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¿Qué hacer si mi hijo se resiste al tratamiento o al terapeuta?

Escrito por: Hannah Sheldon-Dean

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Puede ser difícil lograr que los niños acepten ver a un profesional de la salud mental. No basta con que tú veas cómo sufren o que sea evidente para todas las personas a su alrededor que se están comportando de una manera diferente a la usual y que necesitan ayuda. Para que esto suceda, es necesario que los adolescentes quieran mejorar y tengan la disposición a trabajar con alguien.  

Para que el tratamiento funcione, los niños lo tienen que aceptar, al menos en cierta medida.

Por lo tanto, es importante llegar al fondo del porqué tu hijo se niega, y tratar de que cambie de opinión. Estas son algunas de las razones más comunes por las que un niño se podría negar a recibir tratamiento: 

  • Piensan que no necesitan ayuda. Tal vez digan: “Simplemente así soy”. 
  • No creen que la terapia o la medicina vayan a funcionar. 
  • Ya lo han probado y no les ha gustado. 
  • Creen que pedir ayuda es vergonzoso. 
  • Están a la defensiva.  
  • Sienten que no hay esperanza.  

Los adolescentes no siempre tienen la capacidad de juzgar lo que necesitan, pero es esencial que los padres les den la oportunidad de explicar cómo se sienten y después les den una respuesta equilibrada. Esto mejorará tu relación con tu adolescente y también aumentará la probabilidad de que te escuchen. Estas son algunas estrategias que puedes probar: 

Explícalo de otra manera 

Si tu hijo piensa que pedir atención de salud mental es vergonzoso o un signo de debilidad, subraya que no es diferente de ir al médico cuando enfermamos. En ambos casos, lo que se busca es sentirnos mejor.  

Además, trata de que se desprenda del estereotipo de que la terapia significa compartir los secretos más oscuros con una persona desconocida. Dile que es más bien como trabajar con un entrenador. Incluso los atletas profesionales necesitan entrenadores para aprender nuevas estrategias, practicar nuevas habilidades y pensar en diferentes maneras para tener éxito. Los proveedores de salud mental también enseñan habilidades que te permiten pensar de forma diferente y sentirte mejor. 

Identifica el pensamiento negativo 

Hay veces que los adolescentes piensan que las dificultades que enfrentan forman parte de quienes son y que por lo tanto no se pueden o no se deberían tratar. 

En el caso d niños con depresión, por ejemplo, su forma de pensar se ve afectada, por lo que es posible que no puedan imaginar que se sienten mejor. La desesperanza y falta de entusiasmo que sienten les podrían hacer pensar que no vale la pena intentar cambiar. En ese caso, el primer paso del tratamiento es conseguir que reconozcan que ese pesimismo es parte del trastorno, que cuando tienen un pensamiento negativo es la depresión la que está hablando. 

Céntrate en las prioridades de tu hijo

Al hablar sobre el tratamiento, empieza por preguntarle a tu hijo qué es lo que quiere conseguir, no lo que tú, sus maestros o cualquier otra persona quiere. ¿Qué es lo que busca en esta etapa? ¿Qué tipo de cosas le gustaría poder hacer o hacer mejor? ¿Tiene problemas con las amistades? ¿Tiene problemas en la escuela? ¿Hay cosas que solía disfrutar y que ahora no puede disfrutar?  

Esto es similar a una técnica llamada entrevista motivacional, que los terapeutas utilizan para ayudar a los niños a resolver su ambivalencia hacia el tratamiento a través de lograr que encuentren su propia motivación para mejorar. 

Encontrar el médico o terapeuta idóneo 

Es importante encontrar un proveedor de tratamiento que se adapte a la personalidad de tu hijo. Si no les gusta o no respetan a la persona con la que están trabajando, no va a ser una buena combinación. 

Es posible que tengas que seguir buscando hasta encontrar a la persona adecuada para tu hijo. A veces los padres acuden primero, sin su hijo, para conocer al profesional y hacer algunas preguntas. Un buen punto de partida es preguntar al profesional cómo enfocaría el trabajo con un adolescente reticente. 

Si tu hijo ya ha intentado recibir tratamiento pero no le ha sido de ayuda, o no le ha gustado el terapeuta, pregúntale por qué cree que ha sido así. Por ejemplo, ¿qué es lo que no te ayudó o lo que no te gustó de la terapia? ¿Qué es lo que te gustó? Te puede ayudar tener estas cualidades en mente y trabajar conjuntamente para encontrar un terapeuta que haga más de estas cosas positivas.  

No te rindas 

Si tu hijo dice no la primera vez que hablas de iniciar un tratamiento, sigue intentándolo. Utiliza las estrategias anteriores pregúntale a los médicos qué te recomiendan. 

También es importante que te sigas esforzando por escuchar cómo se siente tu hijo y qué considera que necesita. Las cosas importantes no se suelen resolver en una sola conversación. Si sientas las bases, será más probable que acuda contigo en busca de apoyo cuando finalmente se anime a empezar.

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La última revisión de este artículo se realizó en 23 de septiembre de 2025.

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