La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario grave que suele comenzar en la adolescencia. Se caracteriza por episodios frecuentes de atracones seguidos de purgas con el fin de evitar el aumento de peso.
¿Qué es la bulimia nerviosa?
Cómo afecta la bulimia, o trastorno de atracones y purgas, a los adolescentes, y cuál es la mejor forma de tratarla.
Experto clínico: Daniel Le Grange, PhD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿En qué se diferencia la bulimia de la anorexia?
- ¿Por qué reciben tratamiento menos niños con bulimia que con anorexia?
- ¿Cuál es el mejor tratamiento para la bulimia?
Lectura rápida
La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario grave que suele comenzar en la adolescencia. Se caracteriza por episodios frecuentes de atracones y purgas para evitar el aumento de peso. A diferencia de la anorexia, los niños con bulimia suelen mantener un peso saludable, por lo que es más difícil de detectar. Los atracones consisten en consumir grandes cantidades de comida en poco tiempo, junto con una sensación de pérdida de control, seguidos de purgas mediante vómitos, laxantes o ejercicio excesivo.
La bulimia puede tener graves consecuencias para la salud, como desequilibrios electrolíticos, latidos cardíacos irregulares, insuficiencia cardíaca, desgarros esofágicos, problemas dentales, debilidad ósea y problemas digestivos, entre otros. A pesar de estos riesgos, y aunque es dos veces más frecuente que la anorexia, se trata con mucha menos frecuencia, en parte por la vergüenza que conlleva.
Padres y cuidadores desempeñan un papel crucial a la hora de ayudar a sus hijos a recuperarse de la bulimia. El tratamiento basado en la familia (FBT, por sus siglas en inglés) es el enfoque más eficaz, ya que se centra en eliminar las conductas de atracón y purga, así como en promover hábitos alimentarios saludables. Los padres supervisan de cerca a su hijo, controlan las idas al baño e incluso son quienes tiran de la cadena, con el fin de evitar las purgas. Exteriorizan el trastorno, al reconocerlo como algo independiente de su hijo y ofrecerle apoyo sin juicios.
Uno de los retos del tratamiento de la bulimia es que el seguimiento de los progresos es más difícil que en el caso de la anorexia. En lugar de controlar el aumento de peso, el seguimiento se basa en los informes del paciente y de sus padres. A veces, los niños con bulimia no revelan todo el alcance de sus comportamientos porque sienten vergüenza. Los terapeutas trabajan con los padres para que les digan la verdad sobre el comportamiento de sus hijos sin juzgarlos.
Un aspecto positivo del tratamiento de la bulimia es que las personas con este trastorno suelen estar más dispuestas a buscar ayuda que quienes tienen anorexia. Mientras que los niños con anorexia suelen pensar que no les pasa nada y se resisten al tratamiento, los niños con bulimia puede que acepten en mayor medida la ayuda para superar comportamientos que les causan angustia.
La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario que implica un patrón de atracones y purgas frecuentes para evitar aumentar de peso. Los atracones ocurren cuando una persona consume una cantidad inusualmente grande de alimentos en un periodo corto de tiempo, a menudo con una sensación de estar fuera de control o de ser incapaz de detenerse mientras lo hace. Después de eso, se purga, lo que por lo general ocurre a través del vómito inducido, pero también puede incluir el uso indebido de laxantes, diuréticos o ejercicio extremo.
La bulimia nerviosa suele comenzar en la adolescencia, y se cree que en este grupo de edad es más común que la anorexia nerviosa: según una estimación, es más del doble de común (en inglés). Y de igual forma que en el caso de la anorexia, la mejor manera de tratarlo es con el tratamiento basado en la familia (FBT, por sus siglas en inglés).
Pero la bulimia es más difícil de detectar que la anorexia. Por lo general, los niños con bulimia no tienen un peso inferior al normal y puede parecer que comen una cantidad saludable en las comidas familiares. Los atracones y las purgas suelen llevarse a cabo a escondidas. Cuando los niños inician un tratamiento, muchos padres se sorprenden al descubrir la frecuencia con la que han estado vomitando después de las comidas, señala el doctor Daniel Le Grange, director del programa de trastornos alimentarios de la University of California en San Francisco.
A pesar de su prevalencia, el número de adolescentes que reciben tratamiento para la bulimia es mucho menos que en el caso de la anorexia. Esto se puede deber a que la bulimia es más fácil de ocultar a los padres, explica el Dr. Le Grange, así como al hecho de que los niños suelen sentirse avergonzados de admitir que la tienen.
Sin embargo, la bulimia es igual de letal que la anorexia, aunque puede que las causas de muerte sean diferentes en ambos trastornos.
Síntomas de la bulimia nerviosa
Los principales síntomas de la bulimia son episodios recurrentes de atracones, seguidos de purgas, al menos una vez por semana durante no menos de tres meses seguidos. Como en el caso de la anorexia, las personas jóvenes con bulimia también basan su autoestima de forma extrema en su peso corporal.
