Usted puede hacer que su hijo con autismo coma, empezando con pequeños cambios desde el punto en el que se encuentre. Por ejemplo, usted puede ayudar a que su hijo sea menos quisquilloso, al elogiarlo cada vez que se sienta a la mesa, agarra el tenedor o prueba un alimento nuevo.
Autismo y niños quisquillosos para comer
Consejos prácticos para padres de niños con hábitos alimentarios rígidos y conductas problemáticas a la hora de comer.
Experto clínico: Stephanie A. Lee, PsyD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Qué tipo de problemas con la alimentación experimentan los niños con autismo?
- ¿De qué manera ser quisquilloso con la comida pone en riesgo la nutrición de los niños en el espectro?
- ¿Cómo pueden los padres ayudar a los niños con autismo a ser menos quisquillosos con la comida?
Lectura rápida
Es común que los niños en el espectro autista tengan problemas para comer. Esto puede dificultar conseguir que ingieran una variedad saludable de alimentos. Además, puede crear muchos conflictos a la hora de comer.
Para trabajar en esto, el primer paso es que un médico descarte los problemas estomacales que podrían estar ocasionando que tu hijo sea quisquilloso con la comida.
Los niños con autismo podrían experimentar una serie de problemas diferentes con la comida. Puede que prefieran alimentos que les produzcan una sensación determinada en la boca, como alimentos crujientes o alimentos blandos. Los niños que sólo comen alimentos blandos puede que tengan músculos de la mandíbula débiles que hacen que les resulte desagradable comer alimentos más duros. También puede ser difícil para ellos mantenerse sentados y comportarse de manera segura a la hora de comer.
Para ayudar a un niño con autismo a ser menos quisquilloso con la comida, hay que empezar por establecer un objetivo. ¿Quieres aumentar el número de alimentos que consume tu hijo? ¿La cantidad que come? ¿Quieres que permanezca más tiempo sentado en la mesa? Todos los miembros del hogar y de la escuela del niño deben saber cuál es el objetivo.
Luego, ve paso a paso y felicítalo en cada uno de esos pasos. Cuando pruebe alimentos nuevos, felicítalo un poco. Luego, felicítalo más por comer todo un bocado. Si el objetivo es que se siente a la mesa durante 10 minutos, felicítalo cuando lo logre. No lo presiones para que coma otros 10 bocadillos. Sé paciente y sigue intentándolo. La situación mejorará aunque el progreso sea lento.
Cambiar es difícil para los niños que están en el espectro autista, por lo que podrían hacer berrinches cuando hay un cambio en sus rutinas de alimentación. Por lo general, es útil no prestarles atención a estos berrinches. Toma medidas sólo cuando el comportamiento del niño sea peligroso.
Es raro el padre que no tenga que lidiar en algún momento con los berrinches debido a la comida o, al menos, con niños que habitualmente son quisquillosos para comer. Pero los niños en el espectro autista, y por lo tanto, los padres que los alimentan, a menudo enfrentan problemas significativamente mayores y más complejos en torno a la alimentación por una variedad de razones. Stephanie Lee, PsyD, psicóloga clínica del Child Mind Institute, ha trabajado con muchas familias para abordar los problemas de alimentación que pueden experimentar los niños con autismo.
El objetivo de trabajar con niños que tienen conductas alimentarias rígidas es (eventualmente) lograr que el niño coma una variedad saludable de alimentos que esté alineada con la cultura de la familia, al mismo tiempo que se reduce el conflicto familiar relacionado con la comida. Comprender lo que podría estar detrás de las conductas alimentarias rígidas es el primer paso para lograr que los niños se sientan más cómodos con nuevos alimentos y hacer que la hora de comer sea más relajada para todos.
Descartar problemas gastrointestinales
Cuando un niño en el espectro autista está lidiando con problemas de alimentación, el primer paso es llevarlo a un gastroenterólogo pediátrico que pueda descartar causas orgánicas. Los niños autistas pueden sufrir muchos de los mismos trastornos gastrointestinales infantiles que otros niños, señala el Dr. Joseph Levy, un gastroenterólogo pediátrico en el Hospital Langone de NYU que trabaja con niños autistas, pero los niños en el espectro “puede que no sean capaces de localizar o verbalizar su dolor”. Como resultado, los padres deben ser proactivos al tratar de encontrar la fuente del malestar de sus hijos. A continuación se presentan algunos de los problemas gastrointestinales más comunes que los niños podrían experimentar.
- El reflujo ácido es un trastorno común de la infancia, pero en los niños en el espectro “hemos visto que los cambios de comportamiento como saltar, ponerse iracundos o llorar, se correlacionan con el momento exacto en que el ácido retrocede en la garganta del niño”, dice el Dr. Levy.
- El estreñimiento, causado por una dieta limitada o por retrasar ir al baño (común entre los niños con autismo), tiene el potencial de hacer que la alimentación sea muy incómoda para un niño que se siente inflamado o tiene dolor de estómago.
- La esofagitis eosinofílica (EoE, por sus siglas en inglés) es un trastorno de deglución alérgico, que hace que el niño sienta náuseas o asfixia. La EoE se desencadena con frecuencia por los alimentos y puede causar dolor e incomodidad que casi con certeza pueden dar lugar a problemas de comportamiento en niños autistas.
