Cómo manejar los comportamientos problemáticos en el hogar
Guía para una crianza más segura, constante y efectiva.
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a portarse mejor?
- ¿Cuáles son los errores más comunes que cometen los padres al tratar de manejar el comportamiento de sus hijos?
- ¿Cómo puede ayudar el sistema de refuerzo positivo?
Lectura rápida
El comportamiento problemático de los niños puede ser un gran reto para los padres. Sin embargo, mediante el uso de técnicas de la terapia conductual, los padres pueden cambiar la forma en que los niños reaccionan a las cosas que desencadenan el mal comportamiento.
El primer paso es identificar los comportamientos específicos que quieres abordar. A continuación, piensa en las causas de los comportamientos en cuestión. Estas causas se llaman desencadenantes o “antecedentes”. A menudo, los antecedentes son cosas que hacen los propios padres. Por ejemplo, podrías notar que tu hijo tiende a hacer un berrinche cuando se le pide cambiar de actividad. O podrías ver que tu hijo no sigue las instrucciones si se trata de algo que no quiere hacer.
El objetivo es ayudar a los niños a mejorar su comportamiento utilizando antecedentes más útiles. Por ejemplo, un antecedente positivo que ayuda a los niños con las transiciones es la cuenta regresiva (“en 10 minutos, en 5 minutos, en 1 minuto”) para que tengan tiempo de adaptarse. Para ayudar a los niños a seguir las instrucciones, puedes intentar darles opciones (“¿quieres ducharte después de cenar o antes?”), y no preguntar demasiado cuando tu hijo tenga hambre, esté cansado o distraído.
Cuando los niños se portan mal, ignorarlos suele ser lo mejor. Y si aplicas una consecuencia, debes hacerlo de inmediato y de la misma manera cada vez. Los castigos como los gritos y los golpes pueden en realidad reforzar el mal comportamiento porque le proporcionan atención al niño. Suele funcionar mejor utilizar un breve tiempo fuera, en el que le retiras tu atención a tu hijo.
Lo más importante es establecer reglas claras y específicas sobre lo que está bien y lo que no está bien. Y elogiarlos mucho cuando se portan bien. En la mayoría de los casos de mal comportamiento menor, esperar a que tu hijo haga algo positivo (como dejar de gritar) y regresarle de inmediato tu atención, lo ayudará a aprender a portarse mejor con el tiempo.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan los padres es manejar el comportamiento difícil o desafiante por parte de los niños. Ya sea que se nieguen a ponerse sus zapatos o que hagan enormes berrinches, puede que no encuentres la mejor forma de reaccionar.
Para los padres que están desesperados, las técnicas de terapia conductual pueden proporcionar un mapa que los guíe hacia formas más tranquilas y consistentes de manejar los problemas de comportamiento, y ofrecer la oportunidad de ayudar a los niños a adquirir las habilidades de desarrollo que necesitan para regular su conducta.
El ABC para manejar el comportamiento en el hogar
Para entender y responder eficazmente al comportamiento problemático, se necesita pensar tanto en lo que pasó antes como en lo que sucederá después. Hay tres aspectos importantes en cualquier comportamiento:
- Antecedentes: Factores previos que hacen que sea más o menos probable que ocurra un comportamiento. Otro término más familiar para esto es desencadenantes. Aprender y anticipar los antecedentes es una herramienta extremadamente útil para prevenir el mal comportamiento.
- Comportamientos: Las acciones específicas que intentas alentar o desalentar.
- Consecuencias: Los resultados que natural o lógicamente siguen después de un comportamiento. Las consecuencias, positivas o negativas, afectan la probabilidad de que un comportamiento se vuelva recurrente. Y cuanto más inmediata es la consecuencia, es más poderoso el efecto.
Definir los comportamientos
El primer paso para un buen plan de manejo del comportamiento es identificar los comportamientos objetivo. Estos comportamientos deben ser específicos (para que todos tengan claro lo que se espera), observables y medibles (para que todos puedan estar de acuerdo en si el comportamiento ocurrió o no).
