Consejos para el regreso a clases de niños con dificultades
Cómo ajustar las expectativas y planificar con tiempo puede ayudar a los niños que enfrentan desafíos de aprendizaje.
Experto clínico: Karol Espejo, LCSW
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a planificar para el nuevo año escolar?
- ¿Qué pueden hacer las familias para apoyar a los niños cuando están batallando en la escuela?
Lectura rápida
El primer día de un nuevo año escolar siempre se siente como un nuevo comienzo. Útiles escolares nuevos, clases nuevas, maestros nuevos, esperanzas nuevas y —para muchos niños— dificultades nuevas.
No es fácil cambiar las cosas, pero es posible. Y las recompensas duran mucho después de que acaba la escuela. Los problemas que causan el TDAH y las discapacidades del aprendizaje pueden hacer que los niños se sientan confundidos y abrumados. “¡Todos los demás ya terminaron! ¿Por qué necesito yo tanto tiempo?
Informa a tus hijos sobre su diferencia de aprendizaje. Comprender cómo los afecta les puede facilitar prepararse con tiempo para enfrentar los problemas antes de que surjan. Por ejemplo, si tú sabes que el TDAH le dificulta a tu hija mantenerse organizada, la puedes ayudar a encontrar (y poner en práctica) estrategias que la ayuden a mantenerse al día. De esta forma, tendrá las habilidades que necesita incluso antes de que comience la escuela”.
Puede que haya contratiempos, pero no tienen por qué ser el fin del mundo. Planificar con tiempo puede ayudar. Acuerden qué hará tu hijo, por ejemplo, si olvida hacer una tarea o reprueba un examen (como hablar con el maestro y pedirle hacer un trabajo adicional).
Recuerda que si algo sale mal los niños se pueden sentir frustrados, tristes o preocuparse por haberte decepcionado. Sé amable y elogia a los niños cuando sean honestos sobre sus problemas en la escuela. Por ejemplo: “¡Gracias por decirme que estás atrasado con tu trabajo! Sé que te preocupaba. ¿Cómo te puedo ayudar?”. También es importante asegurarse de que los niños tengan tiempo para relajarse y participar en actividades que disfrutan. Un éxito, por pequeño que sea, contribuye en gran medida a desarrollar (y proteger) la confianza.
Ten cuidado cuando hables con tus hijos sobre la escuela. Una pregunta tan simple como “¿entregaste tu informe”, o “¿cómo te fue en el examen de matemáticas?”, podría incomodarlos. Si ves que se molestan, toma sus sentimientos en serio. “Sé que no es fácil para ti hablar de esto, ¿cómo te puedo ayudar?”.
Evita las conversaciones inesperadas sobre la escuela. Mejor, establece un horario regular para hablar sobre el tema, y respétalo. Cuando los niños saben qué esperar, las conversaciones son más tranquilas y menos estresantes. Además, les permite disfrutar del tiempo en familia cuando los cosas en la escuela no van tan bien.
Siempre que sea posible, permite que los niños tomen la iniciativa: desde algo tan sencillo como preparar su mochila la noche anterior, o más complicado como pedirle apoyo a su maestro. Darles el control a los niños (dentro de lo razonable) les transmite el mensaje de que confías en sus capacidades.
El primer día de un nuevo año escolar siempre se siente como un nuevo comienzo. Nuevos útiles escolares, nuevas clases, nuevos maestros, nuevas esperanzas, y si te pareces un poco a mí: una nueva oportunidad para echarlo todo a perder.
Tengo TDAH, y pasé toda la high school sin diagnóstico, apenas sobreviviendo en lo que se refiere a la parte académica. Empezaba cada semestre llena de optimismo y con grandes esperanzas de éxito. Este, me decía a mí misma, será “el bueno”. El semestre en el que todo cambiará, en el que voy a actuar diferente, en el que voy a empezar (y me mantendré) con el pie derecho. “El bueno”.
Si eres padre o madre de un niño con TDAH o con algún problema de aprendizaje seguramente podrás adivinar lo que sigue.
Cuando se tienen grandes expectativas pero sin un plan para alcanzarlas, las cosas tienden a desviarse del camino con gran repidez. Nunca pasó mucho tiempo para que mi semestre —“el bueno”— se convirtiera tan sólo en uno más. Otro año en el que apenas lograba mantenerme a flote.
