Saltar al menú principal Saltar al contenido Saltar al pie de página

Lo sentimos, la página que buscas no tiene versión en español. Puedes hacer una nueva búsqueda o visitar la página de Temas populares.

¿Por qué los niños tienen problemas con las transiciones?

Pedirles que cambien de una actividad a otra es un desencadenante común del mal comportamiento como los lloriqueos y los berrinches.

Escrito por: Katherine Martinelli

Experto clínico: Dave Anderson, PhD

in English

Los seres humanos son criaturas de hábito. Incluso cuando le damos la bienvenida, el cambio requiere más energía. Así que tal vez no es sorprendente que a los niños les resulte difícil realizar transiciones entre actividades, lugares y objetos de atención. Pedirles que dejen de hacer una cosa y comiencen a hacer otra es un desencadenante muy común para los problemas de comportamiento, especialmente para los niños que tienen desafíos emocionales o del desarrollo.

“Las transiciones son difíciles para todo el mundo”, dice David Anderson, PhD, psicólogo clínico del Child Mind Institute. “Una de las razones por las que las transiciones pueden ser difíciles es que a menudo estamos pasando de una actividad preferida (algo que nos gusta hacer) a algo que debemos hacer”.

¿Cómo lucen los problemas con las transiciones?

Los problemas con las transiciones se puede manifestar de diferentes maneras dependiendo del niño y del entorno. Puede tomar la forma de resistencia, evasión, distracción, negociación o una crisis en toda su expresión. Algunas de estas reacciones son el resultado de que los niños se sienten abrumados por sus emociones. Y algunas son lo que han aprendido que funciona para retrasar o evitar la transición con éxito.

A un niño que se le dice que es hora de irse del parque podría tener una rabieta inicialmente porque no puede manejar su ira o frustración, pero si se da cuenta de que ha funcionado para retrasar la salida del parque, es más probable que lo haga de nuevo. “Realmente depende de cómo han respondido los adultos en su vida”, dice Matthew Rouse, PhD, psicólogo clínico. Otros niños quizás no hagan berrinche, sino que en su lugar dominan el arte de los lloriqueos, la distracción o negociación con los adultos en su vida.

¿Qué hay detrás de los problemas de transición?

Mientras las transiciones son desencadenantes para muchos niños (¿qué padre no ha recibido resistencia de un niño al que se le pidió que dejara de jugar un videojuego y viniera a cenar?), estas son particularmente difíciles en niños con problemas emocionales y del desarrollo. Y aunque los comportamientos pueden ser los mismos, los expertos señalan que las razones detrás del comportamiento son diferentes para los niños con desafíos diferentes. A continuación analizaremos por qué los niños con TDAH, ansiedad, autismo y problemas de procesamiento sensorial, encuentran las transiciones particularmente difíciles.

TDAH

Para los niños con TDAH, todo se reduce a lo que perciben como gratificante, dice el Dr. Rouse. Si bien el trastorno se describe como un déficit de atención, los expertos dicen que puede ser más útil considerarlo como una dificultad para regular la atención: mover la atención hacia algo que se espera que hagamos, en lugar de algo que nos parece gratificante.

“Los niños con TDAH tienen menos neuronas en sus centros de recompensa, o neuronas que no son tan activas en los centros de recompensa de sus cerebros, por lo que las cosas que suceden a lo largo de su día les resultan menos gratificantes”, explica. Cuando encuentran algo gratificante, tienden a concentrarse en eso, lo que explica por qué alguien con TDAH parece estar distraído, pero luego puede jugar a los videojuegos durante horas. Pídales que hagan algo menos gratificante (como guardar los Legos), y usted podría enfrentar resistencia.

Michael Rosenthal, PhD, neuropsicólogo clínico, agrega que los niños con TDAH tienen más dificultades para manejar sus emociones que otros niños. “También hay investigaciones que muestran que el cableado en los centros cerebrales que están involucrados en ayudar a los niños a ejercer control sobre sus emociones está menos desarrollado, por lo que usted obtiene exhibiciones emocionales más grandes en comparación con los niños que no tienen TDAH”.

Autismo

Aunque las transiciones pueden ser igualmente desafiantes para los niños con autismo, las reacciones tienden a ser más extremas, y el problema tiene su raíz en una dificultad diferente. “Para los niños con autismo”, dice el Dr. Rosenthal, “el mundo es simplemente un lugar increíblemente confuso y abrumador, por lo que la necesidad de uniformidad y previsibilidad es adaptativa”, o práctica. No es simplemente que cambiar de actividad sea molesto, es que cualquier desviación de la rutina se puede sentir como si les estuvieran arrancando la alfombra debajo de ellos.

El Dr. Rosenthal se refiere a esto como inflexibilidad cognitiva, y dice que también explica por qué las personas en el espectro autista tienen intereses hiperconcentrados y tienden a preferir hacer las mismas cosas en el mismo orden. “Cualquier cambio inesperado o transición para un niño con autismo altera su equilibrio”.

Desafíos con el procesamiento sensorial

Aunque el procesamiento sensorial no es un término diagnóstico como el TDAH o el autismo, los niños con o sin un trastorno pueden tener problemas de procesamiento sensorial, lo que puede conducir a problemas con las transiciones. Para los niños que se sobreestimulan con facilidad, el mundo se siente confuso y parece moverse demasiado rápido. Anhelan el orden, lo que los ayuda a sentirse tranquilos y en control. “Cuando las cosas cambian demasiado rápido —dice el Dr. Rosenthal— entonces vemos resistencia o conductas problemáticas”.

Los niños con problemas sensoriales son a veces propensos a crisis dramáticas y emocionales que no pueden controlar, cuando están abrumados por cambios inesperados.

Ansiedad

Para los niños que lidian con la ansiedad, los problemas con las transiciones podrían provenir del miedo. “Podría ser el miedo de lo desconocido, o el miedo de lo que va a suceder cuando se encuentran en una situación nueva”, señala el Dr. Rosenthal. El problema es “por lo general con algunos estímulos que están conectados con la transición, más que el proceso de transición en sí mismo”, añade.

Si han tenido una experiencia perturbadora en un entorno particular, la perspectiva de una transición a ese lugar también podría provocar ansiedad. Si a un niño que le teme a los perros le piden que vaya a casa de alguien que tiene un perro, se podría desencadenar una rabieta, o incluso hacer que el niño tenga un ataque de ira.

Algunos niños con ansiedad, especialmente aquellos con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), tienen una intensa necesidad de hacer las cosas a la perfección. Si son interrumpidos antes de que puedan hacer algo exactamente de la manera correcta (formar las letras en una tarea de escritura, alinear cosas o hacer una serie de cosas en un orden prescrito) pueden enojarse mucho y desconcertar a un adulto, que se puede quedar sin darse cuenta de la ansiedad.

Entender los factores desencadenantes que hacen que los niños se resistan o se molesten con las transiciones es el primer paso para manejarlos de mejor manera tanto en niños como en adultos.

 

La última revisión de este artículo se realizó el 9 de diciembre de 2024.