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Cómo hablarle a los niños pequeños

El tipo de comunicación a la que los niños realmente responden.

Escrito por: Rae Jacobson

Expertos clínicos: Laura Phillips, PsyD, ABPdN , Alexandra Levine, MS, CCC-SLP

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Usted regresa a casa después de un paseo y le dice a su hijo pequeño: “Ahora vamos a guardar los zapatos”. Parece bastante sencillo, ¿verdad? Pero no lo es para un niño de dos años.

Un niño pequeño tiene su propio lenguaje especial para comunicarse, uno que no siempre es claro para los padres. Le preguntamos a nuestros expertos qué pueden hacer los padres para que la conversación con los niños pequeños sea más efectiva y menos tensa. Como madre de una niña de casi tres años me entusiasma escuchar lo que tienen que decir.

Dé instrucciones claras

Cuando hablamos con niños pequeños, la forma en que nos comunicamos es tan importante como lo que tratamos de decir, explica Laura Phillips, PsyD, psicóloga infantil del Child Mind Institute. Cuanto más claras sean las instrucciones, es más probable que obtengamos el resultado deseado.

“Sea específico cuando dé instrucciones y no asuma que los niños saben de lo que usted está hablando, aunque parezca obvio”, dice la Dra. Phillips. A nosotros nos puede parecer obvio que “guardar los zapatos” significa: “Quítate los zapatos y ponlos en el armario”. Pero para un niño pequeño que no tiene el conocimiento (o la capacidad de atención) para completar los pasos, la indicación puede ser confusa. Los niños pequeños también se distraen con facilidad y pueden sentirse abrumados por las instrucciones, por lo que es menos probable que completen la tarea como se les indicó.

Si usted quiere que su pequeño lo ayude a limpiar, puede que se sienta tentado a decir: “Es hora de limpiar. Necesito que recojas tus juguetes y los guardes”. En lugar de eso, intente dividir las instrucciones en peticiones más cortas, asegurándose de ofrecer un refuerzo positivo sobre la marcha cada vez que el niño haga lo que se le pide. Por ejemplo: “Por favor, recoge los bloques y ponlos en la bolsa”. Luego, cuando haya terminado: “¡Muy bien! Ahora levanta ese libro verde y ponlo en el estante”.

Etiquete y valide sus sentimientos

Como regla general, se puede decir que los niños pequeños no tienen mucho control sobre sus vidas. Y eso es bueno. Si lo hicieran, el mundo se parecería a una película de Godzilla. Pero, a medida que sus cerebros se desarrollan y se vuelven más independientes, esa falta de autonomía puede causar fricciones. Los deseos y sentimientos de los niños son reales y válidos, aunque (obviamente) no siempre se les puede dejar que se salgan con la suya.

Cuando los niños se molestan, ya sea por algo comprensible (como que se rasparon una rodilla o perdieron su juguete favorito), o por algo que pudiera parecer ridículo (¿de verdad estás llorando porque tu taza de agua es azul y no roja?), es importante recordar que los niños pequeños son personas. Pequeñas personas, adorables e irracionales, pero aún así personas. Para un niño que está aprendiendo a encontrarle sentido al mundo, esas experiencias y los sentimientos que provocan son tan intensos como los de cualquier adulto.

“Los niños necesitan saber que ustedes toman sus sentimientos en serio”, dice la Dra. Phillips. “Así que realmente ayuda etiquetar y validar los sentimientos los niños”. Esto puede ser tan simple como decir: “Sé que quieres esa galleta ahora mismo. Puedo ver que estás enojado”. Mostrarle a su hijo que usted se toma sus sentimientos en serio, y ayudarlo a poner palabras a sus emociones, puede contribuir a desactivar posibles berrinches y facilitar que explique sus sentimientos de forma más efectiva la próxima vez.

Ofrezca opciones

Otra forma de honrar la creciente independencia de los niños pequeños es ofrecer opciones en lugar de hacer declaraciones, dice la Dra. Phillips. “Siempre que sea razonable, intente dar a los niños opciones limitadas. Por ejemplo, cuando sea el momento de vestirse usted podría decir: “¿Quieres usar tu camisa de tigre o tu camisa de dinosaurio?”. Si el niño está presionando para obtener una golosina, usted podría decir: “Bueno, no podemos comer galletas en este momento. Pero puedo ofrecerte algo de fruta. ¿Quieres arándanos o fresas?”.

Finalmente, la Dra. Phillips dice que a veces dejar que la voluntad de su hijo prevalezca es una manera apropiada de mantener la paz. “Elija sus batallas”, dice. “A veces, como padres nos gustaría que algo suceda, pero en realidad no necesitamos que suceda”. Elegir lo que vale la pena y lo que no, también ayudará a los niños a entender que cuando usted decide marcar un límite, es importante escuchar.

Sea consistente

A los niños pequeños les gusta la repetición, ya sea ver la misma película 500 veces, pedir que le lean una y otra vez un libro que adora o exigir que usted escuche una canción “una vez más”. Por muy molesto que sea para los padres, la repetición ayuda a los niños a aprender, absorber información y darle sentido al mundo.

“La consistencia en el lenguaje es importante”, dice Alexandra Levine, MS, patóloga del habla y del lenguaje en el Child Mind Institute. “Usar el mismo lenguaje y respaldarlo al mantener el significado consistente hace que sea más fácil para los niños saber qué esperar, y significa que es más probable que entiendan y escuchen lo que se les pide que hagan”.

