batallar con algo. Pero ayudar a un niño a evitar su fobia específica puede reforzar el temor inadvertidamente. “Les decimos a los padres: ‘No le teman al miedo’, porque en realidad lo están empeorando”, dice Cooperman. “Puede que muchas veces los padres contribuyan al problema sin siquiera saberlo, al evitar oportunidades para que su hijo practique estar cerca del objeto que le causa temor”.

Por otra parte, los padres y cuidadores también suelen malinterpretar y minimizar las fobias específicas de los niños. “Hay una idea equivocada de que se trata de una exageración”, dice Cooperman. “Los padres pueden pensar que el niño solo intenta librarse de algo o que está exagerando para ser dramático”. Aunque puede ser difícil para los padres tomar en serio el miedo aparentemente ilógico de sus hijos, los niños con fobias se benefician de saber que sus padres reconocen lo asustados que están. Es útil reconocer el miedo de un niño, sin afirmar que está en peligro.

Lo más importante que pueden hacer los padres es no permitir que el niño evite aquello que le causa temor. Además, Cooperman sugiere a los padres que utilicen frases empáticas y de apoyo para animar a los niños. “En lugar de decir: ‘No da miedo, vamos, no llores, no hay nada que temer’, los padres pueden decir: ‘Sé que tienes mucho miedo a la oscuridad y sé que podemos trabajar juntos para ayudarte a ser valiente'”, explica.

¿Cómo se tratan las fobias específicas?

El mejor tratamiento para las fobias específicas se llama terapia de exposición y prevención de respuesta. Este tratamiento consiste en exponer lentamente al niño a aquello que le causa temor una y otra vez, hasta que su ansiedad retroceda. Este tratamiento funciona muy bien en la mayoría de los niños con una fobia específica.

Es fundamental que la terapia de exposición y prevención de respuesta se realice de manera gradual y sistemática. “Una idea equivocada acerca de la terapia de exposición es que los terapeutas hacen que el niño tema por su vida de inmediato”, dice Cooperman. “¡Eso es algo que jamás querríamos hacer!”. Utiliza la metáfora de meterse a una piscina fría para explicar cómo los niños desarrollan tolerancia a su fobia a través del tratamiento: “Cuando te metes por primera vez en una piscina fría, la sientes muy fría, y luego, una vez que te quedas ahí un momento, puedes dar el siguiente paso y sumergirte más. Sientes frío otra vez, y poco a poco mejora. Nada cambió, excepto tu reacción”.

En la terapia de exposición y respuesta, el profesional clínico y el niño crean una jerarquía de situaciones diferentes y el niño califica cada una en una escala del 1 al 10, según el grado de ansiedad que le provoca cada una. El niño se enfrenta después a cada situación (desde la menos a la más aterradora), hasta que su temor disminuya. Por ejemplo, un niño que teme a los perros podría practicar primero mirando la imagen de un perro, hasta que su miedo a la imagen pase de 10 a 2. Luego, se se podría enfrentar a diferentes situaciones, como ver un video de un perro, jugar con un perro de peluche y, finalmente, pasar unos minutos con un perro de verdad.

Aunque es posible que el niño no acabe amando a los perros, su miedo disminuirá sustancialmente. “No les pedimos necesariamente que lleguen a 0, porque queremos que sepan que está bien sentirse incómodos y aun así superarlo”, dice Cooperman. “Al enfrentar sus miedos utilizando esta jerarquía aprenden lo que se llama tolerancia a la angustia, que es aprender a sentirse más cómodos cuando están incómodos”.

Además, para ayudar a los niños a manejar las fobias específicas se pueden utilizar la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la atención plena (mindfulness). “En resumen, la TCC les enseña a los niños a captar sus pensamientos negativos y cuestionarlos, con el fin de ayudarlos a convertir sus pensamientos negativos en pensamientos más positivos. Hacer esto los ayuda a ser más conscientes de que sus pensamientos negativos provienen de la ansiedad”, dice Cooperman. Las técnicas de atención plena, como la respiración profunda, también pueden ayudar a los niños a reducir las reacciones físicas a su fobia específica.

Los padres deben ser conscientes de que, como todos los trastornos de salud mental, las fobias específicas se pueden agravar con el tiempo si no se tratan. Aunque la evitación puede ser una solución fácil a corto plazo, a largo plazo es probable que empeore el miedo de su hijo. Por eso ahora es el mejor momento para buscar tratamiento, de modo que su hijo pueda empezar a enfrentar y manejar su fobia específica.

La última revisión de este artículo se realizó el 12 de diciembre de 2024.