- Los problemas de diarrea pueden estar relacionados con la dieta del niño, pero también pueden ser causados por la mala absorción de ciertos azúcares o por el tránsito rápido a través del tracto gastrointestinal, que no permite suficiente tiempo para que las heces se solidifiquen.
Problemas de comportamiento a la hora de comer
Los comportamientos a la hora de comer que causan problemas a los niños autistas y sus familias pueden incluir:
Problemas sensoriales con la comida: Los niños en el espectro autista a menudo expresan una fuerte preferencia por los alimentos que se sienten de cierta manera en la boca. Algunos prefieren alimentos blandos o cremosos como yogurt, sopa o helado; otros necesitan el estímulo que proporcionan alimentos crujientes como galletas, Cheetos o, si el padre es afortunado, las zanahorias. En cualquier caso, eso puede limitar significativamente los diferentes alimentos que los niños están dispuestos a comer.
Musculatura motora oral subdesarrollada: Los niños que tienen una fuerte preferencia y comen casi exclusivamente alimentos blandos a medida que se desarrollan, pueden carecer del desarrollo muscular que se necesita para masticar alimentos como bistec o hamburguesa. “Se fatigan al comer esos alimentos y les resulta desagradable”, dice la Dra. Lee, quien explica que a menudo los padres que no saben que esta es la causa de la angustia de sus hijos, responden permitiéndoles renunciar a los alimentos que podrían fortalecer esos músculos, por lo que esto se convierte en un círculo vicioso.
Tiempo y comportamiento en la mesa: Muchos padres experimentan la frustración de intentar que sus hijos se sienten a la mesa el tiempo suficiente para terminar una comida. Pero con los niños autistas, el desafío se puede magnificar. Y también está la cuestión de la seguridad. “Entonces, no se trata sólo de que tu hijo se quede en la mesa o en el lugar en el que tú quieres que coma —explica la Dra. Lee, sino también de preguntarse si— “el espacio en el que a ti te gustaría que coma pudiera representar algún peligro, ser inseguro o propicio para que tu hijo tenga comportamientos disruptivos”. Los comportamientos inseguros pueden incluir arrojar utensilios o levantarse de la mesa repetidamente y salir corriendo.
Cómo se intensifican estos comportamientos
A menudo, los padres que tienen hijos con autismo se centran en una serie de necesidades diferentes al mismo tiempo y muchas de ellas (problemas del habla, uso del baño, ubicación en la escuela, obediencia en sentido general) tienen prioridad sobre la variedad de alimentos que acepta un niño. Los problemas de alimentación se retrasan hasta que se vuelven insostenibles o hasta que los padres pueden concentrarse en ellos.
“Si el niño come 10 alimentos y esos 10 alimentos los mantienen vivos, seguros y bien, entonces los padres usarán esos alimentos por defecto”, dice la Dra. Lee. Pero ignorar estos problemas tiende a hacerlos más difíciles de resolver. Cuanto más tiempo se prolongan estos comportamientos negativos a la hora de comer, más se arraigan y más tiempo tardan en tratarse con éxito. Eso no significa que los padres se deban rendir, sólo que el proceso probablemente requerirá más tiempo, persistencia y paciencia por parte de todos.
Técnicas para abordar problemas a la hora de comer
Las técnicas para abordar diversos problemas de comportamiento a la hora de comer son similares, pero deben desglosarse en pasos manejables. A continuación hay una guía práctica que ayudará a padres e hijos a alcanzar sus objetivos y reducir el estrés a la hora de comer.
Priorizar: Con demasiada frecuencia, los padres intentan abordar al mismo tiempo todos los comportamientos relacionados con la hora de la comida. Esto es un error y sólo hace que tanto los niños como los padres se sientan abrumados y se rindan. Cuando la Dra. Lee trabaja con familias, les pide que prioricen sus objetivos. ¿Quieres aumentar el número de alimentos que come tu hijo? ¿La cantidad de porciones que come? ¿O quieres que se siente a la mesa de manera menos disruptiva? Los padres deben identificar su objetivo principal.
Ir paso a paso: No importa cuál sea el objetivo, es importante comenzar con pasos pequeños. Por ejemplo, al probar un nuevo alimento, la Dra. Lee comienza con una cantidad minúscula, tan pequeña que el niño ni siquiera la alcanza a saborear. Si el objetivo inicial era simplemente probar la comida, una vez que el niño prueba el bocado, la Dra. Lee lo felicitará y lo considera como el “no gracias” del niño. Es decir, la Dra. Lee afirma: “Tomas un bocado y luego dices “no, gracias” con calma, y no tienes que volver a comerlo durante el resto de la comida”.
No presiones: Si un niño ha estado sentado a la mesa durante 10 minutos y ese es el objetivo, los padres a menudo querrán presionar un poco más. Esto es un error. “A veces, sentimos que lo están haciendo bien, entonces vamos a extenderlo otros 10 minutos”, dice la Dra. Lee. “Pero en realidad, esos 10 minutos adicionales pueden resultar en que la comida termine de una manera menos exitosa”. Especialmente para los niños que han estado teniendo dificultades a la hora de comer, es importante que comiencen a construir experiencias exitosas para ayudarlos a cambiar su actitud hacia la alimentación y hacia la hora de comer.
