Las señales de autismo podrían pasar desapercibidas en bebés y niños pequeños, a menos que sepas exactamente qué estás buscando.
Clinical Expert: Cynthia Martin, PsyD
in EnglishPor lo general, los niños reciben un diagnóstico de autismo entre los 5 y los 6 años, pero el autismo se puede diagnosticar en bebés de tan sólo 12 meses. Aunque las primeras señales del autismo se pueden observar a los seis meses, es fácil que pasen desapercibidas. De cualquier manera, es importante que el diagnóstico de autismo se obtenga lo antes posible porque permite que los niños comiencen a recibir el apoyo que necesitan durante un período fundamental en la adquisición de habilidades básicas que los ayudarán a comunicarse.
Las características del autismo se dividen en dos categorías principales: problemas con la comunicación social y lo que se conoce como comportamientos restringidos y repetitivos (RRB, por sus siglas en inglés). Un niño debe mostrar características de ambas categorías para ser diagnosticado con autismo.
Los bebés y niños pequeños desarrollan habilidades de comunicación incluso antes de comenzar a hablar. Estas habilidades incluyen señalar cosas, mostrar y dar juguetes a otros y hacer gestos con las manos. Los niños con autismo desarrollan estas habilidades en menor proporción que otros niños.
Los RRB son patrones de comportamiento que se pueden manifestar como movimientos corporales, como sacudir las manos o dar giros, los cuales son más comunes en personas con autismo que en la población en general. Un RRB en niños pequeños también podría ser un interés intenso en una cosa en particular, como el agua. Otros ejemplos podrían ser sostener un juguete en lugar de jugar con él o tener una reacción fuerte ante ruidos intensos o texturas ásperas.
Si crees que tu hijo pudiera estar dentro del espectro autista es importante que sea evaluado por un experto en autismo, con experiencia en diagnóstico de niños pequeños. Un diagnóstico temprano puede permitir a un niño con autismo aprender habilidades de comunicación que le serán útiles a medida que crezca.
El autismo es un trastorno del desarrollo que impacta la forma en que un niño aprende a comunicarse y a interactuar con el mundo. De acuerdo con información reciente, la edad promedio para el diagnóstico del trastorno del espectro autista (TEA) es alrededor de los 5 o 6 años, aunque puede ser diagnosticado incluso en niños de tan sólo 12 meses. Puede que esto parezca ser demasiado pronto, pero el autismo es un trastorno que se presenta a edad temprana y que dura toda la vida. Por lo tanto, un diagnóstico temprano permite que los niños reciban el apoyo que necesitan durante el período crucial de desarrollo que ocurre antes de que cumplan los 5 años.
La Dra. Cynthia Martin, psicóloga y directora sénior del Centro para el autismo en el Child Mind Institute afirma que puede haber señales de autismo en bebés de apenas seis meses de edad. “No es así en todos los casos”, explica. Pero en general, los síntomas asociados con el TEA estarán presentes para la mayoría de los niños en algún momento entre los seis meses y los tres años.
Sin embargo, es fácil que estas señales de autismo pasen desapercibidas en infantes y niños pequeños, a menos que sepas qué estás buscando.
A cualquier edad, los síntomas del autismo se agrupan en dos categorías principales: los desafíos relacionados con la comunicación social y los comportamientos restringidos, repetitivos (RRB, por sus siglas en inglés). Incluso en el caso de niños muy pequeños, dice la Dra. Martin, podemos observar la ausencia de las habilidades típicas de comunicación social y la presencia de comportamientos atípicos o RRB. El autismo comparte algunos rasgos con otros trastornos, por lo cual a menudo se diagnostica mal o de forma tardía. Pero los niños con TEA muestran características de ambas categorías, como Charlie, quien fue diagnosticado con autismo al cumplir tres años.
Cuando la madre de Charlie, Jamé, lo llevó a su revisión de los dos años, su pediatra dijo que Charlie tenía un retraso del habla y le recomendó terapia del habla.
“Me sorprendió un poco, pero no de mala manera”, dijo Jamé. “En ese momento él todavía no señalaba ni gesticulaba, ni siquiera hacía sonidos o inflexiones. Pero en realidad no era algo que como padres nos preocupara. Supongo que porque ninguno de los dos había tenido hijos antes”.
