Si su hijo dice que su maestro lo odia, es importante tomarlo en serio y hacerle saber que usted lo escucha. Después, le puede preguntar por qué piensa eso y enfocarse en abordar lo que sea que su hijo pudiera estar haciendo (o dejando de hacer) para causarle problemas con su maestro.
"¡Mi maestro me odia!"
Qué pueden hacer los padres cuando los niños tienen problemas con los maestros
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Por qué algunos niños pueden tener conflictos con sus maestros?
- ¿Cómo pueden los padres ayudar a los niños a resolver los conflictos con los maestros?
- ¿Cuándo debería intervenir y hablar directamente con el maestro?
Lectura rápida
Los profesores pueden influir mucho en los niños. Y, por lo general, ¡eso es maravilloso! Pero cuando su hijo está teniendo problemas con un maestro puede ser bastante molesto. Los problemas con los profesores pueden hacer que los niños se sientan heridos o ansiosos. A los niños les puede preocupar que si su profesor se frustra es porque son malos estudiantes o malos en general.
Los niños con problemas de aprendizaje suelen interpretar los comentarios como una crítica. Por ejemplo, el maestro de su hijo dice: “Tu ensayo tenía muy buenas ideas. Pero parece que te ha costado organizarlas”. Su hijo escucha: “Este ensayo era un desastre. Eres un mal estudiante”. Los problemas de aprendizaje, la ansiedad y el TDAH también pueden provocar problemas reales en la escuela. Comportamientos como olvidarse de entregar las tareas o portarse mal en clase pueden ser preocupantes para los maestros. Y los niños pueden percibir su frustración.
Los padres pueden ayudar tomándose en serio los problemas de los niños y ayudándolos a desarrollar habilidades para manejar la situación. Si su hijo tiene problemas con un maestro, escuche y valide sus sentimientos. Por ejemplo, en lugar de decir: “¡Seguro que le caes bien!”, intente: ” ¡Qué duro es ese sentimiento! Me alegro de que me lo hayas contado”.
Una vez que su hijo se sienta cómodo, ayúdelo a reflexionar sobre la situación. Formular preguntas suaves y orientadoras puede ayudar. Por ejemplo: “¿Cómo te hizo sentir eso?“. “¿Por qué crees que sucedió?”. “¿Te ha pasado antes?”. Ayúdelo a entender y a nombrar sus sentimientos. Por ejemplo, si su hijo le dice que su maestro le llamó la atención en clase por ser ruidoso, usted podría decir: “Me pregunto si eso te hizo sentir avergonzado”. Dar espacio a los niños para que hablen de cómo se sienten los ayudará a usted, y a su hijo, a entender mejor lo que está pasando.
Cuando usted y su hijo estén preparados, trabajen juntos para crear un plan. Ayude a su hijo a usar su autoconciencia para pensar en soluciones. Por ejemplo, si su hijo se metiera en problemas por hablar con un amigo en clase, usted podría decirle: “Me he dado cuenta de que el maestro Hernández te dice a menudo que guardes silencio cuando te sientas junto a Jaime. ¿Qué podríamos hacer al respecto?”.
Elabore un guión que su hijo pueda utilizar con su profesor la próxima vez que haya un problema. Por ejemplo: “Dibujar me ayuda a mantener la concentración. Sé que no parece que esté prestando atención, pero lo hago”.
Si su hijo tiene un problema continuo con un maestro, acérquese y solicite una reunión. Haga saber al profesor cómo se siente su hijo. Sea paciente. Asegúrese de que el maestro sabe que usted está allí para encontrar una solución, no sólo para desahogarse. Hacer preguntas puede ayudar. Por ejemplo: “¿Qué adaptaciones podrían ser útiles?”. “¿Hay alguna intervención que podamos probar en casa?”.
Los problemas con los profesores son un problema tan antiguo como la propia escuela. Así que cuando su hijo llega a casa insistiendo en que su maestro lo odia, es tentador descartar sus quejas.
