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Reducir el riesgo de suicidio con un plan de seguridad

Acuerdos dirigidos a evitar que los niños se dañen a sí mismos.

Escrito por: Caroline Miller

Experto clínico: Joanna R. Stern, PsyD

in English

Un plan de seguridad es algo que los profesionales de la salud mental utilizan cuando un niño o adolescente dice o hace algo que sugiere que está en riesgo de llevar a cabo algún acto peligroso. Por lo general, se desencadena cuando alguien habla acerca de tener sentimientos suicidas, pero también pueden ser pensamientos de autolesión o acerca de dañar a otra persona.

El plan de seguridad consiste en una serie de pasos a los que el niño o adolescente se compromete para afrontar sus sentimientos sin hacer algo perjudicial. Normalmente implica cosas que pueden hacer para calmarse, o distraerse de los sentimientos dolorosos, y buscar apoyo. Implica cosas que tanto el adolescente como sus padres harán para que su entorno sea más seguro, como retirar los objetos que podría utilizar para lastimarse.

¿Cuándo es necesario un plan de seguridad?

El plan de seguridad suele estar motivado por algo que el adolescente dice en una sesión de terapia. “Cuando surge un elemento de riesgo durante una sesión, dejamos el resto de la agenda en ese momento y pasamos a elaborar el plan de seguridad”, explica Joanna Stern, PsyD, directora sénior del Centro para trastornos del estado de ánimo del Child Mind Institute. El profesional trabaja con el adolescente para desarrollar el plan y, una vez completado, lo comparte con sus padres. El adolescente, los padres y el profesional firman el plan y se comprometen a apegarse a él.

Obviamente, no hay garantía de que un adolescente se apegue al plan si tiene el impulso de intentar suicidarse o de cometer algún otro acto perjudicial. Pero puede salvar vidas al desviarlos hasta que el impulso haya pasado.

Esto es importante porque los preadolescentes y adolescentes que realizan intentos de suicidio tienden a ser mucho más impulsivos que los adultos. “Los adultos tienden a trazar un plan: a menudo habrán dejado una nota. Pero ese no suele ser el caso de los adolescentes”, dice la Dra. Stern. “Hacer este plan de seguridad para los adolescentes ayuda a crear más barreras, en el momento en el que corren un mayor riesgo de actuar según esos impulsos”.

¿Cómo se elabora un plan de seguridad?

Elaborar un plan de seguridad incluye que el adolescente participe en una discusión detallada sobre la razón por la que está teniendo el impulso de actuar (si se trata de suicidio, ¿cómo se imagina hacerlo?). Conocer esos detalles le permite al profesional y al adolescente discutir cómo hacer que el entorno del adolescente sea más seguro. Por ejemplo, si el adolescente está pensando en cortarse las venas, el plan implicaría reducir su acceso a los cuchillos haciendo que los padres los coloquen en lugares inaccesibles. Si existe el riesgo de saltar desde una ventana, hay que cerrar las ventanas con llave.

“Si se trata de píldoras, hacemos que los padres consigan una caja de seguridad y guarden allí todos los medicamentos, incluidos algunas de venta libre que pueden ser letales”, añade la Dra. Stern. También se les puede pedir a los padres que realicen una supervisión más intensa. “Si tienes un adolescente en casa que se mueve de forma independiente y que con frecuencia entra por su cuenta a una farmacia, te querrás asegurar de estar tomando las medidas necesarias para supervisar sus acciones”.

Es importante entender que el objetivo del plan de seguridad no es resolver las angustias, sino ayudar a la persona a resistir las próximas horas o días ante un impulso que puede ser potencialmente dañino. Por lo tanto, el plan implica formas de redirigir los pensamientos o la atención hasta que pase el impulso.

¿Qué incluye un plan de seguridad?

Un plan de seguridad típico (aquí puedes ver un ejemplo en inglés) incluye una lista de señales de advertencia que tanto el adolescente como otras personas pueden utilizar para identificar cuándo están en peligro, y los pasos a seguir para reducir ese riesgo. A menudo incluyen un texto como el siguiente:

  • Desencadenantes y señales de advertencia que me indican cuándo debo utilizar mi plan. (Ejemplos: sentirse tenso, pensamientos de querer morir).
  • Señales de advertencia que los demás pueden ver y que les indican que necesito ayuda. (Ejemplos: cara que muestra miedo, puños cerrados).
  • Estrategias de afrontamiento que puedo emplear por mi cuenta para sentirme mejor con seguridad. (Ejemplos: practicar habilidades de relajación, escuchar música tranquilizadora).
  • Personas y entornos sociales que me proporcionan distracciones.
  • Cosas que hacen que mi entorno sea seguro. (Ejemplos: evitar el acceso a objetos afilados, armas, medicamentos y/o sustancias ilegales).
  • Personas a las que puedo llamar para pedir ayuda y sentirme a salvo. (Ejemplos: padres, abuelos, adulto de confianza).
  • Profesionales/agencias a quienes puedo llamar para pedir ayuda y sentirme a salvo. (Ejemplos: terapeuta, consejero escolar, centro de crisis).

Un plan de seguridad suele incluir también pensamientos en los que el adolescente podría centrarse y que podrían mitigar el impulso suicida, como las razones para seguir vivo. No siempre es fácil. “A veces dicen ‘nada. No hay nada por lo que merezca la pena vivir'”, señala la Dra. Stern. “Realmente depende de nosotros, como profesionales de la salud mental, trabajar con ellos y decir: ‘Vale, ¿hay algo aunque sea a corto plazo?'”.