Comienza desde el punto en el que está: Si tu hijo actualmente no está comiendo ninguno de los alimentos que le ofreces, probablemente no sea una buena idea comenzar con el objetivo de que se coma todo lo que hay en el plato. Los padres deben tener expectativas razonables que empiecen en el punto en que está su hijo actualmente con respecto a los comportamientos alimentarios.
Establece expectativas claras: Tanto el objetivo, como la forma en que se espera que termine la comida y lo que constituye el “logro” deben estar claros para los padres, los cuidadores y su hijo. Hay maneras de hacer que las expectativas sean más fáciles de entender para los niños, como usar un temporizador que cuente los minutos que se espera que el niño permanezca en la mesa.
Cólmalo de elogios: Felicitar a tu hijo por cada aspecto del progreso es clave, explica la Dra. Lee. Y los elogios vienen en diferentes formas:
- Elogios generales: se tratan de decirle a tu hijo cosas como “bien hecho”, “sigue así”, o hacer gestos de aprobación con la mano.
- Elogios etiquetados: se tratan de decirle a tu hijo exactamente qué fue lo que te gustó de su comportamiento. Los ejemplos de elogios etiquetados incluyen declaraciones como: “Gracias por sentarte en silencio en la mesa”, “me encanta que probaste esa nueva comida”, “estuvo muy bien que te quedaras sentado a la mesa con el tenedor”, “gracias por llevar tu plato a la cocina”. El elogio etiquetado es especialmente importante ya que refuerza los comportamientos positivos que los padres están tratando de inculcar.
- Proporción de cinco a uno: esto es un desafío, pero la Dra. Lee dice que la regla general para la hora de la comida debería ser que, por cada indicación o amonestación dada, el padre o cuidador le debe dar al niño cinco “porciones” de elogios. Y, dice la Dra. Lee, “no debería ser arbitrario. Queremos que los padres feliciten de una manera realmente significativa y genuina: “¡Gracias por venir a la mesa!”, “¡qué bien que comenzaste a comer de inmediato!”, “¡me encantó que pidieras más comida!”: ese tipo de cosas”.
Sé coherente, persistente y paciente: Ten en cuenta que la mayoría de los niños, e incluso los adultos, necesitan muchas exposiciones a un alimento nuevo (de siete a 12 veces, dice la Dra. Lee) antes de poder saber realmente si algo les gusta o no. Por lo tanto, ser persistente y paciente es realmente importante. “El hecho de que los niños digan que no les gusta una vez, no significa que no les va a gustar nunca”, dice. “Entonces, nos tenemos que asegurar de volver a probar esas cosas”.
Cómo manejar los berrinches: No esperes que tu hijo cambie los comportamientos que ha tenido por largo tiempo hacia la comida sin luchar. Es de esperar una cierta cantidad de resistencia (agresión verbal o conductas disruptivas, quejas o llantos). Pero eso no significa que no estés progresando. La Dra. Lee enseña a los padres a practicar la “indiferencia planificada”, una técnica que implica ignorar intencionalmente un comportamiento siempre que no sea inseguro.
Lleva un diario de alimentos: En la medida de lo posible, los padres y otros cuidadores deben mantener un registro escrito de lo que come el niño en cada comida, para que ellos (y el médico) puedan realizar un seguimiento del progreso que se está haciendo y dónde continúan surgiendo desafíos. Tener un registro que puedas ver a través del tiempo hace que sea mucho más fácil ser paciente, y ayuda a todos a mantenerse en el camino correcto.
Lleva un diario de las deposiciones: Lo que entra tiene que salir de alguna forma y con cierta regularidad, por lo que la Dra. Lee sugiere que los padres, los cuidadores e incluso los maestros mantengan un registro escrito de las deposiciones del niño. Si el estreñimiento crónico parece ser un problema, una visita al pediatra o incluso a un gastroenterólogo es probablemente una buena idea. “A menudo, los niños con autismo tienen más probabilidades de tener problemas para ir al baño que implican retener las heces, lo que puede hacer que un niño se sienta menos cómodo al comer”, dice la Dra. Lee. Además, si tu hijo come muchos carbohidratos y no muchos vegetales que los movilicen, se podría ver afectado. Los padres deben consultar con su pediatra o un médico gastroenterólogo de inmediato si esto les preocupa.
Modela un buen comportamiento a la hora de comer: Muchas veces los niños prestan más atención a lo que modelamos que a lo que les decimos. “Si le dices a tus hijos que es realmente importante comer una dieta equilibrada, pero en realidad no estás modelando eso —dice la Dra. Lee— es poco probable que desarrollen esos hábitos positivos que estás buscando”. Entonces, prueba cosas nuevas, haz tu mejor esfuerzo por disfrutar la hora de la comida sin distracciones como teléfonos o televisión, y esas conductas probablemente tendrán un efecto positivo en tu hijo.