Jamé y su pareja eran padres primerizos, pero no eran los únicos que veían de esa forma el desarrollo de su hijo. “Es muy común que los padres no sepan acerca de los hitos del desarrollo en cuanto a la comunicación social”, afirma la Dra. Martin. Estos hitos son sutiles, pero las habilidades que demuestran son los cimientos de la comunicación y el lenguaje.
Los niños con autismo desarrollan estas habilidades de comunicación social prelingüísticas de forma tardía e inconsistente, en comparación con los niños que se desarrollan de manera típica.
Por ejemplo, los infantes con TEA podrían tener dificultad para distinguir entre las caras de sus cuidadores y las de personas extrañas, o evitar el contacto visual, los cuales son dos de los primeros indicadores de que hay un déficit en la comunicación social. Pero una gran cantidad de investigaciones sugieren que un uso limitado de los gestos es una de las señales más “robustas” de autismo en infantes y niños muy pequeños, según un estudio específico.
La gesticulación está estrechamente relacionada con el desarrollo del habla y el lenguaje. Típicamente, antes de aprender a hablar los niños aprenden a comunicarse utilizando gestos para expresar sus pensamientos y deseos.
“A los 16 meses, deberíamos ver alrededor de 16 gestos o maneras no verbales de comunicación con otras personas”, explica la Dra. Martin.
Entonces, ¿a qué cosas deberían prestar atención los padres?
Los RRB son patrones de comportamiento que ocurren más frecuentemente entre las personas con autismo que en la población en general. Los RRB pueden incluir sacudir las manos, hacer giros o quedarse quieto en una postura corporal particular. También pueden incluir una forma peculiar de jugar, una fijación con algún interés en particular y problemas del procesamiento sensorial.
Los RRB en niños con autismo son comportamientos intensos y muy enfocados que moldean la forma en que interactúan con el mundo. Como lo plantea la Dra. Martin: “¿Qué se está perdiendo el niño por estar enfocado en algo con más intensidad que los demás, y no en lo que otras personas en su entorno se están enfocando?”
Jamé sabía que a Charlie le gustaba apilar y arreglar sus juguetes y que le gustaba la sensación suave de la tierra de las macetas en sus manos. Pero cuando entró a preescolar, sus patrones de comportamiento se hicieron más pronunciados, lo que le dificultaba adaptarse. “Sus maestros decían cosas como ‘no se pone los zapatos’”, recuerda Jamé. “Si era la hora del círculo él se ponía a caminar alrededor del salón y hacía algo diferente”. A Charlie también se le dificultaba la transición de una actividad a otra, un desafío común en niños con autismo que se desencadena por muchos factores, incluyendo los comportamientos RRB.
“En algunos niños, los RRB se presentan al mismo tiempo que los déficits en la comunicación social”. En otros casos, hay un retraso bastante significativo, lo que en el caso de un niño pequeño podría significar entre seis a 12 meses después”, explica la Dra. Martin.
“El reto es que algunos comportamientos repetitivos son muy comunes en niños pequeños, porque su sistema nervioso sigue en desarrollo”, añade. “Podrían experimentar lo que se conoce como un desbordamiento motor, que es cuando hay algún tipo de estimulación y vemos que adoptan algunas posturas breves o sacuden sus manos”.
Pero para los niños pequeños con TEA, los comportamientos repetitivos persisten y se presentan como un patrón.
Algunos de estos patrones pueden surgir desde el primer año de un niño.
Jamé se resistía un poco a buscar un diagnóstico de autismo para Charlie a una edad tan temprana. Sus necesidades y comportamientos, aunque parecían poco usuales para otras personas, le parecían a ella simplemente humanos. Pero la intervención temprana y el diagnóstico le han dado a Charlie acceso a una red de apoyo que realmente necesita. “Es un niño pequeño, pero es muy inteligente y me siento muy orgullosa de él”, dice Jamé. “Sólo quiero que reciba lo que necesita para ayudarlo a ser más independiente cuando yo no esté con él”.
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