Preguntas a expertos
Mi hijo de 7 años con dislexia se frustra o se enoja fácilmente fuera de la escuela. ¿Eso es común?
Experto clínico: Matthew M. Cruger, PhD
in EnglishA mi hijo de 7 años le diagnosticaron recientemente dislexia y me pregunto si es común que estos niños se frustren o se enojen fácil y frecuentemente por cosas ajenas a la escuela.
No es sorprendente que su hijo sea propenso a la frustración y la ira. Los niños que tienen trastornos del aprendizaje tienen índices más altos de frustración emocional. Vemos esto en los estudios de investigación de dos maneras: al analizar una muestra de niños que son referidos para servicios relacionados con el funcionamiento emocional, encontramos que tienen tasas más altas de problemas del aprendizaje; y los niños referidos por necesidades de aprendizaje también tienen tasas más altas de angustia y dificultad emocional.
La edad de su hijo también es un factor importante aquí. Un niño de 6 o 7 años se enfrenta, por primera vez, a exigencias reales relacionadas con el aprendizaje de la lectura, en un entorno en el que se dedica mucho tiempo a la enseñanza y la práctica de la lectura. Está rodeado de otros niños que responden rápida y efectivamente a esa tarea. Si él no está progresando tan rápido como los demás niños, lo nota y se frustra, y por lo tanto, se pone de mal humor.
Los padres y los maestros a menudo piensan que los niños de primer o segundo grado no se dan cuenta cuando reciben ayuda adicional, y que no se reconocen como malos lectores. Pero cuando yo los veo, ellos me dicen que están en el grupo de lectura “de los tontos”. Están atentos a todo lo que sucede en el aula, y juzgan quién es realmente un lector competente y quién no.
La lectura es el eje central de la escuela durante esos años, así que si los niños no cuentan con ese conjunto de habilidades, seguramente pasarán el día sintiéndose mal y acumulando frustración. Es bastante comprensible que esos sentimientos se activen fácilmente al llegar a casa. Desde una perspectiva neurológica, la dislexia hace que el aprendizaje sea más difícil mental y emocionalmente. Y los niños de esta edad no tienen la competencia emocional para manejar el estrés adicional sin portarse mal.
Es probable que el nivel de frustración de su hijo se vea afectado por la forma en que su maestro maneja los momentos potencialmente frustrantes. Digamos que su hijo elige un libro del nivel H, y sus habilidades de lectura son del nivel D. Un maestro sabio intervendrá inmediatamente y lo guiará a que elija un libro que, por el momento, esté más en línea con sus habilidades. Existe una posible desconexión entre el nivel de interés de un niño (lo que quiere poder hacer y lo que es capaz de comprender) y su nivel real de habilidades para la decodificación.
Y como madre, es bueno pensar en los mensajes que usted podría estar enviando, y que podrían contribuir a la frustración de su hijo. Cuando los niños están practicando la lectura en casa y tienen dificultades para pronunciar una palabra, los padres a menudo intentan ayudar diciendo: “Dilo en voz alta. Tómate el tiempo que necesites”. Está bien hacerlo una vez cada cinco veces que se atora en una palabra, pero las otras cuatro veces, dígale solamente cuál es la palabra, de tal manera que él pueda seguir adelante, y la experiencia de la lectura sea agradable en lugar de agotadora.
Si lo pensamos bien, hay escritura a nuestro alrededor prácticamente en todas partes, así que un niño que siente que es un fracaso en la lectura puede sentirse rodeado por evidencias de sus fallas. Conseguirle ayuda con la lectura y animarlo a explorar actividades que no impliquen leer son dos maneras de ayudarlo a aliviar su estrés.