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Cómo criar a un adolescente que se comporta de manera desafiante

Consejos para manejar conflictos intensos y emociones difíciles.

Escrito por: Tonya Russell

Expertos clínicos: Morgan Eldridge, PhD , Heather Bernstein, PsyD

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El comportamiento desafiante es como un rito de paso para los adolescentes, para decepción de sus familias. Aunque la mayoría de los padres tienen que abordar el comportamiento desafiante en algún momento de la adolescencia de sus hijos, muchos no confían en su capacidad o métodos para hacerlo.

“Cuando pensamos en el comportamiento desafiante, en realidad estamos pensando en desobediencia o en oponerse activamente a las expectativas establecidas para esa situación”, explica Morgan Eldridge, PhD, psicóloga clínica del Child Mind Institute. El comportamiento desafiante se puede manifestar como ser discutidor, testarudo o impaciente.

Existe un espectro de conductas desafiantes, que van desde los comportamientos que causan frustración hasta comportamientos arriesgados. Heather Bernstein, PsyD, psicóloga del Child Mind Institute, afirma que estos comportamientos tienden a producirse en torno a la hora límite de llegada a casa, el momento de hacer los deberes escolares o cuando se limita el tiempo de pantalla.

Los padres a menudo pierden la confianza en su estilo de crianza cuando los niños se convierten en adolescentes porque, de repente, lo que antes solía funcionar, ya no funciona, señala la Dra. Eldridge. Y cuando los padres se sienten frustrados por un adolescente desafiante, a veces se basan demasiado en los castigos, e incluso recurren a avergonzarlos. “Eso no conduce a progresos duraderos para el niño a largo plazo”.

La Dra. Bernstein señala que es difícil responder al comportamiento desafiante sin dejarse llevar por las emociones. Los padres pueden aplicar un castigo severo cuando perciben el comportamiento como una ofensa. “Un padre puede pensar que se trata de un ataque en su contra —explica— y entonces responden desde un lugar de contraataque por el daño recibido”.

Castigo versus refuerzo positivo

Las reacciones emocionales pueden ser contraproducentes si dan lugar a una relación negativa, dice la Dra. Bernstein: “Si las interacciones entre el niño y sus padres son en gran medida negativas, eso hace más probable que los niños desobedezcan y se comporten de manera desafiante. Porque no se sienten motivados con la relación”. En lugar de centrarse demasiado en castigar los malos comportamientos, recomienda a los padres que utilicen refuerzos positivos en la medida de lo posible.

Las recompensas pueden motivar un comportamiento positivo, señala la Dra. Bernstein, especialmente cuando se trata de mayor libertad para hacer cosas como salir con los amigos. Los adolescentes también responden bien cuando se recurre a lo que los terapeutas llaman “elogios etiquetados”, como “muchas gracias por llegar a casa a tiempo”, dice.

Cuando se rompen las reglas y se imponen consecuencias, dice la Dra. Bernstein, es importante que estén en concordancia con aquello que el adolescente hizo mal. Por ejemplo, si un adolescente no cumple con su hora de llegada o no está donde dijo que estaría, sus padres podrían rastrear su ubicación durante un tiempo, hasta que se restablezca la confianza.

“Tienen que recuperar esa confianza, así que quizá tengan que hablar con sus padres con más frecuencia”, explica la Dra. Bernstein. “Se trata de vincular la consecuencia con el comportamiento preocupante”. Recuperar la confianza requiere tiempo, pero es crucial para la relación entre padres e hijos.

Comprender de dónde viene el comportamiento desafiante

Incluso con refuerzo positivo, algunos padres pueden seguir teniendo dificultades para manejar el comportamiento de sus hijos adolescentes. Una madre, Jess Walsh, está ante una encrucijada en la crianza de sus hijos. Tiene tres hijos de 11, 14 y 18 años. Tras un divorcio complicado, su hijo Matthew, de 14 años, tuvo más dificultad que los otros niños para aceptar la partida de su esposo.

Empezó a negarse a hacer los quehaceres en casa, ya que los consideraba “un trabajo de niñas”. En su empeño por convertirse en el hombre de la casa, empezó a imitar a su padre. Requiere más tiempo y energía, y mantenerlo a salvo consume mucho tiempo de Walsh. “A veces tengo miedo de que se ponga violento”, dice.

En un caso como este, dice la Dra. Bernstein, es importante llegar al fondo del comportamiento desafiante, y a menudo esto puede detener las conductas de riesgo. “Un padre que recurre mucho al castigo probablemente no está abordando aquello por lo que está pasando realmente ese niño”, dice. “La relación se tensará, y entonces el niño se sentirá desesperanzado”.

Es fundamental entender la función del comportamiento desafiante para encontrar la forma de detenerlo. “Oponerse a un padre a menudo cumple una función muy importante. Así que queremos entender cuál es la función, qué está consiguiendo con esto”, explica la Dra. Bernstein. “¿Hay alguna manera de que consiga lo que quiere de un modo más eficaz?”.

Sin embargo, para llegar ahí, dice, el niño debe tener tanto la motivación para cambiar como las habilidades para hacerlo. “Si usted siente que un niño se está desregulando en realidad o está amenazando con hacerse daño a sí mismo o a alguien más, ese es un niño que yo diría que tiene un déficit de habilidades. Probablemente se beneficiará de un tratamiento o de una terapia familiar, donde pueda comunicar sus necesidades de un modo más eficaz.”

La mayoría de las veces, el comportamiento desafiante no es motivo de gran preocupación. Sin embargo, los padres no deben ignorar simplemente un comportamiento arriesgado que podría dañar al niño o a los demás. La Dra. Eldridge lo explica: “La adolescencia es un periodo en el que los niños ponen a prueba los límites, están ordenando sus valores y su identidad”. Cuando los comportamientos arriesgados entran en juego, es posible que los padres tengan que replantearse sus estrategias para mantener a salvo a sus hijos y responsabilizarlos.

Estos son los comportamientos que los padres deben tener en cuenta:

  • Meterse en peleas y acosar a otros.
  • Disminución en el rendimiento académico.
  • Consumo de sustancias.
  • Aislarse de amigos y actividades.

“Si los comportamientos se interponen en la salud mental y física —explica la Dra. Eldridge— los niños corren el riesgo de tener desafíos a largo plazo”. Cuando el comportamiento es problemático, perturbador y/o poco seguro, la Dra. Eldridge recomienda a los padres que recurran a servicios de salud mental, que podrían incluir un programa de capacitación para padres. “La capacitación en el manejo del comportamiento para padres es muy importante porque, en última instancia, mejorar la relación padre-hijo es una gran prioridad”.

El objetivo, además de la seguridad, es crear confianza entre los padres y el niño. “Es fundamental mejorar esa relación —dice la Dra. Eldridge— y ayuda a los niños a ser honestos y saber que pueden acudir a usted”. 

La última revisión de este artículo se realizó el 26 de septiembre de 2023.