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Vacunas y autismo: Una perspectiva clínica

Numerosas pruebas demuestran que no existe una relación creíble entre las vacunas y el autismo. Expertos clínicos explican lo que se sabe actualmente sobre el autismo y sus posibles causas.

Escrito por: Molly Hagan

Expertos clínicos: Cynthia Martin, PsyD , Adriana Di Martino, MD

in English

Es posible que hayas escuchado decir que las vacunas causan autismo. Más de 20 rigurosos estudios de alta calidad no han encontrado ninguna evidencia (en inglés) que respalde esta afirmación. Sin embargo, persiste, y eso puede afectar a las familias que intentan tomar las mejores decisiones sobre la salud de sus hijos. Le pedimos a los expertos clínicos del Centro clínico para el autismo del Child Mind Institute que nos ayudaran a comprender los orígenes de esta afirmación, por qué persiste y cuál es el estado actual de la investigación sobre las posibles causas del autismo.

¿Qué es el autismo?

El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es un trastorno del desarrollo neurológico, lo que significa que afecta el desarrollo del cerebro. El autismo se caracteriza por una deficiencia en las habilidades de comunicación social, una forma técnica de decir que afecta la forma en que un niño se involucra en una conversación, hace amistades e interpreta las señales sociales. Los niños con trastorno del espectro autista también muestran comportamientos e intereses restringidos y/o repetitivos, a menudo llamados RRB, por sus siglas en inglés. Estos pueden incluir tanto movimientos repetitivos como el uso de objetos (por ejemplo, agitar las manos, alinear coches de juguete o clasificar lápices de colores por colores). Los RRB también pueden incluir intereses especiales muy marcados hacia temas o cosas muy específicos, como los deportes, los sistemas de transporte, los números, el anime o el agua.

Las investigaciones sugieren que el autismo se podría presentar en un niño antes de nacer, aunque no se manifiesta completamente hasta la etapa de la primera infancia. Además, el autismo se puede diagnosticar a personas de cualquier edad. Quizás sus síntomas o rasgos autistas eran más difíciles de notar cuando eran más jóvenes, aún no cumplían todos los criterios para el diagnóstico o se pasó por alto por completo. Las personas con autismo muestran una amplia gama de habilidades y comportamientos sociales, por eso se denomina espectro.

Cynthia Martin, PsyD, directora sénior del Centro clínico para el autismo del Child Mind Institute, afirma que las manifestaciones individuales del autismo, es decir, la forma en que las personas autistas se comportan e interactúan con el mundo, son tan diversas que en realidad podría ser más preciso hablar de “autismos” en lugar de considerar a todas las personas en una gran categoría.

Para recibir el diagnóstico de autismo, los problemas de un niño con las habilidades de comunicación social y los RRB deben afectar su funcionamiento diario de manera que requieran cierto grado de apoyo. En algunos casos, el apoyo significa adaptaciones en la escuela o acudir a terapia varias veces a la semana. En otros casos, significa recibir ayuda las 24 horas del día con atención personal básica.

¿Las vacunas causan autismo?

No. Tras la publicación de más de 20 estudios que examinan directamente esta afirmación, no hay pruebas científicamente aceptables de que las vacunas causen autismo. Pero es útil comprender de dónde surgió la idea y por qué se ha señalado en particular a la vacuna triple viral.

¿Qué es la vacuna triple vírica?

La vacuna triple viral (en inglés) es una vacuna combinada que proporciona inmunidad contra tres enfermedades excepcionalmente peligrosas y potencialmente mortales: el sarampión, las paperas y la rubéola. Se desarrolló en 1971.

Antes de que existiera la vacuna, casi todos los niños contraían el sarampión antes de los 15 años. La enfermedad mataba a entre 1 y 2 niños por cada 1000. Además, no existe un tratamiento específico para ella. Por otra parte, la exposición a la rubéola durante el embarazo puede provocar abortos espontáneos, muerte fetal y graves defectos congénitos. Las paperas son menos mortales, pero pueden causar inflamación alrededor del cerebro y complicaciones de por vida, como la sordera.

La vacuna triple viral protege a las personas contra estas enfermedades y, al hacerlo, protege a la comunidad en general. Tomemos como ejemplo el sarampión, que tiene una tasa de infección asombrosa del 90 %. Incluso unas pocas personas sin inmunidad pueden provocar un brote en la población (en inglés). (Dos dosis de la vacuna triple viral tienen una eficacia del 97 % en la prevención del sarampión (en inglés); una dosis tiene una eficacia de alrededor del 93 %). Las bajas tasas de inmunización, impulsadas en parte por los padres que deciden no vacunar a sus hijos, provocaron un aumento del 20 % en los casos de sarampión (en inglés) en todo el mundo entre 2022 y 2023.

