El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que puede afectar a niños y adolescentes. Los niños con TOC tienen pensamientos, preocupaciones o impulsos no deseados llamados obsesiones. Las obsesiones son muy molestas y difíciles de controlar. Los niños con TOC realizan acciones repetitivas, llamadas compulsiones, para calmar la ansiedad causada por sus obsesiones.
A menudo, las compulsiones no están conectadas con las obsesiones de forma realista. Por ejemplo, un niño puede tener un miedo obsesivo a que sus padres tengan un accidente de auto. Para lidiar con ese miedo, podrían encender y apagar una luz cinco veces. Aunque sepan que no tiene sentido, sienten que el ritual evitará que sus padres salgan heridos. Los profesionales llaman a este tipo de sentimiento “pensamiento mágico”.
Los niños de tan sólo cinco años pueden desarrollar TOC. A esa edad, puede que ni siquiera se den cuenta de que sus pensamientos o miedos son exagerados o poco realistas.
Los niños con TOC pueden ocultar sus rituales hasta que llegan a ser demasiado abrumadores. Pueden reprimir sus rituales en la escuela y luego portarse mal cuando llegan a casa.
Algunos niños desarrollan repentinamente los síntomas del TOC, junto con otros síntomas perturbadores, después de haber tenido una infección, como una infección por estafilococo. Se trata de un trastorno denominado PANDAS o PANS.
Los niños con TOC suelen experimentar obsesiones y compulsiones. Utilizan las compulsiones para controlar la ansiedad que les causan las obsesiones.
Las obsesiones más comunes que experimentan los niños incluyen:
Las compulsiones más comunes incluyen:
Las compulsiones también pueden ser pensamientos en lugar de comportamientos. Esto los hace difíciles de detectar. Por ejemplo, la compulsión de una niña podría ser contar mentalmente hasta 20.
Para que el TOC sea diagnosticado, los niños deben tener obsesiones, compulsiones o ambas. Y estas deben interponerse en su vida normal.
La gravedad de los síntomas se puede medir mediante una escala de valoración llamada Y-BOCS, o escala obsesivo-compulsiva de Yale-Brown.
El tratamiento más eficaz para el TOC es una forma de terapia cognitivo-conductual o TCC llamada terapia de exposición y prevención de respuesta.
En esta terapia, el terapeuta expone a los niños a pequeñas cantidades de aquello que suele desencadenar su obsesión. De esta manera, adquieren práctica para enfrentar su ansiedad en un entorno seguro. El terapeuta ayuda a los niños a que eviten recurrir a su compulsión. Con el tiempo, sienten menos ansiedad y ya no necesitan recurrir a la compulsión. El terapeuta también puede capacitar a todos los integrantes de la familia para que practiquen en casa.
Los casos más graves de TOC se suelen tratar con una combinación de TCC y medicación. Los medicamentos más eficaces para la ansiedad son los ISRS o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. La medicación puede reducir la ansiedad y ayudar a los niños a sacar más provecho de la terapia. Una vez que los niños aprenden habilidades en la terapia, pueden tomar menos medicamentos o dejarlos por completo.
Los niños con TOC generalmente regresan con su profesional de la salud mental años después de que su tratamiento ha finalizado para realizar “sesiones de refuerzo”, con el fin de refrescar las habilidades que aprendieron para controlar su ansiedad.
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