Y por qué es un problema para los niños con trastornos del aprendizaje o de salud mental.
Clinical Expert: Adam Zamora, PsyD
in EnglishTodos procrastinamos cuando alguna tarea nos resulta incómoda, difícil o intimidante. Evitar estas tareas nos brinda alivio temporal, pero incrementa el estrés y empeora la situación. Los estudiantes universitarios, que necesitan administrar bien su tiempo y llevar a cabo proyectos de largo plazo, son especialmente propensos a la procrastinación. Es frecuente que las personas que tienen desafíos de aprendizaje o de salud mental posterguen las cosas debido a experiencias negativas que han tenido con el trabajo escolar. Como resultado de esta evasión, generan una nueva experiencia negativa cuando tienen que apresurarse a hacer algo, lo entregan tarde o mal hecho. Y así se mantiene el ciclo.
La procrastinación no siempre implica estar divirtiéndose cuando deberíamos estar trabajando. A veces se parece más a ocuparse en tareas sin relevancia, como releer emails varias veces sin responderlos, o tener la necesidad repentina de un descanso cada vez que planeas comenzar con una tarea. El primer paso para combatir la procrastinación es reconocer este tipo de comportamientos.
Procastinar aumenta los niveles de estrés, lo que a su vez dificulta que te concentres y contribuye a la confusión mental. El estrés obstaculiza recordar lo que estás leyendo o revisando cuando estás estudiando: las cosas tienden a entrar por un oído y salir por el otro. Para romper este ciclo, empieza por las tareas más difíciles y recompénsate después con algo que disfrutes por haber hecho lo que te cuesta trabajo. También es importante eliminar distracciones, alimentarse y dormir bien. Otra cosa que es útil para superar tu resistencia es visualizarte habiendo terminado las tareas. También ayuda involucrar a otras personas en tus planes: estudiar en grupo o planear una reunión después de estudiar pueden significar un apoyo valioso.
Hacer ese trabajo escolar o estudiar y recibir comentarios positivos por el resultado puede reducir la asociación entre tarea e incomodidad, y eso te ayudará a romper el ciclo de la procrastinación.
La procastinación (postergar o aplazar las cosas) es algo que todos hacemos cuando tenemos que hacer una tarea que no queremos. Quizá es una tarea difícil o hay algo en ella que no sabemos bien cómo hacer, o tal vez nos da miedo no ser buenos en eso. Posponer la tarea nos permite escapar de la incomodidad, pero sólo de manera temporal. Al final, como es de esperar, empeora las cosas. La procrastinación añade más estrés a las situaciones, porque sabemos que no hicimos lo que debíamos haber hecho, o porque nos tenemos que apresurar a completar una tarea complicada a último minuto. ¿Quién no está familiarizado con este ciclo?
La procrastinación es un desafío en particular para los estudiantes universitarios, pues la expectativa que se tiene de ellos es que puedan llevar a cabo proyectos de largo plazo y ser responsables con el uso de su tiempo. A más de un universitario de nuevo ingreso le ha pasado que procrastinaron tanto durante el primer semestre, que en diciembre se encuentran con una carga académica imposible de cumplir.
Los niños con problemas de aprendizaje o de salud mental son especialmente propensos a la procrastinación. Cualquier persona que se haya enfrentado a ansiedad o depresión, o a algún trastorno del aprendizaje, probablemente ha tenido alguna vez una mala experiencia relacionada con el trabajo escolar (problemas para entender una tarea, preocupación por el hecho de que su trabajo no sea suficientemente bueno o alguna calificación por la que sintieron vergüenza). Estas malas experiencias pueden desencadenar una sensación de incomodidad cuando nos enfrentamos a tareas nuevas, así como una poderosa necesidad de eludirlas.
Dado que evitar la incomodidad nos hace sentir mejor, aunque sea a corto plazo, tendemos a querer repetirlo. Pero retrasar los proyectos escolares hasta su fecha de entrega (y entrar en pánico) mantiene el ciclo de malas experiencias y conduce a una mayor procrastinación.
Cuando procrastinamos, podemos aliviar la ansiedad ocupándonos en otras cosas, para así sentir que en realidad estamos siendo productivos. La procrastinación no siempre consiste en hacer cosas divertidas o sin sentido, también puede incluir ocuparnos en cosas que no se relacionan con la actividad importante que tenemos entre manos.
Estas son algunas señales de procrastinación:
El primer paso para combatir la procrastinación es reconocer que eso es precisamente lo que estás haciendo. Mientras mejor te conozcas y reconozcas tus motivaciones, podrás trabajar mejor para alcanzar tus metas.
No es sólo que al procastinar tienes menos tiempo para escribir un buen ensayo o estudiar para un examen: procastinar también aumenta tus niveles de estrés.
Una buena forma de combatir la procrastinación es posponer eso que te entusiasma más hacer hasta que hayas terminado primero las tareas más estresantes. Así, las tareas que te parecen más atractivas se convierten en una recompensa motivadora.
Ya sea que se trate de responder un email, llamar a alguien, leer un reporte o escribir un ensayo, siempre deberías tratar de completar primero la tarea más difícil. Al quitarte de encima el peso de una tarea difícil, tus niveles de estrés bajan, y eso te hace sentir bien contigo y tener una sensación de logro que te motiva a hacer lo que sigue.
Otras maneras de combatir la procastinación:
La clave para romper el ciclo de la procrastinación es encontrar la forma de obtener el apoyo que requieres para tener una buena experiencia con el trabajo escolar. Cuanto mejor puedas superar la tentación de eludir tus tareas o terminar tu trabajo y obtener retroalimentación, menores posibilidades tendrás de asociar el trabajo escolar con algo incómodo. Además, obtener el apoyo académico que necesitas para desarrollar un trabajo que refleje tu verdadera capacidad, te facilitará el trabajo, mejorará tu autoestima y te garantizará obtener las calificaciones que mereces.
Notifications