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¿Cómo podemos ayudar a un niño de 8 años que tiene miedo al agua, incluido el baño?

Escrito por: Bethany Vibert, PsyD

Experto clínico: Bethany Vibert, PsyD

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P Un niño de ocho años que estuvo en hogares de acogida durante la mayor parte de su vida está absolutamente aterrorizado por el agua. Recién lo regresaron con su madre y parece que nunca fue educado en el hábito de bañarse. Su madre intentó bañarlo comenzando con tan solo una pulgada de agua en la bañera y añadió burbujas y juguetes, pero él solo se quedaba de pie en el agua. Cada vez que la humedad de la toallita lo tocaba, se sacudía y gritaba. Creemos que lo asusta el concepto de limpieza, porque es algo que nunca ha hecho. ¿Qué podemos hacer para lograr que se asee para ir a la escuela, y cómo podemos inducirlo a bañarse sin que esté tan aterrorizado?

Puede ser muy complicado cuando un niño batalla con tareas de higiene diarias. A veces, también se enfrentan al bullying y a problemas en la escuela, así como al menosprecio en el hogar. Buscar un proveedor calificado, como un terapeuta del comportamiento que pueda crear un plan de higiene formal, puede ser importante para esta familia. Es posible que también quieran consultar con un terapeuta ocupacional para determinar si el niño tiene alguna necesidad sensorial que requiera apoyo.

Por el momento, comenzar con pequeñas exposiciones al agua y al baño (lo que se conoce como “exposición gradual”) es un buen primer paso. Esto incluso puede significar simplemente hablar sobre el baño y la higiene personal. Por ejemplo, cada vez que su madre se esté lavando las manos o vaya a tomar un baño o ducha, ella podría mencionarlo, para hacer que se convierta en una cosa común de la cual se habla. También pueden leer libros sobre bañarse o utilizar algo llamado “cuentos sociales”, que son historias muy sencillas que ayudan a los niños a sentirse más cómodos con cosas que son un desafío para ellos. Usar un cuento social orientado específicamente a por qué nos bañamos y los pasos involucrados en el baño ayuda a convertirlo en algo más familiar.

Practicar la exposición a través de situaciones cotidianas también puede ayudar. Por ejemplo, cuando su madre esté lavando los platos o preparando la comida para la cena, podría decir: “Tengo las manos en el agua con espuma. Se siente húmedo y frío. ¿Qué sientes tú?”. O pueden practicar con otras cosas, como por ejemplo bañar a los perros, y así crear un contexto para que él se acostumbre al agua sin mucha presión involucrada: no se trata de que él se bañe en ese momento.

Cuando se trata de estar limpio y en condiciones adecuadas para ir a la escuela, ser creativos y empezar con cosas como toallitas húmedas puede ayudar. También puede ayudar que ustedes reconozcan cierta autonomía corporal en el niño, al pedirle permiso para hacer cosas, y comenzar poco a poco. Quizá su madre pudiera decir: “¿Podemos empezar por chocar los cinco primero?” cuando sostiene una toallita húmeda en la mano. Así no intenta sorprenderlo o asustarlo, lo que podría dificultar el lavado. O podría preguntar: “¿Quieres lavarte primero el brazo derecho o el izquierdo?”. O, “¿te gustaría darte un baño con o sin burbujas esta noche?”. Darle la oportunidad de tomar decisiones, como elegir entre la bañera o la ducha, o elegir sus juguetes de baño y la toalla que puede usar para secarse, hará que el lavado se sienta menos forzado. Como ya es mayor, puede que le guste sostener él la toalla y tener la oportunidad de hacerlo por sí solo.

Su madre también puede intentar combinar el lavado con cosas que le gusten, como una actividad favorita o un programa de televisión, para motivarlo. Podría decirle: “Primero vamos a lavarte los brazos, luego vamos a limpiarte las piernas y después podremos ver tu programa”.

La última revisión de este artículo se realizó el 26 de marzo de 2024.