Sin embargo, para los niños que desde un principio se sienten poco seguros en la escuela (especialmente los que tienen TDAH o diferencias de aprendizaje), las dificultades con los maestros pueden ser un verdadero problema. Los niños pueden sentirse heridos o ansiosos por la forma en que les trata su profesor. O pueden interpretar la frustración de un maestro como una confirmación de que son malos estudiantes, o incluso malos niños. Pero los padres pueden ayudar al tomar en serio los problemas de los niños con los profesores y ayudándolos a desarrollar las habilidades que necesitan para manejar la situación.
Tómelo en serio
Cuando los niños expresan grandes sentimientos o preocupaciones, es importante tomarlos en serio. Decir “¡mi maestro me odia!” puede sonar un poco exagerado, pero es importante recordar que, para su hijo, ese sentimiento es muy real y muy molesto. Si su hijo menciona que tiene problemas con un maestro, lo primero que le está pidiendo es que se le escuche y se le comprenda. En lugar de decir “¡Estoy seguro de que le agradas!”, intente decir: “¡Uf, qué sensación tan dura! Me alegro que me lo cuentes”.
Algunas cosas a tener en cuenta durante esta conversación con su hijo:
- Los niños con TDAH, ansiedad o problemas del aprendizaje son más propensos a interpretar incluso los comentarios más suaves como una fuerte crítica. Por ejemplo, el maestro de su hijo dice: “Tu ensayo tenía muy buenas ideas. Pero parece que te ha costado organizarlas”. Su hijo escucha: “Este ensayo era un desastre. Eres un mal estudiante”.
- Su hijo probablemente tenga (más o menos) razón, al menos al percibir la frustración del maestro. Los profesores son humanos, y trabajar con niños con problemas de salud mental, de aprendizaje y de comportamiento puede ser un reto. Las dificultades que provocan estos problemas (no hacer las tareas, comportarse mal en clase, no prestar atención) pueden conllevar a comentarios negativos (“¡Por favor, siéntate!”) y hacer que la relación entre el niño y el maestro sea tensa. ¿Significa esto que el profesor de su hijo lo “odia”? No. Pero es posible que su hijo esté captando las reacciones del profesor a su comportamiento y las interprete como una aversión.
Hable de ello
Los niños con TDAH y problemas de salud mental suelen batallar con la autorreflexión. Entender cómo nos afectan nuestras acciones y hábitos es una habilidad clave a la hora de hacer cambios positivos. Pero los niños con problemas del aprendizaje y de salud mental a menudo se ven atrapados en sentimientos que son instantáneos e intensos. Estos grandes sentimientos no dejan mucho espacio para reflexionar.
Y las experiencias que desencadenan esos sentimientos, como una interacción negativa con un profesor, pueden dejar a los niños abrumados en el momento, y más adelante heridos o evasivos. Por eso, incluso una inocente pregunta extraescolar como “¿Qué tal te ha ido el día?” puede provocar arrebatos desconcertantes.
Crear un lugar seguro para que su hijo comparta sus sentimientos y hacerle preguntas amables puede ayudar. Una vez que haya reconocido cómo se siente su hijo, haga lo posible por conocer un poco más la situación:
- Mantenga las preguntas abiertas y sin juzgar. Y sea consciente de sus propias frustraciones. Por ejemplo, si las batallas por las tareas son un problema todos los días, cuando su hijo le informe de que “¡no le caigo bien a la maestra Messina!”, puede resultar tentador decir: “Bueno, ¿crees que puede estar enojada porque no has entregado las tareas?”. Pero las preguntas que implican culpabilidad probablemente hagan que los niños se sientan más molestos y menos capaces de reflexionar sobre sus experiencias. En su lugar, trate de hacer preguntas como:
- “¿Cómo te hizo sentir eso?
- “¿Por qué crees que te pasó eso?”
- “¿Te ha pasado antes?”
