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Desacuerdos de crianza durante la crisis del COVID-19

Estrategias para disminuir el conflicto de permanecer seguros

Escrito por: Rae Jacobson

Experto clínico: Stephanie A. Lee, PsyD

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Son las 2 p.m. del lunes, y mi marido y yo estamos discutiendo en voz baja por cuarta vez esta semana. Nuestra hija de tres años acaba de lanzar al suelo su tapabocas por tercera, y si fuera por mí, última vez.

Vamos en camino al parque y mi marido y yo no podemos ponernos de acuerdo sobre cuán importante es que nuestra hija lleve su cubrebocas puesto. Idealmente, se lo pondría y nos iríamos, pero estamos hablando de una niña pequeña. Después de una semana de explicaciones firmes, súplicas desesperadas y, finalmente, intentos desesperados de ponérselo cuando está distraída, es obvio que no se va a poner el tapabocas.

Yo creo que está bien, y lo digo. Mi marido lanza sus manos al aire, frustrado. Nuestra hija nos pregunta: “¿De qué están hablando?”. Nos ha tomado casi una hora entera para llegar hasta la puerta de la casa.

Suspiren conmigo si esto les suena familiar.

Tiempos de prueba

El confinamiento, la falta de normas claras, los cambios constantes y los niños eternamente bajo los pies, han dejado a muchos padres intentando sobrellevar el complicado proceso de ponerse de acuerdo sobre las reglas.

Crear un puente para división de la crianza de los niños puede sentirse particularmente frustrante y desconcertante en estos momentos. “Dado el estado actual del mundo, todo se siente más cargado emocionalmente”, dice Stephanie Lee, PsyD, psiquiatra infantil del Child Mind Insitute, “pero me gustaría recordarles a los padres que probablemente ya tienen las herramientas y la experiencia para lidiar con esto”.

Las mismas habilidades que usábamos antes de la pandemia para criar a los hijos y resolver los desacuerdos (¿Realmente se tienen que poner su suéter aún cuando no quiere?), todavía aplican, explica la doctora Lee. Solamente falta que nos acordemos cómo usarlas.

Planee y prepárese

“El consejo más grande que les puedo ofrecer a los padres y cuidadores es que encuentren un momento calmado y neutral para discutir los desacuerdos en cuanto a las reglas antes de que sus hijos estén frente a ustedes”, dice la Dra. Lee. A menudo, los padres se encuentran reaccionando a las situaciones, y al otro padre, en ese preciso momento, algo que se puede evitar hablando y planeando con anticipación.

Esto suena mucho más fácil de lo que lo es. En nuestra casa, el único momento “calmado y neutral,” son las preciosas horas después de que nuestra hija se haya ido a dormir, ese es el único momento en el que nos podemos relajar después del trabajo y del cuidado sin parar de la niña. Cuando ese momento finalmente llega, odiaríamos tener que pasarlo discutiendo nuestros desacuerdos y terminar pagando el precio con frustración más tarde.

Pero no tiene que ser lo uno o lo otro. La Dra. Lee sugiere que los padres acuerden hablar sobre un tema específico por un tiempo limitado. Por ejemplo, podrían llegar a un acuerdo más temprano durante el día para tener una conversación de 15 minutos después de que su hija se haya dormido sobre qué le dirán a su hija cuando quiera compartir sus bocadillos en el parque. Establecer algunas reglas básicas y planificar con anticipación puede ayudarlo a mantener las cosas eficientes (y volver a Netflix lo antes posible).

Primero lidie con las emociones

“A veces tiene expresar los sentimientos antes de tratar de abordar problemas con carga emocional,” dice la Dra. Lee. “Que no les dé miedo decir “Esto me pone sentimental porque estoy muy ansioso””.

Hablar de sus sentimientos en una conversación distinta los puede ayudar a entenderse el uno al otro y esto va a causar que la planificación sea menos caótica y más productiva.