A veces, añade, un adolescente menciona a su perro (el pensamiento de lo triste que estaría su perro si se fuera, podría ser una barrera que evite el suicidio). “En realidad es cualquier cosa que pueda funcionar como el antídoto en ese momento para evitar que esos pensamientos y emociones peligrosas tomen el control”.

Qué hacer en caso de emergencia

Al final del plan de seguridad hay una sección sobre las medidas que se deben tomar si el plan no funciona.

La Dra. Stern ayuda a los padres a identificar el servicio de emergencias más cercano y, si hay varios, cuál tiene más experiencia y recursos en la atención de urgencias psiquiátricas en niños y adolescentes, como un programa de formación en psiquiatría infantil y una unidad de hospitalización en caso de que el niño deba ser internado.

También discute con los padres cómo llegarán a la sala de urgencias. “Hablemos de lo que puede ocurrir”, les dice. “¿Puedes llevarlo tú de forma segura? ¿Pueden caminar o hay que ir en taxi? ¿Cuáles serían las circunstancias en las que tendrías que recurrir al 911?”.

El objetivo, explica, es conseguir con anticipación que los padres se sientan cómodos con la idea de llamar al 911. “Las otras cosas que tenemos ahí son el número de teléfono de la línea telefónica de prevención del suicidio y la línea de texto de crisis”.

Revisión del plan

Una vez que se ha establecido un plan, la Dra. Stern dice que el terapeuta examina y revisa regularmente el plan con el adolescente.

El objetivo es confirmar que el adolescente sigue sintiendo que el plan puede mantenerlo a salvo hasta su próxima sesión. Si siente que la próxima sesión está demasiado lejos, “entonces buscaremos la manera de ajustar el horario. Porque queremos reforzar ese comportamiento de búsqueda de ayuda antes de que realicen acciones que pongan su vida en peligro”.

Si a los padres les preocupa la seguridad de su adolescente, también le pueden recordar el plan. “Si un adolescente les dice ‘sé que prometí esto, pero no puedo hacerlo’, hablamos con los padres sobre lo que hay que hacer, como llevarlos a emergencias, qué decirles cuando lo lleven… todas esas cosas”.

Tolerar los sentimientos de angustia

Aunque el concepto de un plan de seguridad se centra en ayudar a la persona a pasar las próximas horas o días de forma segura, también hay un panorama más amplio. Cuando los niños tienen emociones extremadamente fuertes, es importante que aprendan que estas no son eternas.

Cuando los niños aprenden a utilizar estas estrategias de afrontamiento durante el periodo de tiempo en el que experimentan las emociones más intensas, están aprendiendo a tolerar los sentimientos angustiantes en general, explica la Dra. Stern, y practicando a superarlos sin hacer nada que empeore la situación.

La lección, dice, es que aunque sientan que las cosas no están bien, pueden salir adelante: “Incluso si es tan horrible como creo que es. Incluso si no mejora de forma rápida, puedo sobrevivir un día más o puedo sobrevivir otras cuantas semanas”.

El papel de los padres

Otro objetivo del plan de seguridad es que, no sólo el terapeuta sino también los padres del adolescente, sepan lo que siente el niño. Puede ser muy difícil para los padres aceptar que su hijo se siente tan mal como para tener ganas de suicidarse, pero tomar esos sentimientos en serio es fundamental para mantenerlos a salvo. Validar sus sentimientos al escucharlos con calma, sin juzgarlos, es crucial para conseguir que el niño no siga sus impulsos de hacerse daño.  

Los padres suelen ser muy reacios a entablar una conversación sobre los sentimientos suicidas de un niño porque temen que esto los haga más propenso a actuar, o que de alguna manera les dé ideas. “Pero lo que estamos haciendo en realidad no se trata de poner ideas que no hayan estado ahí”, dice la Dra. Stern. “Sino que se trata de crear un espacio abierto para hablar de ello, y dar a los padres un lenguaje para hablar de ello”. Incluso si un niño no ha expresado directamente sus sentimientos suicidas, pero a los padres les preocupa que pueda ser suicida, lo correcto es preguntárselo.

Y en el lado opuesto, los niños a menudo sienten que no pueden contar a sus padres lo que sienten porque se alterarían demasiado. Por eso es importante que los padres estén lo más tranquilos posible al hablar del plan de seguridad. “Esto no quiere decir que no deban sentirse perturbados por ello, por supuesto que sí. Esto es para decir que los padres necesitan usar algunas de sus propias habilidades para superar ese momento. Luego pueden derrumbarse y llorar. Si tienen una pareja, o una red de apoyo, encuentren a los niños y extiéndales la mano, y después déjense caer”.

A veces la Dra. Stern habla con los padres por separado antes de la discusión del plan de seguridad con el niño. Pero a veces no hay tiempo. Si el niño teme la reacción de los padres, la Dra. Stern mediará, manteniendo el enfoque en la seguridad: “Esto es lo que tu hijo necesita de ti en este momento”.

O si los padres son reacios a tomar en serio una amenaza de suicidio, les dirá: “Entiendo que no quieran hacerlo y que no quieran llevar a su hijo a emergencias, porque podría ser puro cuento, ¿verdad? Los oigo pensar: ‘No creo que mi hijo realmente lo diga en serio’. Tenemos que pecar de precavidos. Porque, ¿y si lo hacen? Mi prioridad es mantenerlos vivos”.

Un plan de seguridad no es una garantía de la seguridad de un niño, pero es una herramienta concreta que puede ayudar a todos a manejar una situación que, de otro modo, parece aterradora y fuera de control. Y al crear una estructura para hablar de ello con calma, puede ayudar a un niño infeliz a dar pasos importantes para afrontar sus sentimientos sin hacer algo perjudicial.

La última revisión de este artículo se realizó el 18 de septiembre de 2024.