- Ayude a los niños a entender y nombrar sus sentimientos. Por ejemplo, si su hijo le informa de que su maestro le llamó la atención en clase por ser ruidoso, usted podría decir: “Me pregunto si eso te hizo sentir avergonzado”.
- Sea paciente. Probablemente no resolverá el problema en una sola conversación. Los niños, especialmente los más pequeños, pueden necesitar tiempo para pensar en las cosas. Dígale a su hijo que, aunque las cosas sigan siendo difíciles en este momento, usted está orgulloso de él por haber reflexionado sobre sus sentimientos y haber trabajado para encontrar una solución. Además, recuerde que puede parecer que los niños han avanzado cuando en realidad siguen pensando en sus experiencias y trabajando en el problema, aunque no siempre compartan su proceso de pensamiento con usted.
Darles espacio a los niños para que hablen sobre cómo se sienten los ayudará a usted, y a sus hijos, a entender mejor lo que está ocurriendo.
Haga un plan
Cuando usted y su hijo estén preparados, trabajen juntos para crear un plan. Asegurarse de que su hijo sienta que está “en el equipo” le dará un sentido de agencia y una oportunidad de poner en práctica sus habilidades de autorreflexión.
- ¡Haga una lluvia de ideas! Ayude a su hijo a utilizar su autoconciencia para pensar en soluciones. Por ejemplo, si su hijo recibe a menudo una reprimenda por hablar con un amigo en clase, podría decirle: “Mmm. Me he dado cuenta de que el maestro Hernández te dice a menudo que guardes silencio cuando tú y Jaime se sientan juntos. ¿Qué podríamos hacer al respecto?”.
- Elabore un guión que su hijo pueda utilizar con su maestro la próxima vez que haya un problema. Por ejemplo:
- “Dibujar me ayuda a mantener la concentración. Sé que no parece que esté prestando atención, pero sí lo estoy haciendo”.
- “Me sentí avergonzado cuando mencionó mis tareas faltantes delante de la clase. ¿Podríamos hablar después de clase?”
- “Siento haber sido muy ruidoso hoy”.
- “Podría ayudarme hacer algunos descansos cortos durante el día cuando me cueste estar sentado”.
- Deje que su hijo tome la iniciativa, pero asegúrese de que sepa que usted está ahí para ayudarlo. Aprender a defender sus necesidades será una gran ayuda para su hijo, tanto ahora como cuando crezca.
Extienda la mano
Independientemente de las habilidades que desarrollen, los niños son… pues niños. Y hay un límite a lo que pueden y deben hacer. Anime a su hijo a defender sus necesidades, pero esté preparado para intervenir si le parece que es necesaria la intervención de un adulto.
Si su hijo tiene un problema continuo con un maestro, o incluso si sólo está preocupado o siente curiosidad, acérquese y solicite una reunión con él. Cuando hable con el profesor de su hijo, hágale saber cómo se ha sentido su hijo. Recuerde que el objetivo es que su hijo se sienta seguro y cómodo en clase, y el profesor es su socio para conseguirlo.
Y no se puede decirlo lo suficiente: Los profesores son personas. Oír que un niño se siente incómodo o molesto en su clase puede hacer que el maestro de su hijo se sienta triste, frustrado o sorprendido: ¡No sabía que se sentía así! Asegúrese de que el profesor sepa que usted está allí para encontrar una solución, no sólo para desahogarse. Algunas preguntas que puede hacer son
- ¿Qué adaptaciones podrían ser útiles en este caso?
- ¿Hay alguna intervención que podamos probar en casa?
- ¿Cómo ha manejado usted situaciones similares en el pasado? ¿Qué suele ser útil para los niños con retos parecidos?
- ¿Qué cosas podemos hacer ambos para reforzar la autoestima de mi hijo?
Hacer una lluvia de ideas juntos los ayudará a usted, a su hijo y a su maestro a sentirse como un equipo y a mantener abiertas las líneas de comunicación en el futuro.