El trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH es una condición que dificulta considerablemente que los niños se puedan concentrar, quedarse quietos, seguir instrucciones y controlar el comportamiento impulsivo. Esta guía se centra en lo que los educadores necesitan saber sobre la enseñanza para niños con TDAH: cómo afecta a niñas y niños en el aula y cómo ayudarlos a salir adelante en la escuela.
Muchos niños con TDAH muestran señales de este trastorno de atención antes de llegar a la edad escolar. Pero es en la escuela, cuando tienen problemas para cumplir con las expectativas de los niños en su grado, que la mayoría son referidos para el diagnóstico.
Por eso es importante que los educadores estén bien informados sobre el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Es decir, que puedan reconocer cuándo un niño pudiera estar batallando con el TDAH y a la vez sean conscientes de que los síntomas y comportamientos asociados con el TDAH también podrían tener otras explicaciones.
Hay tres tipos de comportamiento involucrados en el TDAH: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. Por supuesto que de vez en cuando todos los niños pequeños tienen problemas para prestar atención a los maestros y sus padres, así como para permanecer sentados en sus asientos y esperar su turno. Los niños sólo deberían ser diagnosticados con TDAH si su comportamiento es mucho más extremo que el de otros niños de su edad en estas áreas.
Estos síntomas del TDAH se dividen en dos grupos: falta de atención e hiperactividad-impulsividad. Algunos niños muestran principalmente comportamientos de falta de atención, mientras que otros, predominantemente de hiperactividad-impulsividad. Pero la mayoría de quienes tienen TDAH muestran una combinación de ambos, lo que puede dificultar mucho su funcionamiento en la escuela.
Estas son las señales de comportamiento características del TDAH que se podrían observar en la escuela en estas dos categorías.
Es importante tener en cuenta que no todos los niños que tienen mucha energía o son impulsivos tienen TDAH. A los niños se les diagnostica TDAH sólo si demuestran estos síntomas con tanta frecuencia que causan dificultades reales en al menos dos entornos: la escuela y la casa. Además, cuando el patrón que les está causando la deficiencia severa persiste por lo menos durante seis meses.
El TDA o trastorno por déficit de atención (ADD, por sus siglas en inglés) es un término más antiguo para referirse al trastorno que ahora llamamos TDAH, o trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Se llamó TDA hasta 1987, cuando se añadió la palabra “hiperactividad”. Algunas personas todavía utilizan el término antiguo (TDA) por costumbre o porque es un término más familiar que TDAH. Algunos lo usan para referirse a niños con TDAH que no son hiperactivos.
Dentro de cualquier aula hay un rango de edad de los estudiantes que abarca casi un año, y un año puede hacer una gran diferencia en la capacidad de un niño para autorregularse. Por eso es importante cuando se enseña a niños con TDAH, así como cuando se analiza el comportamiento de un niño, compararlo con otros niños de la misma edad y no con el rango de niños de su clase o grado escolar.
Dos estudios en los últimos años concluyeron que a los niños más pequeños de su clase se les diagnostica con TDAH de manera desproporcionada. Un estudio de Michigan encontró que los niños de kínder que son los más jóvenes de su grado tienen un 60 por ciento más de probabilidades que los mayores de su grado de ser diagnosticados con TDAH. Y esto no afecta sólo a los niños de kínder: un estudio de Carolina del Norte encontró que, en quinto y octavo grado, los niños más pequeños tenían casi el doble de probabilidades que los mayores de que se les prescribieran medicamentos para el TDAH.
El comportamiento desafiante y los arrebatos emocionales no son en sí mismos síntomas del TDAH, pero los niños con TDAH corren un mayor riesgo de desarrollar este tipo de comportamientos disruptivos. Algunos niños que tienen TDAH tienden a frustrarse y abrumarse por las exigencias impuestas y no poder cumplir de manera consistente, debido a los déficits inherentes en la atención, el control de los impulsos y el control de su nivel de actividad.
Hacer las transiciones en el salón de clases de una actividad a otra puede ser particularmente difícil para los niños con TDAH, especialmente cuando implican detener alguna actividad que encuentran más estimulante que la que sigue. Los médicos lo llaman una incapacidad para “cambiar la atención”, y puede resultar en que los niños interrumpan la clase o se porten mal.
Un niño que parece no poder quedarse sentado quieto, que grita las respuestas en clase sin levantar la mano, que no termina su tarea, que parece soñar despierto cuando el maestro da instrucciones: todas estas acciones se asocian con el comportamiento del TDAH, pero también pueden ser resultado de otros factores, desde la ansiedad hasta el trauma, pasando por el hecho de ser menores que la mayoría de los niños de la clase, y por lo tanto un poco menos maduros.
Por eso es importante que tanto los maestros como los padres sean conscientes de otras cosas que podrían estar influyendo en el comportamiento de un niño.
El estereotipo del TDAH es que los niños interrumpen la clase al levantarse de sus asientos, meterse en los asuntos de otros niños o dar las respuestas sin haber levantado la mano. Pero las niñas también tienen TDAH, y tienden a ser diagnosticadas mucho más tarde porque sus síntomas son más sutiles.
Las funciones ejecutivas son las habilidades de autorregulación que todos usamos para realizar tareas, desde vestirnos hasta hacer las tareas. Estas incluyen:
La mayoría de los niños con TDAH tienen déficits en algunas funciones ejecutivas, aunque no todos los niños con dificultades con la función ejecutiva tienen TDAH.
Algo que puede beneficiar a los niños con TDAH que tienen dificultad en el aula para seguir las reglas y completar las tareas es un sistema de calificaciones diarias que establezca metas de comportamiento positivo y recompensas por cumplirlas.
Los comportamientos deseados podrían ser, por ejemplo, que el niño permanezca sentado, que complete sus tareas escolares, que levante la mano antes de hablar. El niño recibe puntos por cumplir con éxito las metas, y sus padres reciben un reporte de comportamiento diario, que les permite reforzar el comportamiento positivo en la escuela con elogios y premios.
Este sistema permite a los maestros centrarse en lo que los niños hacen bien, en lugar de en lo que no hacen bien. Puede reforzar su autoestima y ayudarlos a tener una percepción positiva acerca de la escuela.
A muchos niños con TDAH se les prescriben medicamentos estimulantes para ayudar a reducir sus síntomas. Hay dos tipos principales de medicamentos estimulantes para el TDAH:
También hay muchas fórmulas para los medicamentos estimulantes con diferentes tipos de liberación que los hacen eficaces durante períodos de tiempo diferentes:
Los niños que toman las fórmulas de liberación rápida suelen recibir la medicación a mitad de la jornada escolar en la enfermería. El objetivo es mantener la efectividad del medicamento durante la jornada escolar y garantizar que el medicamento se encuentre fuera del sistema del niño a la hora de acostarse, para facilitar el sueño.
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