La forma de hablar con sus hijos sobre la terapia dependerá de cada niño. Sea directo y honesto. Asegúreles a su hijo, especialmente a los adolescentes, que sus sesiones de terapia son confidenciales. Los niños pequeños se benefician de un lenguaje sencillo y de recordatorios antes de la cita. En el caso de los adolescentes, es fundamental insistir en que la terapia es para ayudarlos, no para ” arreglarlos”.
¿Cómo hablar con los niños sobre iniciar una terapia?
Consejos para preparar a niños y adolescentes para la primera cita.
Experto clínico: Karol Espejo, LCSW
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cómo plantearle a mi hijo la idea de ir a terapia?
- ¿Cómo hablar sobre medicamentos con mi hijo?
- ¿Cuándo es el mejor momento para iniciar una conversación sobre la terapia?
Lectura rápida
Ir por primera vez a terapia puede ser atemorizante. La forma en que los padres abordan el tema con sus hijos puede hacerlos sentir más cómodos, abiertos y preparados para su primera sesión.
Es importante inculcar en los niños el hábito de hablar sobre sus sentimientos porque esto los preparara para lo que ocurre en una terapia. También es importante normalizar el proceso. Al hablar abiertamente sobre los comportamientos preocupantes que usted observa, les está mostrando con el ejemplo que hablar de esto no es algo de qué avergonzarse.
La terapia, en especial cuando se trata de niños, sirve para aprender habilidades nuevas que los ayuden a lo largo de la vida, por lo que es esencial que comprendan que ir a terapia no significa que algo esté mal en ellos.
Dependerá de cada niño, determinar el momento adecuado para hablar sobre la terapia. Si un niño siente ansiedad puede ser mejor hablar con él un par de días antes de la cita, para que no se preocupe demasiado durante los días previos. Es importante que los padres eviten mencionar la terapia en momentos sensibles, como la hora de ir a dormir o en medio de un conflicto.
El enfoque también será distinto según la edad del niño. Los más pequeños se benefician de un lenguaje simple y varios recordatorios previos a la cita. Para preadolescentes y adolescentes es crucial centrarse en cómo los puede ayudar la terapia, en lugar de presentarla como algo que los va a “arreglar”. La comunicación directa y honesta, respetar su autonomía y garantizarles que sus sesiones serán confidenciales, también puede ser de ayuda.
Cuando un niño ha tenido una experiencia negativa en terapia, los padres le pueden explicar que encontrar a la persona indicada puede requerir tiempo.
En cuanto a los medicamentos, es útil que ambos padres lo analicen entre ellos y junto con el terapeuta para asegurarse de que todos están en la misma sintonía. El enfoque se debe centrar en la forma en que los medicamentos pueden ayudar a su hijo a aprender habilidades de afrontamiento y reducir los síntomas.
Iniciar una terapia puede ser algo que intimide e incomode, en especial si su hijo no está habituado a hablar sobre sus emociones, o si considera que no necesita ayuda.
La manera en que usted aborde el tema de la terapia con su hijo, puede hacerlo sentir más cómodo, abierto y preparado para su primera sesión.
Normalizar la terapia
Es importante inculcar en los niños el hábito de hablar sobre sus sentimientos porque esto los prepara para lo que ocurre en una terapia. “Si vamos a normalizar las conversaciones sobre emociones y las condiciones de salud mental —señala Karol Espejo, LCSW, trabajadora social clínica del Child Mind Institute— necesitamos tener conversaciones abiertas”.
Hable sobre la terapia con su hijo como algo que lo ayudará, en lugar de hacerlo sentir que algo está mal. Al hablar abiertamente sobre algunos de los comportamientos preocupantes que usted ha observado, le está dando el ejemplo de que hablar sobre esto no es algo de qué avergonzarse. Karol Espejo lo compara con un dolor de muelas: cuando nos duele una muela, vamos al dentista. De igual forma, si un niño tiene dificultad para regular sus emociones, un terapeuta le puede enseñar cómo hacerlo de forma más efectiva. En ambos casos, el objetivo es sentirse mejor.
La terapia, en especial cuando es para niños, se trata de aprender habilidades nuevas que los ayuden a lo largo de su vida. El terapeuta es como un entrenador: su trabajo es enseñar, brindar apoyo y ayudar a su hijo para que sea la mejor versión de sí mismo.
El momento es importante
El momento apropiado para hablar sobre la terapia no es igual en todos los casos. Pero en opinión de Karol Espejo, cuando usted está comiendo con el niño, mientras dan un paseo o durante el fin de semana, cuando están menos ocupados, son buenos momentos para iniciar la conversación sobre ir a terapia.