No fue sino hasta que fui diagnosticada que las cosas empezaron a cambiar. Una vez que entendí por qué tenía problemas, pude empezar a crear estrategias para enfrentarlos, en lugar de seguir creyendo que de alguna manera tan sólo con desear que las cosas cambiaran sería suficiente. Cambiar las cosas requirió mucho esfuerzo: entender cuáles son mis fortalezas y mis debilidades, aprender a pedir (y aceptar) apoyo, enfrentar las dificultades en vez de evitarlas y también aprender a ser un poco menos dura conmigo misma. No es fácil pero es posible, y las recompensas se mantienen durante mucho tiempo después de que se acaba la escuela.
A continuación encontrarás algunos pasos para ayudar a tus hijos a sentar las bases para que este año —de verdad— empiecen con el pie derecho.
Háblales con claridad de sus desafíos de aprendizaje
Cuando se tiene TDAH o alguna discapacidad del aprendizaje, las dificultades que ocasionan suelen desconcertar y sentirse como si fueran inmanejables e inevitables. La maestra ha estado hablando casi una hora y yo no tengo idea de lo que dijo. ¿Cómo saben los demás? O, todos los niños ya acabaron de responder el cuestionario, ¿por qué yo me tardo tanto?
Sin saber el porqué de estas dificultades, puede ser fácil que los niños se hundan en el autodesprecio y se digan a sí mismos: Soy un desastre. O que simplemente descarten el tema y digan: De todas maneras nunca voy a entenderlo, así que ¿para qué me esfuerzo?
Cuando se trata de trastornos del aprendizaje, el conocimiento es poder. La base del éxito es ayudar a los niños a entender su problema de aprendizaje. No se trata sólo de explicarles en qué consiste el problema, es importante hablar también de las formas específicas en que este los afecta dentro y fuera de la escuela. Por ejemplo:
- Si tu hijo se distrae con facilidad o tiene problemas de impulsividad, “estudiar” con sus amigos puede no ser la mejor manera de prepararse para los exámenes. Acuerda con él que este año estudiará en un lugar tranquilo de la casa y verá a sus amigos después.
- Si tu hija abruma con facilidad ante proyectos grandes, revisa junto con ella su programa de estudios y piensen en cómo pueden dividir las tareas más desalentadoras en partes más pequeñas, más manejables.
- Si tu hijo o hija tiene problemas con una materia en particular, incorpora más apoyo y planificación desde el principio, en vez de esperar hasta que ya se haya quedado atrás.
Haz de la organización una prioridad
La desorganización y una mala administración del tiempo son como unos agentes gemelos del caos y la destrucción. Nada desvía un nuevo semestre con más rapidez del buen camino que las tareas perdidas, las mochilas olvidadas y las llegadas tarde. Si tus hijos batallan con la organización, ayúdalos a ser proactivos. Hablen de sus desafíos con la organización y elijan algunas estrategias realistas para enfrentarlos. Estos son algunos consejos que te pueden ayudar a empezar.
Hablen sobre qué hacer cuando las cosas no salen según el plan
“Todo será perfecto este año”, me decía a mí misma: “perfecto”. Desafortunadamente, en la vida real las cosas rara vez son perfectas, por lo que cuando no lograba alcanzar esa meta imposible que me había fijado, me daba por vencida. Ser capaz de recuperarse y salir adelante a pesar de los errores es una de las habilidades más importantes que los niños pueden aprender.
- Hablen de lo que podrían hacer si no entregan una tarea o si se empiezan a retrasar. Esto puede incluir hablar con el maestro sobre prórrogas, acudir al centro de servicios escolares o acordar que en adelante enfocarán sus esfuerzos en obtener una buena calificación en un examen importante o que realizarán un proyecto con el que puedan subir su calificación.
- Aborda el tema de la evasión. Cuando las cosas empiezan a salirse de curso, muchos niños recurren a la consagrada estrategia de “si lo ignoro, tal vez desaparezca”. Está claro que evitar tareas intimidantes o el impacto de recibir una mala calificación te puede hacer sentir mejor en el momento, pero al final te conduce al desastre. Ayuda a tus hijos a enfrentar sus temores de manera saludable, incorporando revisiones regulares y haciéndoles comentarios positivos por ser honestos y proactivos. “Me gusta que me hayas dicho que entregaste tarde tu escrito. Sé que estabas preocupada por eso. Déjame ayudarte”.