Parafraseando al Dr. Seuss, esto significa que los padres debemos decir lo que pensamos y pensar lo que decimos. “Asegúrese de que usted puede mantener la instrucción antes de darla”, explica Levine. “Mantenerse consistente y predecible ayuda a los niños pequeños a entender, por ejemplo, que cuando decimos ‘este es el último libro’, realmente es el último”.

El lenguaje consistente funciona mejor cuando todos siguen el mismo esquema. Los padres deben asegurarse de que están en la misma sintonía con el lenguaje y las reglas. Es decir, “cinco minutos más” debe significar exactamente un período de cinco minutos más, independientemente de quién lo diga.

Levine también recomienda compartir el lenguaje que utiliza en casa con los demás cuidadores, como las niñeras, los abuelos o los maestros de su hijo, especialmente si hay un comportamiento específico que está trabajando en casa (como no golpear, limpiar o tomar turnos). “Decir ‘esto es algo que decimos en casa cuando aparece esta conducta’, puede ayudar a subrayar las reglas y los valores que intentamos comunicar aunque no estemos allí”, dice.

Brinde atención positiva

Un padre con la cara enrojecida gritando “¡deja eso ahora mismo!” no es lo mismo que uno sonriente que le brinda abrazos y halagos, pero para un niño pequeño, la atención es la atención. Cuando los niños se portan mal, puede ser difícil no manifestar su frustración (perfectamente justificada): “¡Oye! ¡No tires eso!”. Pero cuando los padres reaccionan con firmeza a los malos comportamientos, pueden estar dando a los niños inconscientemente un incentivo para seguir portándose mal.

“Como padres, a menudo prestamos demasiada atención a comportamientos que no queremos ver”, dice la Dra. Phillips. En lugar de eso, los padres deberían concentrarse en elogiar los comportamientos que sí son deseables, y tratar de redirigir a los niños hacia acciones más apropiadas. Por ejemplo, dice la Dra. Phillips, “si el niño está dibujando en la pared, en lugar de gritarle ‘¡no pintes las paredes!’, intente decirle lo que usted quiere que haga, como ‘por favor, colorea en este papel’, y elogiarlo cuando haga lo que usted le pide”. Darle atención positiva a los comportamientos deseables (como escuchar) ayuda a reforzarlos y hace que los indeseables (como untar yogur en la alfombra) sean menos atractivos.

Sea específico acerca de la seguridad

La repetición, la consistencia y la claridad son especialmente importantes en situaciones en las que no hay lugar para los malentendidos. Puede ser muy útil prepararse cuando las cosas están tranquilas y los niños están receptivos. Pedir a los niños que son verbalmente capaces de hacerlo que le repitan instrucciones importantes (y elogiarlos cuando lo hagan) también puede ayudar a reforzar el mensaje. Por ejemplo, antes de salir al parque, usted puede decir “¿recuerdas lo que hacemos cada vez antes de cruzar la calle?”, y pedirle a su hijo que responda “nos damos la mano”.

En el momento, utilice un lenguaje claro y específico adecuado a la situación. Por ejemplo, si su hijo está cerca de la calle, es poco probable que con solo gritar “¡detente!” (una palabra que la mayoría de los niños pequeños oyen miles de veces al día), usted obtenga la respuesta inmediata que busca. En su lugar, podría intentar: “¡Quédate en la acera!”. Del mismo modo, si algo está caliente o afilado, en lugar del tan frecuente “¡no toques eso!”, intente con: “¡Peligro! ¡Quita las manos!”.

Tome un descanso cuando lo necesite

Como madre de una niña pequeña sé que incluso las estrategias concebidas de la manera más perfecta se van rápidamente por la ventana cuando entra en juego el mal humor. Lo que funciona cuando los niños (y los padres) están tranquilos y receptivos puede ser difícil de seguir cuando su hijo pequeño está en plena crisis, y su paciencia pende de un hilo. “En esas situaciones, es bueno dar un paso atrás y llamar a su pareja, o simplemente tomar un descanso y un respiro antes de regresar”, dice la Dra. Phillips. “Los momentos en que los niños o los padres, o ambos, están molestos no son propicios para insistir en el asunto”.

Concédase un poco de amabilidad

Ahora bien, habrá momentos en los que usted perderá la calma y se quebrará. Es algo que a todos nos pasa, y de lo que nadie se siente orgulloso. Pero en vez de culparse a usted mismo, piense en ello como un momento para modelar habilidades de afrontamiento positivas.

“Los padres cometen errores”, dice la Dra. Phillips, pero esos momentos de crianza de los cuales no podemos sentirnos orgullosos pueden ser en realidad oportunidades para modelar habilidades emocionales importantes. “A lo mejor se sintió frustrado y le contestó bruscamente a su hijo”, dice la doctora. “Usted podría regresar después de un momento y decirle: ‘¿Sabes? Hace un rato cometí un error, me sentí frustrada y te levanté la voz, y lo siento mucho’”. Reconocer los errores y hacer las paces es una gran manera de mostrar a los niños cómo nos gustaría que ellos se comporten.

La última revisión de este artículo se realizó el 2 de abril de 2024.