La anticipación con que el niño debería enterarse de la sesión dependerá de cómo lo pueda manejar. Aunque lo ideal es avisar a los niños con antelación, los niños con ansiedad se podrían preocupar demasiado antes de la cita. “Para la mayoría de los niños sugeriría una semana de anticipación, pero en el caso de niños con ansiedad, el tiempo debería ser más corto: más o menos dos días antes de la primera sesión”.
También hay momentos específicos en los que hablar sobre la terapia puede hacer más daño que bien. “Evitaría hablar sobre esto a la hora de acostarse, porque una mayor ansiedad puede afectar el sueño o desencadenar preocupaciones antes de dormir”, afirma Karol Espejo. Otra cosa importante es no mencionarlo nunca en medio de un conflicto emocional o una pelea, ni usar la terapia como un castigo: “¿Ves?, ¡por eso vas a ir a terapia!”. La función de la terapia no es castigar ni avergonzar.
Cómo hablar con niños pequeños
Al preparar a su hijo para la terapia es importante utilizar un lenguaje apropiado desde el punto de vista de su desarrollo, que le permita conectarlo con algo con lo que ya esté familiarizado. Karol Espejo aconseja ser honestos, directos y hablar de forma sencilla cuando nos dirigimos a niños pequeños y en edad preescolar. Los padres pueden decir algo como: “Vamos a ir a ver a un médico”, o “a una persona que ayuda a hablar sobre sentimientos y emociones”. Es importante aclarar que no se trata de un médico que les va a poner una inyección, sino uno que está más interesado en conversar, quizá jugar o hacer algo divertido juntos.
También evite decir cosas que no sean ciertas. En lugar de decir, “hoy vamos a conocer a un amigo nuevo”, usted podría decir, “vamos a ver a alguien que ayuda con las emociones, y te va a hacer algunas preguntas”.
Los niños pequeños también se benefician de la repetición y los recordatorios que los ayuden a comprender más profundamente lo que está pasando. Así que, si usted tiene la conversación inicial una semana antes de su primera sesión, le podría dar recordatorios varias veces durante la semana previa a la cita. Por ejemplo: “Recuerda que el miércoles después de la escuela te iré a recoger y vamos a ir a ver a la persona de la que te hablé: la que nos ayuda con nuestros sentimientos”.
Cómo hablar con niños en edad escolar
Para los niños de primaria puede ser útil comparar a su terapeuta con el consejero escolar. Incluso si no acuden con el consejero de forma regular, es posible que sepan de quién se trata. Además, están familiarizados con la idea de que los niños hablan con esa persona acerca de sus sentimientos y comportamientos. Usted le podría decir algo como: “¿Te acuerdas que la Srita. X en tu escuela les habla sobre los sentimientos? Vamos a ver a alguien como ella que tiene su propia oficina y hablará contigo sobre lo que has estado sintiendo”.
Si su hijo parece renuente o nervioso por esta cita, usted le podría decir: “Vamos a conocer a una persona nueva, y sé que eso puede dar un poco de miedo. Sé que a veces te sientes nervioso. Pero hablé con la Srita. Espejo y me dijo que al principio yo puedo estar contigo en la sala. Y no me iré hasta que te sientas listo para que yo me vaya”.
También puede ser reconfortante para su hijo saber que toda su familia lo quiere apoyar en cualquiera que sea la situación por la que está atravesando, y que no está solo.
Hay algunas cosas que usted podría hacer antes de la cita para ayudar a su hijo a sentirse más preparado. Es probable que el terapeuta envíe varios cuestionarios para que los completen tanto los padres como el niño antes de la primera sesión. Este puede ser un buen paso previo a la terapia, pues el niño puede ver el tipo de preguntas que le podrían hacer.
“El objetivo es reducir cualquier ansiedad anticipada —dice Karol Espejo— por lo que si su terapeuta tiene un sitio web donde hay fotos o videos en los que aparezca, eso podría ayudar al niño a sentirse más cómodo”.
Cómo hablar con preadolescentes y adolescentes
Por lo general, los preadolescentes y adolescentes tienen mucha más conciencia de lo que está ocurriendo y podrían ser más reacios a la terapia. Mientras que los niños pequeños podrían no comprender por qué sus padres buscaron un tratamiento, los mayores tienen sus opiniones propias y a menudo se oponen a las intervenciones externas en su vida. Entonces, ¿qué hacer si su adolescente no quiere ir a terapia?
“Necesitamos normalizar la terapia como un lugar seguro para hablar sobre las emociones y sentirse mejor”, explica Karol Espejo. “Me parece que algunas veces los padres abordan la conversación con un enfoque de problema. ‘Tenemos un problema: hay que ir a terapia para arreglarlo’. Eso puede poner a los niños a la defensiva y hacerlos sentir señalados”. Es importante referirse al terapeuta como un experto que nos enseña a procesar las emociones para comunicarnos mejor o no sentirnos tan nerviosos, por ejemplo. En otras palabras: enfocarse en la manera en que la terapia los puede ayudar.
