Tratamiento para la depresión
Lo que los padres deben saber sobre la terapia, la medicación y cómo encontrar un buen médico.
Expertos clínicos: Jill Emanuele, PhD , Dra. Wendy Nash , Gabriela Fiszbein, LCSW
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cómo funciona el tratamiento contra la depresión?
- ¿Qué tipos de terapia pueden tratar la depresión?
- ¿Qué tipos de medicamentos pueden tratar la depresión?
Lectura rápida
Conseguir tratamiento para niños con depresión puede parecer desalentador, pero realmente puede ayudar. El tratamiento para la depresión casi siempre implica terapia, y también podría incluir medicamentos.
El primer paso es encontrar al profesional clínico adecuado. El profesional que atienda a tu hijo debería ayudarte a entender el tratamiento y tomarse tus inquietudes en serio. Es habitual que las personas con depresión se muestren reacias a probar el tratamiento, por lo que también es importante que tu hijo pequeño o adolescente se sienta cómodo con el profesional clínico.
Una de las terapias más eficaces para la depresión es la terapia cognitivo-conductual (TCC). La TCC ayuda a los niños a aprender cómo están interconectados sus pensamientos, sentimientos y comportamiento. Aprenden a detectar patrones de pensamiento poco útiles y desarrollar habilidades de afrontamiento. En el caso de una depresión más grave, la terapia dialéctico-conductual (DBT, por sus siglas en inglés) puede ayudar a los niños a aprender a manejar emociones intensas. La terapia interpersonal y la terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT, por sus siglas en inglés) también han demostrado ayudar a los adolescentes y jóvenes adultos con depresión.
Cuando la terapia por sí sola no es suficiente, los niños también pueden tomar medicamentos para la depresión. Los medicamentos más comunes para la depresión se llaman ISRS (como Zoloft y Prozac) e IRSN (como Strattera y Cymbalta). Es muy importante que los niños que estén tomando medicación colaboren estrechamente con un médico. El médico puede asegurarse de que tu hijo esté tomando la cantidad adecuada y estar atento a cualquier efecto secundario.
Por último, es esencial que la familia se involucre en el tratamiento de la depresión del niño. Los padres pueden aprender a apoyar a su hijo y ayudarlo a practicar nuevas habilidades en casa. Tener un hijo con depresión puede ser difícil para las familias, y recibir apoyo del terapeuta suele marcar una gran diferencia.
Recibir tratamiento para la depresión puede ser desalentador. A menudo la propia depresión se interpone en el camino. Un niño deprimido se podría sentir abrumado, cansado y sin esperanza. También se podría culpar injustamente a sí mismo o a sus circunstancias por lo que siente. Estos son algunos de los síntomas y pensamientos característicos que acompañan la depresión, y que pueden dificultar que alguien que está deprimido hable y pida ayuda o que les crea a sus padres preocupados cuando le dicen que el tratamiento para la depresión los puede ayudar.
Pero el tratamiento realmente puede ayudar a los niños y adolescentes que se enfrentan a la depresión, incluidos varios tipos diferentes de terapia y medicamentos que han demostrado ser eficaces. El tipo de tratamiento recomendado para tu hijo dependerá de sus síntomas y preferencias, y de la experiencia del médico. Muchos médicos recomiendan que si un niño está tomando medicamentos antidepresivos, también debería participar en la terapia.
La doctora Wendy Nash, psiquiatra del Child Mind Institute, dice que considera que la terapia es “casi un requisito” cuando prescribe medicamentos para la depresión, y explica que “las habilidades que se enseñan en la terapia son esenciales”. Parte de la ventaja de la terapia es que las habilidades que aprenden los niños siempre se quedarán con ellos.