Conforme hablan, trate de validar los sentimientos del otro lo más explícitamente posible, aún si todavía están tratando de entender la perspectiva de su pareja. Por ejemplo, podrían decir, “entiendo que el hecho de que nuestros hijos van a regresar a la escuela en el otoño puede dar mucho miedo y ansiedad. Te entiendo”. Reconocer que los sentimientos de su pareja son válidos y preguntarle que haga lo mismo por usted es la clave para asegurarse que la labor de crianza se sienta colaborativa, no combativa.

No tienen que estar de acuerdo todo el tiempo

Algunas veces no van a poder llegar a un acuerdo, y está bien, siempre y cuando se presenten como un frente unido con sus niños. “Como cualquier otra situación de crianza, ustedes hacen lo que pueden con la información que tienen, y toman las decisiones juntos si pueden,” dice la Dra. Lee. Especialmente ahora, no siempre es posible llegar a un acuerdo claro y correcto.

Decidan lo que decidan, lo más importante es que sus hijos sepan que no hay manera de darles la vuelta a las reglas. Por ejemplo, si deciden que su adolescente solamente puede ver a sus amigos en lugares abiertos, debería ser muy claro para el adolescente que ambos padres apoyan esa regla, aunque, en privado, un padre puede no pensar que la regla sea necesaria.

Mantengan el diálogo abierto

Una de las partes más difíciles de la crianza en estos momentos es el movimiento constante de recomendaciones y de guías (y de todo lo demás). Puede ser difícil llegar a un consenso cuando usted y su pareja están tratando de absorber nueva información casi todos los días. Para evitar que esta incertidumbre amenace sus bien ganados compromisos, lleguen a un acuerdo para hablar cada semana, o cada vez que suceda un cambio importante, y ajusten sus reglas según sea necesario.

Una manera de hacer esto, dice la Dra. Lee, es llegar a un acuerdo de que van a mantener una lista de inquietudes para abordarlas juntos. Por ejemplo, si ven a un niño haciendo un high five (chocar los cinco) y quiere acordarse de hablar con su pareja de las reglas para chocar los cinco, podrían hacer una nota rápida en vez de dejar que la angustia ocupe espacio en su mente. También podrían incluir la lista en un texto de grupo para que los dos padres tengan fácil acceso.

Sus reuniones regulares también podrían servir para ponerse de acuerdo sobre alguna regla que uno de ustedes tuvo que hacer sin poder consultar al otro padre. Por ejemplo, puede ser que uno de ustedes llegó a una cita con el dentista, y al llegar, encontró que la sala de espera estaba llena, pero a pesar de esto, decidió arriesgarse por que la cita era urgente. La Dra. Lee dice que usted puede ser honesto con sus hijos cuando las reglas evolucionan en tiempo real. “Ahora estoy decidiendo esto, pero luego vamos a pensar qué vamos a hacer la próxima vez que esto pase.”

No todo va a ser perfecto, y eso está bien

Acepten que va a haber momentos en los cuales la situación se puede descarrilar, y lleguen a un acuerdo que cuando esto pasé serán flexibles el con el otro. Por ejemplo, acordamos que no íbamos a dejar que la niña toque a otros niños hasta que haya más información del contagio de niño a niño. Pero los niños son niños y ayer su hija le dio un “besito efusivo” a su mejor amigo (que fue devuelto con gusto) en el parque. Así es la vida.

“La crianza de los niños es un proceso de aprendizaje,” dice la Dra. Lee. “Tomamos todas las precauciones que podemos para cuidarnos a nosotros y a nuestros hijos. Hacemos lo mejor que podemos”. Entendiendo que habrá veces que las reglas no se pueden seguir o que se tienen que tomar decisiones de último momento, y discutir estas mismas decisiones más tarde es la clave para mantener la paz y su bienestar mental.

Finalmente, recuerden que la meta no es ser perfecto, sino hacer lo mejor que se pueda, y eso es suficiente.

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La última revisión de este artículo se realizó el 21 de noviembre de 2024.