Un ejemplo de comportamiento mal definido es “ser malo” o “ser bueno”. Un comportamiento bien definido sería correr por la habitación (malo) o comenzar la tarea a tiempo (bueno).
Antecedentes, lo bueno y lo malo
Los antecedentes vienen en muchas formas. Algunos son la base del mal comportamiento, otros son herramientas útiles que ayudan a los padres a manejar comportamientos potencialmente problemáticos antes de que comiencen y refuerzan el buen comportamiento.
Antecedentes a EVITAR:
- Asumir que han sido comprendidas las expectativas: No asumas que los niños saben lo que se espera de ellos, ¡explícalo! Las demandas cambian de una situación a otra y cuando los niños no están seguros de lo que se supone que deben hacer, es más probable que se porten mal.
- Llamar la atención desde lejos: Asegúrate de dar las instrucciones importantes a tus hijos cara a cara. Es menos probable que las cosas gritadas a lo lejos sean recordadas y entendidas.
- Hacer una transición sin previo aviso: Las transiciones pueden ser difíciles para los niños, especialmente cuando están en medio de algo que están disfrutando. Recibir un aviso les da la oportunidad de encontrar un buen momento para detener una actividad, y hace que la transición sea menos complicada.
- Hacer preguntas rápidas o dar una serie de instrucciones: Hacer una serie de preguntas o dar muchas instrucciones a los niños limita la probabilidad de que escuchen, respondan preguntas, recuerden las tareas y hagan lo que se les ha pedido que hagan.
Antecedentes a IMPLEMENTAR:
Estos son algunos antecedentes que pueden reforzar el buen comportamiento:
- Tener en cuenta la situación: Considera y aborda los factores ambientales y emocionales: el hambre, la fatiga, la ansiedad o las distracciones pueden hacer que sea mucho más difícil para los niños controlar su comportamiento.
- Adaptar el entorno: Cuando sea la hora de la tarea, por ejemplo, elimina distracciones como pantallas de video y juguetes, proporciona refrigerios, establece un lugar organizado para que los niños trabajen y asegúrate de programar algunos descansos: la atención no es infinita.
- Asegurarse de que las expectativas sean claras: Recibirás una mejor cooperación si tanto tú como tu hijo tienen claro lo que se espera. Siéntate con él y presenta la información de forma verbal. Incluso si él “debería” saber lo que se espera, aclarar las expectativas al comienzo de una tarea ayuda a evitar malentendidos en el futuro.
- Proporcionar cuentas regresivas para las transiciones: Siempre que sea posible, prepara a los niños para una próxima transición. Por ejemplo, avísales cuando les queden 10 minutos antes de que tengan que ir a cenar o comenzar su tarea. Luego, recuérdales cuando queden 2 minutos. La transición es tan importante como la cuenta regresiva.
- Permitir que los niños tengan una opción: A medida que crecen, es importante que opinen sobre su propio horario. Darles una opción estructurada (“¿quieres ducharte después de cenar o antes?”), puede ayudarlos a sentirse empoderados y estimularlos a estar más autorregulados.
Crear consecuencias efectivas
No todas las consecuencias son iguales. Algunas son una manera excelente de crear estructura y ayudar a los niños a entender la diferencia entre los comportamientos aceptables y los inaceptables, mientras que otras tienen el potencial de hacer más daño que bien. Como padre, comprender cómo usar las consecuencias de manera inteligente y constante puede marcar la diferencia.
Consecuencias a EVITAR:
- Dar atención negativa: Los niños valoran tanto la atención de los adultos importantes en su vida que cualquier atención, ya sea positiva o negativa, es mejor que ninguna. La atención negativa, como levantar la voz o pegarles, en realidad aumenta el mal comportamiento con el tiempo. Además, responder a los comportamientos con críticas o gritos afecta negativamente la autoestima de los niños.