Los atracones se definen como consumir una cantidad de comida superior a la que la mayoría de las personas consumiría en un periodo de tiempo y en circunstancias similares. El Dr. Le Grange señala que lo que se considera una cantidad inusualmente grande depende de la cultura de la persona. El episodio alimentario va acompañado de una sensación de pérdida de control respecto de la alimentación. Es común que los atracones en el caso de adolescentes con bulimia sean con alimentos ricos en calorías (que de otro modo evitarían) y que los alimentos que consumen entre episodios sean únicamente bajos en calorías.
La purga implica el uso de conductas compensatorias para evitar el aumento de peso, como el vómito autoinducido, el ayuno, el ejercicio excesivo o el uso indebido de laxantes o diuréticos.
Los atracones y las purgas van acompañados de una intensa preocupación por el peso y la silueta como base de la autoestima del adolescente. Al igual que quienes tienen anorexia, los niños con bulimia están obsesionados con su apariencia y se preocupan mucho por engordar. La bulimia es 10 veces más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Señales de advertencia de la bulimia
Aunque los niños suelen ocultar los síntomas de este trastorno, hay comportamientos que pueden ser señales de bulimia (en inglés) y que los padres podrían advertir, en especial si ocurren con frecuencia. Estos comportamientos incluyen:
- Preocuparse o quejarse por estar gordo.
- Tener una imagen corporal distorsionada y negativa.
- Ingerir grandes cantidades de comida de una sola vez, incluyendo los alimentos que suelen evitar.
- Hacer dietas estrictas o ayunar.
- Ser reservado a la hora de comer.
- Ir al baño justo después de comer.
- Desaparición de grandes cantidades de comida.
- Beber cantidades excesivas de agua o bebidas.
- Usar cantidades excesivas de enjuague bucal, caramelos de menta y chicles.
- Hacer demasiado ejercicio.
- Tener llagas, cicatrices o callosidades en los nudillos o las manos.
- Dientes y encías dañados.
Bulimia y vergüenza
Una diferencia importante entre la anorexia y la bulimia es cómo se sienten los niños respecto a lo que hacen para no engordar. La anorexia es lo que la Dra. Le Grange denomina “sintónica del ego”, lo que significa que está alineada con los valores y la imagen que la persona tiene de sí misma. Como resultado, los niños con anorexia no creen que haya nada malo en ellos y se suelen resistir al tratamiento.
La bulimia, por el contrario, es en general “distónica del ego”, lo que significa que comportamientos como los atracones y las purgas entran en conflicto con los valores y el sentido del yo de la persona. “A la mayoría de los jóvenes con bulimia nerviosa —señala el Dr. Le Grange— no les gusta el hecho de tener episodios de atracones y luego conductas compensatorias como el vómito autoinducido, que son formas desagradables de deshacerse del exceso de calorías. Estos episodios suelen ir seguidos de sentimientos de culpa, asco y/o autodesprecio”.
Mientras que los niños con anorexia puede que se sientan orgullosos de su capacidad para resistirse a comer, e incluso ser admirados por otros niños, quienes llevan a cabo atracones y se purgan suelen verlo como un signo de debilidad y se avergüenzan de estos comportamientos. Es común que los niños que están en tratamiento por bulimia digan que empezaron tratando de cumplir con los criterios de la anorexia y luego recurrieron a los atracones porque les resultaba demasiado difícil restringir las calorías. Algunos de estos jóvenes, añade la Dra. Le Grange, incluso se describen a sí mismos como “fracasados en la anorexia”.
Consecuencias de la bulimia para la salud
Debido a los muchos riesgos nocivos para la salud asociados con este trastorno, la bulimia se asocia con una mayor probabilidad de muerte prematura. Por desgracia, estos riesgos médicos a menudo son subestimados, porque no son visibles y porque al menos la mitad de los jóvenes con este trastorno tienen un peso aparentemente saludable.
Pero las purgas frecuentes, ya sea mediante vómitos, laxantes o lavativas, pueden dañar múltiples órganos (en inglés) del cuerpo y provocar desequilibrios electrolíticos y otros riesgos para la salud. Esto puede conducir a latidos cardíacos irregulares y tal vez insuficiencia cardíaca, que es una de las principales causas de muerte en personas con bulimia. Los vómitos repetidos pueden causar dolor de garganta y dolor torácico por quemaduras en el esófago, y en algunos casos, incluso desgarros esofágicos. También pueden provocar caries, enfermedades de las encías y daños en las glándulas salivales. Un revestimiento intestinal debilitado puede dificultar la absorción de nutrientes, lo que causa que los huesos se vuelvan quebradizos y débiles, con el consiguiente riesgo de osteoporosis. Las alteraciones digestivas pueden provocar presión estomacal y náuseas. El abuso de laxantes puede irritar los intestinos y provocar estreñimiento y diarrea. Además, la deshidratación causada por las purgas puede producir cálculos renales e infecciones.
