Cómo hablar con los niños sobre sus preocupaciones por el regreso a clases
Consejos para tener una conversación más productiva.
in EnglishVolver a la escuela puede traer consigo grandes preocupaciones para los niños, pero puede ser de gran ayuda hablar de ellas (y hacer que se sientan apoyados). Estos son algunos consejos para que las conversaciones sobre el regreso a clases sean más productivas y menos estresantes para todos.
Sé realista acerca de los desafíos
Los niños que han tenido dificultades en el pasado, en especial quienes tienen problemas sociales, de aprendizaje o de salud mental, suelen sentir más ansiedad que entusiasmo por volver a la escuela. Como padres, es tentador centrarse en lo positivo: “¡Es un año completamente nuevo!”.
Pero pasar por alto los desafíos de tus hijos puede hacerlos sentir no escuchados, y además es una oportunidad que te pierdes para hablar de lo que de verdad les preocupa: ¿Y si otra vez me va mal? ¿Y si no puedo hacerlo? ¿Y si tengo que hablar frente a la clase?
En vez de esto, reconoce sus dificultades y háblales de forma directa (y estratégica). Piensa en lo que siempre les ha costado más: ¿Problemas sociales? ¿Ansiedad por los exámenes? ¿Problemas para seguir las reglas en clase? Las dificultades pasadas pueden proporcionar un mapa para el apoyo futuro. Dales la oportunidad de hablar de cualquier tipo de inquietud que pudieran tener (¿y si me va pésimo en matemáticas como el año pasado?, ¿y si me piden que vuelva a hablar frente a la clase otra vez?), y hagan juntos una lluvia de ideas para encontrar soluciones.
- “Recuerdo lo difíciles que fueron las matemáticas el año pasado. Pero ahora sabemos mucho más sobre lo que necesitas para hacerlo bien. Hagamos un plan cuando te sientas preparado.
- “Hablemos con el Sr. Ramírez para explicarle que no te gusta que te llamen al pizarrón”.
Dar a los niños la oportunidad de hablar sobre lo que les preocupa te puede ayudar a ti a entender sus dificultades y abogar por lo que necesitan.
Toma las preocupaciones en serio
Recuerda que los problemas que a ti te podrían parecer una tontería podrían ser algo muy serio para tus hijos. Preocuparse por el hecho de no coincidir con sus amigos en ninguna clase, encontrarse en el pasillo con un antiguo enamorado, descubrir que tendrá otra vez clase con una maestra que “¡me odia!” (todo ello puede ser fuente de verdadero estrés).
En lugar de ignorar las preocupaciones, asegúrate de validar sus sentimientos y brindarles oportunidades para hablar de lo que les preocupa. Hacer preguntas abiertas y sin prejuicios puede ayudarlos a abrirse y facilitar que compartan sus preocupaciones.
- “No puedo creer que vayas a empezar el quinto grado este año. ¿Cómo te sientes?”.
- “¿Estás emocionada de volver a la escuela?”.
Habla de las cosas buenas
La ansiedad puede dominar a los niños, bloquear los buenos recuerdos y proyectar una nube oscura sobre el año que está por empezar. Pero las declaraciones de ánimo grandes y vacías (“apuesto a que te encantará”) se pueden desplomar. En su lugar, intenta preguntarles por cosas concretas que hayan disfrutado en el pasado. Ayudarlos a recordar algunas de las cosas buenas de la escuela (actividades o clases que disfrutan, maestros favoritos, amigos que han echado de menos durante el verano) puede ayudar a combatir los pensamientos negativos y reducir el estrés. Anima a tus hijos a hacer comparaciones en temas como estos:
- ¿Qué echaste de menos de la escuela durante las vacaciones de verano? ¿Ver a tus amigos? ¿Las galletas que te envío a la escuela? ¿Los ensayos de las obras de teatro?
- ¿Qué te hace ilusión? ¿Empezar una nueva materia? ¿Descansar del tiempo con tus papás? (Seamos sinceros, los adultos pueden ser agotadores). ¿Integrarte a un equipo? ¿Decorar tu casillero? Sea lo que sea, asegúrate de hablar de esto en las conversaciones que tengan sobre el regreso a clases.
Recuerda, la idea no es hacer una canción y un baile sobre lo increíble que será la escuela. El objetivo es ayudar a los niños a centrarse más en los hechos y menos en los “y si” de lo que podría salir mal.
No presiones
A veces los niños simplemente no quieren hablar. Todos queremos que nuestros hijos se sientan apoyados y que les vaya bien, pero a veces lo que hay que hacer es dar un paso atrás. El objetivo debe ser que tus hijos sepan que tú estás consciente de que este puede ser un momento estresante, y que estás ahí por si quieren hablar.
La necesidad de hablar incluso cuando ellos no responden, puede tener que ver más con tus propias ansiedades que con sus necesidades. Intenta controlar tus propias expectativas y, si tus hijos no están preparados para hablar o no parecen interesados en la conversación, no pasa nada. Tendrás muchas oportunidades para conversar a medida que avance el año. De momento, basta con que sepan que tú estás ahí para ellos, y que los quieres y apoyas.