Nadie quiere comenzar una terapia sin saber qué esperar del proceso, especialmente si se trata de un adolescente típico que está comenzando a sentirse un poco más en control de su vida. Igual que con los niños pequeños, es importante ser directos y honestos con su adolescente del porqué están buscando un tratamiento, y de qué manera podría ser útil. Si los padres logran convencer a sus hijos de probar la terapia, es más probable que sea efectiva. Usted podría decir: “Probemos la posibilidad de una terapia porque me doy cuenta de que estás triste casi todos los días”, o “he notado que ya no te interesan algunas cosas que antes te interesaban”. Estas conversaciones permiten a los padres modelar el reconocimiento de las emociones y, en lugar de culpar al adolescente (”necesitas terapia porque peleamos todo el tiempo”), demuestra que usted es consciente de las dificultades que está enfrentando su hijo.
En primer lugar, asegúrele que todo lo que se diga durante la terapia es confidencial, y que puede estar tranquilo de compartir información con el terapeuta. El terapeuta no compartirá nada de lo que se discuta en la sesión con los padres. Sin embargo, los terapeutas deben romper la confidencialidad si el niño está en peligro de lastimarse a sí mismo o lastimar a alguien más .
¿Qué pasa si su hijo tuvo una mala experiencia con la terapia en el pasado?
El éxito de la terapia depende de la relación y receptividad entre el terapeuta y el niño. Y no todos los terapeutas serán adecuados para todos los niños. Si su hijo no conectó bien con un terapeuta específico en el pasado, puede ser difícil convencerlo de intentarlo otra vez. Karol Espejo sugiere asegurarles que lo que ha sucedido es que aún no encuentran a la persona indicada, y alentarlos a intentar con esta persona nueva. También los puede alentar a ser pacientes y a que le den una oportunidad al nuevo terapeuta durante unas cuantas sesiones, antes de evaluar la conexión. Los padres pueden decir algo como: “Si después de unas cuantas sesiones sigues sintiendo que esto no va a funcionar con esta persona, encontraremos a alguien más con quién haya una conexión”.
¿Está bien decirle a otras personas que su hijo está en terapia?
Algunos niños son abiertos y no les incomoda ir con un terapeuta, pero otros podrían preferir mantenerlo en privado. Hay niños que se sienten incómodos al explicarle a sus amigos, a su familia extendida o incluso a sus hermanos, por qué van a terapia. De manera que son ellos quienes deben decidir si esto se puede compartir con sus hermanos o con otros niños de su círculo social, y de qué manera. Karol Espejo sugiere preguntar al niño en terapia qué palabra prefieren que se use: terapeuta, orientador, médico de sentimientos, etc.
Al explicarle a otro de sus hijos que su hermano está en terapia porque tiene ansiedad, usted le podría decir: “Tu hermano se siente muy nervioso todos los días, así que vamos a ir a ver a alguien que ayude a que disminuya ese nerviosismo un poco”.
¿Cómo hablar sobre los medicamentos?
Si usted y el terapeuta de su hijo creen que un tratamiento con medicamentos podría ser adecuado, necesitarán consultar con un psiquiatra u otro médico. Haga todas las preguntas que tenga a quien prescriba el medicamento y asegúrese de que ambos padres se sienten cómodos con el plan de medicación antes de presentárselo al niño. La medicación puede atemorizar al niño, y escuchar que hay opiniones encontradas entre sus cuidadores podría aumentar su confusión.
Cuando hablen sobre los medicamentos con su hijo, el objetivo es hacer énfasis en que la medicación lo puede ayudar a aprender habilidades nuevas con mayor facilidad. Karol Espejo utiliza la ansiedad como ejemplo: a veces nos sentimos tan ansiosos e incómodos que no podemos practicar las habilidades de afrontamiento que estamos tratando de aprender en la terapia, como por ejemplo, la respiración profunda.
Es importante que el niño sepa que esto no es su culpa, sino que es algo que ocurre en su cerebro y que no puede controlar. Karol Espejo realiza mucha psicoeducación con los niños que atiende, para que comprendan que los medicamentos se usan para ayudarlos a reducir los síntomas de su condición. Si sienten ansiedad, por ejemplo, los medicamentos se pueden utilizar para disminuir los ataques de pánico y la preocupación extrema.
Preguntas frecuente
Para facilitar que un niño se abra en terapia es importante hacerlo sentir cómodo al hablar de sus sentimientos. Cuando hablar de las emociones se vuelve algo normal en la familia, se les muestra a los niños que no hay nada de qué avergonzarse.