- Entregar algo es siempre mejor que nada. Los niños a menudo sienten vergüenza de entregar sus tareas cuando ya es tarde, cuando están incompletas o cuando simplemente no están bien hechas. Pero un cero (o muchos ceros) es mucho más perjudicial que obtener una C. Acuerda con tus hijos desde el inicio del año que entregarán sus tareas pase lo que pase. En el caso de niños más pequeños o que requieren un pequeño incentivo adicional, podrías considerar una recompensa: “Si entregas todas tus tareas este semestre, te puedes ganar el juego de Mario Bros cuando termine la escuela”.
- Ayúdalos a resolver errores de manera saludable. Los tropiezos son molestos, sobre todo cuando la confianza de los niños ya está tambaleante. Pueden caer con facilidad en el autocastigo, o sentir que no vale la pena seguir intentándolo. Trata de validar sus sentimientos (tal vez sienten frustración, tristeza o preocupación por haberte decepcionado), y hazles saber que aprecias que te hayan contado el problema. Luego, cambia rápidamente la conversación hacia cómo pueden seguir adelante y qué harán para evitar problemas similares en el futuro.
Incorpora refuerzos de la moral
Descubrir cómo lograr y sostener el éxito académico es un proceso largo y hay momentos en que la autoestima de los niños se ve afectada. Crear algunas cosas interesantes por las que esperar puede ayudar a reforzar la imagen que tienen tus hijos de sí mismos y aliviar la presión cuando las cosas se ponen difíciles.
- Asegúrate de que tengan tiempo para relajarse. No te excedas con actividades extracurriculares.
- Cuando participen en actividades extracurriculares, aliéntalos a buscar actividades en las que tengan oportunidad de destacar. Un poco de éxito puede contribuir considerablemente a construir (y proteger) su confianza.
- Planifica algunos eventos específicos que los ilusionen y que no tengan nada que ver con la escuela: ir a casa de una amiga, salir de viaje, comprar un nuevo videojuego y tener un día libre para jugar. Tener algo bueno en el horizonte puede ayudar a que los momentos difíciles se sientan menos agotadores.
No los sorprendas con preguntas sobre la escuela
Cuando los niños tienen una historia de fracasos, las conversaciones sobre la escuela pueden ser tensas. Preguntas como “¿entregaste tu reporte?”, o “¿cómo te fue en la prueba de matemáticas?” pueden ser percibidas como críticas o hacerlos sentir molestos y alterados. Evita sorprender a los niños con preguntas sobre la escuela cuando acaban de llegar a casa. Mejor, acuerden cuáles serán los momentos para hablar sobre lo que haya ocurrido en el día escolar y sobre lo que necesitan hacer en cuanto a tareas o estudio.
- Valida los sentimientos de tus hijos, reconociendo que la escuela es difícil para todos. “Sé que no es fácil hablar de esto, ¿cómo te puedo ayudar?”.
- Mantener conversaciones de manera regular y predecible ayudará a normalizarlas y hacerlas más productivas. Al establecer ciertos límites para las discusiones escolares, podrás preservar la paz y mantener un ambiente positivo durante el tiempo en familia, incluso cuando las cosas no van bien académicamente.
Dales espacio para que lo intenten, se equivoquen y vuelvan a intentarlo
Siempre que puedas, trata de animar a tus hijos a que se hagan cargo de sus propias necesidades. Ya sea que preparen su mochila para la escuela la noche anterior, que arreglen una sesión de estudio con sus compañeros de equipo o que pidan ayuda al maestro cuando tengan problemas con una tarea: entregarles las riendas (dentro de lo razonable) les comunicará que tú confías en sus capacidades y les permitirá practicar la independencia.
Ahora bien, algunos niños necesitan más apoyo que otros. Algunos, en especial aquellos que tienen problemas de salud mental como depresión o ansiedad, quizás puedan obtener mejores resultados con una mayor supervisión de los padres. Evalúa de manera realista en qué punto están tus hijos y avanza de la manera que mejor funcione para tu familia.
Finalmente, después de todos estos años, lo que he aprendido es que no hay una manera “perfecta” de hacerlo mejor. Es un enorme trabajo, pero vale la pena tanto durante la escuela como mucho tiempo después.