El informe Wakefield y los orígenes de la desconfianza hacia la vacuna triple viral

En 1998, el entonces médico Andrew Wakefield publicó un artículo en Lancet, una prestigiosa revista médica. Allí afirmaba tener pruebas de que la vacuna triple viral podía causar síntomas de autismo en niños. Pero el artículo tenía deficiencias graves. Investigaciones posteriores revelaron que Wakefield había manipulado e incluso falsificado datos, además de cometer otras graves violaciones éticas, todo lo cual fue posteriormente reconocido por Lancet.

El artículo de Wakefield se basaba en los informes de 12 casos de niños. Esto es importante porque 1) los estudios válidos deben incluir a muchos más participantes para demostrar su relevancia e incluso más para representar adecuadamente a la población en general, y 2) un informe de casos no es realmente un estudio (en inglés). Los informes de casos proporcionan historiales médicos detallados de pacientes individuales. Pueden ser muy útiles para recopilar datos o para señalar un tema que merece ser estudiado más a fondo, pero no están pensados para respaldar afirmaciones por sí solos.

En 2010, el Consejo Médico General (GMC) británico, de carácter independiente, declaró a Wakefield culpable de 30 cargos de mala práctica profesional (en inglés). El consejo se mostró especialmente indignado por su “insensible desprecio” hacia los niños que participaron en el informe y la tergiversación (en inglés) de sus síntomas. También lo expusieron por varias violaciones éticas, señalando que su investigación fue financiada (en inglés) en parte por abogados que pretendían demandar a los fabricantes de vacunas. La revista Lancet retiró el artículo y Wakefield perdió su licencia médica (en inglés).

Mientras tanto, otros investigadores pusieron a prueba la afirmación de Wakefield. Se publicaron docenas de informes, incluidos dos estudios consecutivos (en inglés) en los que participaron todos los niños nacidos en Dinamarca durante un periodo de 30 años. Ninguno pudo encontrar relación alguna entre la vacuna triple viral y el autismo.

Por qué persiste la sospecha sobre la vacuna triple viral

Wakefield y su informe recibieron mucha atención de los medios de comunicación, lo que creó una relación entre las vacunas y el autismo en la opinión pública. La afirmación fue tan omnipresente que, independientemente de tu opinión, lo más probable es que la hubieras oído. Y para algunas personas, la relación parecía tener sentido debido a coincidencias. Las señales de autismo suelen empezar a aparecer entre los 0 y los 2 años porque médicos, cuidadores y padres están monitoreando los hitos de comunicación social del niño: establecer contacto visual, utilizar señales con las manos, responder a su nombre. Esta es también la edad recomendada para que los niños reciban la primera dosis (en inglés) de la vacuna triple viral.

“Si ves que a tu hijo le suceden cosas justo inmediatamente una de la otra, es normal que como padre o madre pienses: “Debe haber alguna relación””, dice la Dra. Martin, quien también es madre.

Una vez que se estableció una asociación entre la vacuna triple viral y los síntomas de autismo, es comprensible que las personas creyeran que veían “pruebas” de que una cosa había causado la otra, lo que puede ser un poderoso motivador personal, incluso cuando todas las pruebas científicas demuestran que los dos acontecimientos no están relacionados. Pero lo que los padres vieron era una correlación (cuando dos cosas ocurren al mismo tiempo), no una causalidad (cuando una cosa causa la otra).

Pero, ¿qué hay de los ingredientes de las vacunas?

No hay motivo para preocuparse por los ingredientes de las vacunas, y los científicos no lo dicen a la ligera. Los detractores de las vacunas suelen señalar como motivo de alarma un conservante que contiene mercurio llamado timerosal. La Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) pidió a las empresas que eliminaran el timerosal de las vacunas a partir de 1999 como medida de precaución, y desde entonces, docenas de estudios han demostrado que es seguro. Pero en 2000, varios grupos de padres plantearon la afirmación (en inglés) de que el timerosal causaba autismo.