- Consecuencias retrasadas: Las consecuencias más efectivas son inmediatas. Cada momento que pasa después de un comportamiento, es menos probable que tu hijo relacione su comportamiento con la consecuencia. Se convierte en castigo por el simple hecho de castigar, y es mucho menos probable que cambie el comportamiento.
- Consecuencias desproporcionadas: Comprensiblemente, los padres se frustran mucho. A veces, pueden estar tan frustrados que reaccionan de forma exagerada. Una gran consecuencia puede ser desmoralizante para los niños y pueden renunciar incluso a tratar de portarse bien.
- Consecuencias positivas: Cuando un niño pierde el tiempo en lugar de ponerse los zapatos o recoger los bloques y, frustrado, usted lo hace por él, aumenta la probabilidad de que vuelva a perder el tiempo la próxima vez.
Consecuencias EFECTIVAS:
Las consecuencias que son más efectivas comienzan con una atención generosa a los comportamientos que quieres fomentar.
- Atención positiva para comportamientos positivos: Darle a tu hijo un refuerzo positivo por buena conducta ayuda a mantener el buen comportamiento continuo. La atención positiva mejora la calidad de la relación, mejora la autoestima y se siente bien para todos los involucrados. La atención positiva ante un comportamiento valiente también puede ayudar a atenuar la ansiedad y ayudar a los niños a ser más receptivos a las instrucciones y al establecimiento de límites.
- Ignorar activamente: Esto se debe usar SOLAMENTE con malos comportamientos menores, NO con la agresividad y NO con un comportamiento muy destructivo. La ignorancia activa implica retirar de forma deliberada la atención cuando un niño comienza a portarse mal (cuando estés ignorando, espera hasta que se reanude el comportamiento positivo). Vuelve a prestar atención positiva tan pronto como comience el comportamiento deseado. Al retener tu atención hasta que tu hijo tenga un comportamiento positivo, le estás enseñando qué comportamiento hace que tú te involucres.
- Menús de recompensa: Las recompensas son una forma tangible de dar a los niños comentarios positivos sobre los comportamientos deseados. Una recompensa es algo que un niño gana, un reconocimiento de que está haciendo algo que es difícil para él. Las recompensas son más eficaces como motivadores cuando el niño puede elegir entre una variedad de cosas: tiempo extra en el iPad, un regalo especial, etc. Esto ofrece control al niño y reduce la posibilidad de que una recompensa pierda su atractivo con el tiempo. Las recompensas deben estar vinculadas a comportamientos específicos y siempre ser entregadas de manera consistente.
- Tiempos fuera: Los tiempos fuera son una de las consecuencias más efectivas que los padres pueden usar, pero también una de las más difíciles de hacer correctamente. Lee una guía rápida con estrategias efectivas para los tiempos fuera.
- Sé claro: Establece qué comportamientos conducirán a tiempos fuera. Cuando un niño muestra este comportamiento, asegúrate de que el tiempo fuera correspondiente sea relativamente breve y que de inmediato siga un comportamiento negativo.
- Sé consistente: La administración aleatoria de tiempos fuera cuando te sientes frustrado socava el sistema y dificulta que el niño conecte comportamientos con consecuencias.
- Establece reglas y síguelas: No debes hablar con el niño hasta que termine el tiempo fuera. El tiempo fuera debe terminar solamente cuando el niño se haya calmado y callado brevemente para que aprenda a asociar el término del tiempo fuera con este comportamiento deseado.
- Regresar a la tarea: Si se usó un tiempo fuera por no cumplir con una tarea, una vez que finalice el tiempo fuera, se le debe indicar al niño que complete la tarea. De esta manera, los niños no comenzarán a ver los tiempos fuera como una estrategia de escape.
Al incorporar herramientas para el buen comportamiento en el hogar, los padres pueden hacer que se convierta en un lugar mucho más tranquilo donde estar.