Qué esperar de un profesional clínico
Tener una buena relación con el profesional clínico de tu hijo es esencial, ya que mientras más involucrado y comprometido esté tu hijo en el tratamiento, es más probable que salga adelante con éxito. Un buen profesional clínico debe asegurarse de que tú comprendes los objetivos del tratamiento y debe hacerte sentir que tus preguntas son tomadas en serio. También deberías sentir que puedes ser honesto acerca de cómo le está yendo a tu hijo.
Jill Emanuele, PhD, directora sénior del Centro para trastornos del estado de ánimo del Child Mind Institute, dice que una de las primeras cosas que hace con un nuevo paciente es tratar de establecer una buena relación. “Llegas a conocer a la persona, la haces sentir cómoda. Estableces un espacio seguro donde le muestras que estás escuchando y que te importa. Con suficiente frecuencia, somos la primera persona que realmente los escucha de una manera que no han experimentado antes o que no han experimentado a menudo”.
Si una persona se resiste al tratamiento, la Dra. Emanuele dice que trata de abordar eso. “Tal vez hayan tenido una experiencia difícil con la terapia anterior o no confíen en los adultos, o quizás se sientan avergonzados por su comportamiento o por lo que sienten y no quieren mostrarlo a otra persona”.
Si tu hijo aún no ha recibido un diagnóstico formal, su profesional clínico debería comenzar por realizar una evaluación. Esto es para confirmar que tu hijo realmente tiene depresión, y para determinar si pudiera tener además otro trastorno de salud mental o de aprendizaje. No es inusual que los niños con ansiedad no diagnosticada, TDAH, trastornos del aprendizaje y otros problemas tiendan a desarrollar depresión. Si tu hijo tiene varios trastornos, entonces su plan de tratamiento debería incluir apoyo para todos ellos.
Terapia para la depresión
Existen diferentes tipos de terapia que se consideran “basadas en evidencia” para tratar la depresión, lo que significa que se han estudiado y se ha demostrado clínicamente que son eficaces. Aquí se desglosan algunas de ellas:
Terapia cognitivo-conductual (TCC)
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es la terapia por excelencia para el tratamiento de niños y adolescentes con depresión. La TCC (CBT, por sus siglas en inglés) funciona al brindar habilidades a las personas para hacer frente a síntomas como un estado de ánimo deprimido y pensamientos inútiles (como “no le caigo bien a nadie” o “las cosas nunca cambiarán”). En la TCC, niños y terapeutas colaboran activamente para alcanzar objetivos establecidos, como detectar esos patrones de pensamiento inútiles y mejorar la capacidad para la resolución de problemas.
Un aspecto central del tratamiento es enseñar a los niños que sus pensamientos, sentimientos y comportamientos están todos interconectados, por lo que cambiar uno de estos puntos puede cambiar los tres. Por ejemplo, una técnica llamada “activación conductual” los anima a participar en actividades y luego observar el efecto que tiene en su estado de ánimo. En palabras de la Dra. Emanuele, “establecemos una jerarquía de actividades en las que pueden comenzar a participar. La idea es ponerse en movimiento y estar activos, para que no sólo obtengan ese impulso físico, sino que también comiencen a experimentar pensamientos más positivos al tener éxito e interactuar más con los demás”.
La activación conductual ayuda a contrarrestar el aislamiento que a menudo experimentan las personas con depresión, lo que puede reforzar su estado de ánimo deprimido.
Terapia dialéctico-conductual (DBT, por sus siglas en inglés)
Para las personas con depresión más grave, la terapia dialéctico-conductual puede ser útil. Esta terapia es una forma de TCC adaptada para personas que tienen problemas para manejar emociones muy dolorosas y pueden involucrarse en conductas de riesgo, autolesiones como cortes y pensamientos o intentos suicidas.
