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Cómo hablar con los niños sobre sus preocupaciones por el regreso a clases

Consejos para tener una conversación más productiva.

Escrito por: Rae Jacobson

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El regreso a la escuela puede traer consigo grandes preocupaciones para los niños, pero hablar de las preocupaciones (y sentirse apoyados) puede ayudar. Estos son algunos consejos para que las conversaciones sobre el regreso a clases sean más productivas y menos estresantes para todos.

Sea realista acerca de los desafíos

Los niños que han tenido dificultades en el pasado, especialmente los que tienen problemas del aprendizaje, de salud mental o sociales, a menudo sienten más ansiedad que entusiasmo por el regreso a la escuela. Como padres, es tentador centrarse en lo positivo: “¡Es un año completamente nuevo!”.

Pero pasar por alto los desafíos de su hijo puede hacerlo sentir que no es escuchado, y además es una oportunidad que se pierde para hablar de lo que realmente le preocupa: ¿Y si otra vez me va mal? ¿Y si no puedo hacerlo? ¿Y si tengo que hablar frente a la clase?

En lugar de eso, reconozca las dificultades de su hijo y sea directo (y estratégico). Piense en lo que tradicionalmente ha sido difícil para su hijo: ¿Problemas sociales? ¿Ansiedad por los exámenes? ¿Problemas para seguir las reglas en clase? Los problemas del pasado pueden proporcionar un mapa para el apoyo futuro. Dele a su hijo la oportunidad de hablar de cualquier tipo de preocupación (¿y si me va pésimo en matemáticas como el año pasado?, ¿y si me piden que vuelva a hablar frente a la clase otra vez?), y hagan juntos una lluvia de ideas para encontrar soluciones.

  • “Recuerdo lo difíciles que fueron las matemáticas el año pasado. Pero ahora sabemos mucho más sobre lo que necesitas para hacerlo bien. Hagamos un plan cuando te sientas preparado.
  • “Hablemos con el Sr. Ramírez para explicarle que no te gusta que te llamen al pizarrón”.

Dar a los niños la oportunidad de hablar sobre lo que les preocupa puede ayudarlo a usted a entender sus dificultades y abogar por lo que necesita.

Tómese las preocupaciones en serio

Recuerde que los problemas que a usted le podrían parecer una tontería puede que sean algo muy serio para su hijo. Preocuparse por el hecho de que no coincida con sus amigos en ninguna clase, encontrarse en el pasillo con un antiguo enamorado, descubrir que tendrá otra vez clase con un maestro que “¡me odia!” (todo ello puede ser fuente de verdadero estrés).

En lugar de ignorar las preocupaciones, asegúrese de validar los sentimientos de los niños y brindarles oportunidades para hablar de lo que les preocupa. Hacer preguntas abiertas y sin prejuicios puede ayudar a los niños a abrirse y hacer más fácil que compartan sus preocupaciones.

  • “No puedo creer que vayas a empezar el quinto grado este año. ¿Cómo te sientes?”.
  • “¿Estás emocionado de volver a la escuela?”.

Hable de las cosas buenas

La ansiedad puede dominar a los niños, bloquear los buenos recuerdos y proyectar una nube oscura sobre el próximo año. Pero las declaraciones de ánimo grandes y vacías (“apuesto a que te encantará”) se pueden desplomar. En su lugar, intente preguntarles por cosas concretas que hayan disfrutado en el pasado. Ayudar a su hijo a recordar algunas de las cosas buenas de la escuela (actividades o clases que le gustan, maestros favoritos, amigos que ha echado de menos durante el verano) puede ayudar a combatir los pensamientos negativos y reducir el estrés. Trate de animar a sus hijos a hacer comparaciones sobre temas como los siguientes:

  • ¿Qué han echado de menos de la escuela durante las vacaciones de verano? ¿Ver a los amigos? ¿Las galletas de la comida? ¿Los ensayos de las obras de teatro?
  • ¿Qué les hace ilusión? ¿Empezar una nueva materia? ¿Descansar del tiempo con los padres? (Seamos sinceros, los adultos pueden ser agotadores). ¿Integrarse a un equipo? ¿Decorar su casillero? Sea lo que sea, asegúrese de incluirlo en sus conversaciones sobre el regreso a clases.

Recuerde, la idea no es hacer una canción y un baile sobre lo increíble que será la escuela. El objetivo es ayudarlos a centrarse más en los hechos de lo que han disfrutado y menos en los “y si” de lo que podría salir mal.

No presione

A veces los niños simplemente no quieren hablar. Todos queremos que nuestros hijos se sientan apoyados y que les vaya bien, pero a veces lo que hay que hacer es dar un paso atrás. El objetivo debe ser que su hijo sepa que usted es consciente de que este puede ser un momento estresante, y que está ahí por si quiere hablar.

La necesidad de hablar incluso cuando su hijo no responde, puede deberse más a sus propias ansiedades que a las necesidades de su hijo. Intente controlar sus propias expectativas y, si su hijo no está preparado para hablar o no parece interesado en la conversación, no pasa nada. Tendrá muchas oportunidades para conversar a medida que avance el año. De momento, basta con que sepa que usted está ahí y que lo quiere y lo apoya.

La última revisión de este artículo se realizó el 1 de agosto de 2023.