Los investigadores se embarcaron en docenas de estudios y examinaron décadas de datos (en inglés) de varios países para comprobar esta afirmación. No pudieron encontrar ninguna relación entre las vacunas, el timerosal o el mercurio y el autismo. El mercurio suena aterrador, pero para que quede claro, el timerosal contiene una cantidad pequeña y segura de la misma variedad que se encuentra en el pescado, aproximadamente la misma que se encuentra en una lata de atún de tres onzas (en inglés).

Y lo que es más importante, la vacuna triple viral nunca ha contenido timerosal (en inglés).

¿Qué causa el autismo?

La respuesta sincera es que, por ahora, no lo sabemos con certeza, pero aquí te brindamos un poco de información sobre lo que hemos aprendido sobre el autismo y un resumen del estado actual de la investigación.

Breve historia del autismo

El autismo se identificó por primera vez en la década de lo cuarenta, pero no se convirtió en un diagnóstico formal hasta que apareció en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM-3, en 1980.

La definición se revisó para incluir más criterios de diagnóstico en 1987, y se ha ampliado aún más en las versiones posteriores del manual. La versión más reciente, el DSM-5, incluye ahora bajo el autismo algunos trastornos que anteriormente se clasificaban por separado. Por ejemplo, el trastorno de Asperger era antes un diagnóstico independiente, pero ahora se ha incluido en el trastorno del espectro autista.

En 2000, 1 de cada 150 niños en Estados Unidos había recibido el diagnóstico de autismo. En 2025, los CDC informaron que era 1 de cada 31 (en inglés).

Lo que la cifra de los CDC les indica a los profesionales clínicos es que hay más niños que han recibido un diagnóstico de autismo por parte de un médico o o que se les ha identificado como autistas en su IEP escolar debido a la forma en que se calculan las estadísticas (en inglés). En el pasado, muchas personas con autismo no eran diagnosticadas, por lo que no aparecían en las estadísticas. Además, padres y médicos están mejorando en el reconocimiento del autismo a diferentes edades y en el diagnóstico de los niños para que puedan recibir la ayuda que necesitan.

Posibles causas del autismo: genéticas y ambientales

A medida que nuestra comprensión del autismo evoluciona rápidamente, también lo hace la investigación genética sobre sus causas. “Cuando yo era estudiante de medicina, solo se conocían unos pocos genes relacionados con el autismo”, afirma la Dra. Adriana Di Martino, directora fundadora e investigadora del Centro clínico para el autismo del Child Mind Institute. Hoy en día, los investigadores han identificado más de 100, lo que demuestra que hay múltiples causas y posibles vías implicadas en el desarrollo del autismo.

Se cree que el autismo surge de una compleja interacción de factores que influyen en el desarrollo temprano del cerebro. Entre ellos se incluyen factores genéticos, prenatales y, en cierta medida, ambientales.

Las contribuciones genéticas incluyen la herencia, las mutaciones raras y las variaciones poligénicas comunes (lo que significa que hay múltiples genes que contribuyen a la susceptibilidad al autismo). Entre los diversos factores prenatales y ambientales que se han relacionado con una mayor probabilidad de autismo se incluyen la edad avanzada de los progenitores, en especial de los padres (en inglés), las infecciones maternas, la exposición a toxinas; las condiciones metabólicas durante el embarazo y las complicaciones en el parto.

Los profesionales clínicos enfatizan la importancia de la concientización, la educación y la intervención temprana en el autismo. Cuanto antes se diagnostique a un niño, antes podrá empezar a recibir apoyo.

“Necesitamos diagnosticar a los niños tan pronto como se detecten los síntomas del autismo”, afirma la Dra. Martin. “Luego, necesitamos intervenciones individualizadas y bien adaptadas que sean significativas y tengan sentido para ese niño. Y apoyarlos para que tengan la mejor calidad de vida posible“.

Preguntas frecuentes

¿Las vacunas causan autismo?

No, las vacunas no causan autismo. Más de 20 rigurosos estudios de alta calidad no han encontrado prueba alguna que respalde esta afirmación.

¿Qué causa el autismo?

Hay pruebas de que existen múltiples causas y posibles vías implicadas en el desarrollo del autismo. Se cree que el autismo surge de una compleja interacción de factores que influyen en el desarrollo temprano del cerebro. Entre ellos se incluyen factores genéticos, prenatales y, en cierta medida, ambientales durante la gestación.

¿Qué es la vacuna triple viral?

La vacuna triple viral es una vacuna combinada que proporciona inmunidad contra tres enfermedades excepcionalmente peligrosas y potencialmente mortales: el sarampión, las paperas y la rubéola.

La última revisión de este artículo se realizó en 3 de octubre de 2025.

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