Para manejar las emociones intensas, las personas que participan en la DBT aprenden a practicar mindfulness o conciencia plena (estar plenamente presentes en el momento y enfocarse en una cosa a la vez, sin juzgar), así como a desarrollar habilidades para resolver problemas, como tolerar la angustia, manejar situaciones difíciles de manera saludable e interactuar más efectivamente con amigos y familiares. La DBT es un tratamiento altamente estructurado que incluye terapia individual y grupos de habilidades. La DBT para adolescentes incluye sesiones con sus padres en las que aprenden juntos las habilidades.
Terapia interpersonal (IPT, por sus siglas en inglés)
Las relaciones sociales a veces pueden influir e incluso mantener la depresión. Cuando una persona está deprimida, sus relaciones también pueden sufrir. La terapia interpersonal funciona al enfocarse en las relaciones del niño y trabajar para que sean más saludables y le sirvan de apoyo. En esta terapia, los niños aprenden habilidades para comunicar mejor sus sentimientos y expectativas, desarrollan habilidades de resolución de problemas para manejar conflictos y aprenden a observar cuándo sus relaciones podrían estar afectando su estado de ánimo.
La IPT se ha adaptado para adolescentes con depresión para abordar inquietudes comunes sobre las relaciones entre adolescentes, incluidas las relaciones románticas y los problemas de comunicación con padres o compañeros. Llamada IPT-A, esta forma especializada de terapia interpersonal suele ser un tratamiento de 12 a 16 semanas. Se les pide a los padres que participen en algunas de las sesiones.
Terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT, por sus siglas en inglés)
Si bien su eficacia aún se está midiendo en adolescentes, la terapia cognitiva basada en mindfulness es otro tratamiento que se ha demostrado que funciona para jóvenes adultos y adultos con depresión.
La MBCT funciona al combinar métodos de terapia cognitiva conductual (TCC) con conciencia plena. La conciencia plena enseña a las personas a estar plenamente presentes en el momento y observar sus pensamientos y sentimientos sin juzgarlos. Esto puede ayudarlos a interrumpir patrones de pensamiento indeseables que pueden mantener o llevar a un episodio depresivo, como ser autocrítico o fijarse en cosas negativas de maneras no constructivas.
La MBCT se desarrolló originalmente para ayudar a las personas con episodios recurrentes de depresión, pero también se puede usar para tratar un primer episodio de depresión.
Tratamiento con medicamentos
Los niños y adolescentes con depresión también se pueden beneficiar de la medicación, y los profesionales clínicos a menudo recetan medicamentos cuando la depresión es más grave o cuando la terapia por sí sola no ofrece un tratamiento eficaz.
Los medicamentos que se recetan con mayor frecuencia para tratar la depresión son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como Zoloft, Prozac y Lexapro, y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN), como Strattera y Cymbalta. Estos medicamentos también son conocidos como antidepresivos. El profesional clínico de tu hijo también le podría recetar un antidepresivo atípico como Wellbutrin.
La Dra. Nash dice que a veces a los jóvenes (y sus familias) le preocupa tomar medicamentos para la depresión. A menudo se preocupan de que los medicamentos cambien su personalidad o de que los hagan sentir “drogados”. También les preocupa que puedan volverse adictos a los medicamentos.
Ella toma estas preocupaciones en serio y habla con los pacientes y sus familias sobre qué esperar. Los medicamentos correctos en las dosis correctas no harán que un niño se sienta drogado y no cambiarán quién es, en su lugar, deberían ayudar con sus síntomas de depresión. También explica que los antidepresivos no son adictivos. “No se experimenta una urgencia de tomarlos o de tener que conseguirlos en detrimento de tus relaciones”, dice. Cuando es hora de dejar de tomar antidepresivos, es poco común que las personas tengan síntomas continuos de abstinencia si reducen el medicamento cuidadosamente y bajo la supervisión de su médico.
Dosis y efectos secundarios
Es raro que una persona permanezca con la misma dosis que le recetaron inicialmente. Los médicos suelen ajustar la dosis una vez por semana o cada dos semanas al comienzo, a medida que el medicamento se acumula en el cerebro para alcanzar un nivel efectivo. Durante este tiempo, el médico de tu hijo le hará preguntas sobre cómo está tolerando el medicamento, incluidos los efectos secundarios que podría estar experimentando.