Para prevenir o reducir los daños a largo plazo de este trastorno, es importante buscar tratamiento lo antes posible.
Tratamiento de la bulimia
Los estudios han demostrado (en inglés) que el tratamiento basado en la familia es el más eficaz para los adolescentes con bulimia y está recomendado por la American Psychiatric Association (en inglés). Por lo general, el objetivo principal en el caso de la bulimia no es aumentar de peso, sino ayudar al paciente a eliminar los episodios de atracones y purgas y mantener hábitos alimentarios saludables.
El papel de los padres es supervisar al niño con la suficiente atención para impedir los atracones y las purgas. Esto podría significar, por ejemplo, sentarse con el niño después de las comidas para evitar las purgas, vigilar las idas al baño y estar a cargo de ser quien tire de la cadena.
“Son medidas muy invasivas”, admite el Dr. Le Grange. “Pero sin ese nivel de vigilancia, no hay forma de controlar los comportamientos. Así que les decimos a los padres: ‘Esto es lo que pasaría si Amanda estuviera en una unidad de hospitalización. ¿Cree usted que podría adoptar algunos de esos niveles de supervisión? Puede que sea lo necesario para ayudarla a superar esos impulsos y esos comportamientos que no sólo son desagradables, sino que ponen en peligro su vida’. Y entonces los padres suelen estar de acuerdo”.
Los padres también apoyan a su hijo mediante lo que los expertos denominan “externalización del trastorno”, es decir, identificar la bulimia como algo independiente del niño. “Los jóvenes no eligen desarrollar estas enfermedades, y los comportamientos relacionados con la enfermedad no se adoptan de forma voluntaria, aunque a veces lo parezca”, señala el Dr. Le Grange.
Para evitar criticar o enojarse, se anima a los padres a tener en cuenta que el niño tiene un trastorno grave que influye en sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Se les instruye sobre la mejor manera de apoyar a su hijo en esta difícil prueba. “La tarea de los padres es luchar contra la bulimia —señala el Dr. Le Grange— no contra su hijo saludable, quien sigue ahí pero que tal vez se esté viendo eclipsado por el trastorno”.
Desafíos en el tratamiento de la bulimia
Uno de los desafíos del FBT para la bulimia es que el progreso es más difícil de seguir que con la anorexia, porque depende de los informes del paciente sobre los episodios de atracones y purgas, corroborados por sus padres, en lugar de una báscula que informe sobre el aumento de peso. El terapeuta depende de que el paciente informe con precisión el recuento semanal de atracones y purgas.
A veces, el joven se siente tan avergonzado que no reconoce el verdadero alcance de sus atracones y purgas. “Cuando esto ocurre, el profesional clínico tiene que ayudar a los padres a compartir la frecuencia real de estos comportamientos sin juzgar”, señala el Dr. Le Grange. “Necesitan un lenguaje que puedan utilizar para expresar su comprensión de que la enfermedad se ha apoderado del joven de esta manera, en lugar de decir: ‘No, eso es totalmente falso: vomitó al menos seis veces’. Se puede oír la crítica saliendo por la lengua de los padres”.
Factores positivos en el tratamiento de la bulimia
Lo que juega a favor del FBT para la bulimia es que los niños con este trastorno tienden a resistirse menos a participar en el tratamiento que quienes tienen anorexia. En parte, dice el Dr. Le Grange, esto se debe a que los niños realmente quieren ayuda para detener estos comportamientos que les resultan vergonzosos y angustiosos. Esto puede otorgar a los padres cierta influencia en el proceso de tratamiento, y el niño puede ayudar a articular cómo cree que los padres pueden apoyar de mejor manera el cambio de estos comportamientos.
Pero el Dr. Le Grange también señala que, en su mayor parte, los niños con bulimia no suelen estar tan afectados emocionalmente como quienes tienen anorexia. Por ejemplo, “no se suele ver a alguien con bulimia nerviosa reducir el tiempo que pasa con sus amigos o que no quiera salir y se aísle. Siguen encontrando la forma de estar realmente en el mundo con sus amigos”.
“Al menos el ochenta por ciento de los jóvenes con bulimia pueden y deben ser tratados como pacientes ambulatorios”, señala el Dr. Le Grange. “Si realmente tienen que ser ingresados en un hospital, es porque el grado de involucramiento en atracones y purgas es tal que el esfuerzo de los padres no ha tenido ningún impacto en estos comportamientos”.
Preguntas frecuentes
A diferencia de la anorexia, los niños con bulimia suelen mantener un peso saludable, por lo que es más difícil de detectar. Los atracones y las purgas se suelen hacer a escondidas.
El tratamiento más eficaz de la bulimia es el basado en la familia, que se centra en eliminar los comportamientos de atracón y purga, y fomentar una alimentación saludable. Los padres supervisan de cerca a su hijo, controlan sus idas al baño y le ofrecen apoyo sin juzgarlo.