“Los efectos secundarios más incómodos se presentarán pronto”, dice la Dra. Nash. “Les digo a los pacientes que pueden experimentar efectos secundarios antes de los efectos deseados”. Los médicos deben mantenerse en contacto con las familias durante estas primeras semanas, controlar cómo se sienten los niños y brindar orientación porque, como dice la Dra. Nash: “Puede ser un tiempo difícil para los pacientes, en el que pueden sentir dolores de cabeza o insomnio, pero sin sentirse mejor todavía”. Ella dice que los efectos secundarios pueden desaparecer después de una o dos semanas.
Un paciente puede tardar un tiempo en comenzar a sentir el efecto completo de un medicamento antidepresivo. “El medicamento podría comenzar a funcionar entre dos y cuatro semanas, sin embargo se puede sentir más beneficioso a las seis semanas”, dice la Dra. Nash.
Monitorear los pensamientos suicidas
La Food and Drug Administration ha emitido una advertencia de que los niños y adolescentes que toman algunos medicamentos antidepresivos podrían experimentar un mayor riesgo de pensamientos suicidas. Muchos estudios han demostrado que los beneficios de los medicamentos antidepresivos superan los riesgos de no recibir tratamiento, por lo que aún se prescriben a los jóvenes. Para mantener a los pacientes seguros, se ha desarrollado un protocolo para ayudar a los profesionales clínicos a monitorear de cerca a sus pacientes y detectar una agudización en la depresión o la aparición de pensamientos suicidas a medida que se adaptan a un nuevo medicamento.
Dejar los medicamentos
Para evitar una recurrencia de la depresión, la Dra. Nash dice que es una buena idea seguir tomando medicamentos durante al menos un año después de que un niño haya dejado de sentir cualquier síntoma de depresión. También advierte que es importante pensar en el tiempo “óptimo” para dejar de tomar los medicamentos. Por ejemplo, no es una buena idea dejar de tomar sus medicamentos justo antes de exámenes importantes o cuando se está por comenzar la universidad.
Para evitar efectos secundarios desagradables, tu hijo no debe dejar de tomar los medicamentos de golpe. Es importante reducir los antidepresivos gradualmente, con la guía del médico que lo esté tratando, para asegurarse de que sea saludable.
Participación familiar
Tanto la Dra. Nash como la Dra. Emanuele enfatizan que las familias siempre deben participar en el tratamiento de la depresión de un niño. “Parte del tratamiento, especialmente al principio, es enseñar a los padres sobre la depresión y cómo funciona la terapia”, dice la Dra. Emanuele. “Es realmente importante que los padres entiendan los conceptos detrás de los tratamientos para que puedan entrenar a sus hijos, día a día, para usar las habilidades que están aprendiendo”. La Dra. Emanuele agrega que los padres a menudo encuentran que también se benefician del aprendizaje de esas habilidades.
Los profesionales clínicos también pueden ser útiles al dar consejos a los padres sobre cómo interactuar con un niño con depresión, lo que a veces puede ser difícil. Los niños con depresión podrían tratar de aislarse de la familia, o incluso interpretar la preocupación bienintencionada de los padres como crítica, en lugar de amor. Es importante saber cómo ser un apoyo. La Dra. Emanuele dice que ayuda a los padres a desarrollar un plan específico para cada situación para ayudarlos a saber cuándo dar apoyo y cuándo retirarse. Los médicos también pueden dar consejos sobre cómo fomentar interacciones más positivas.
Para los padres que están luchando con la enfermedad de su hijo, obtener este apoyo puede ser un gran alivio. Y, por supuesto, tan pronto como el niño comience a sentirse mejor, sus padres también comenzarán a sentirse mejor.