A veces es difícil mantener la calma, pero menos gritos significa mejor comunicación
in EnglishCuando los padres le gritan a sus hijos, no suele ser algo planeado. Están al tope de su paciencia. Pero esforzarse por mantener la calma merece la pena y hace que los niños se porten mejor a largo plazo.
Cuando usted grita, es difícil para la autoestima de su hijo. Y también le hace sentir mal a usted. Los niños pueden empezar a sentir que usted no los quiere. Y usted acaba sintiéndose culpable y frustrado. Los niños también pueden dejar de responder. Si usted grita frecuentemente, los gritos pierden su impacto. Además, el hecho de que usted grite puede ensombrecer el tema por el que está gritando. Así que los niños se pierden por completo el mensaje.
Para evitar los gritos, identifique los problemas por los que usted y su hijo siempre se pelean. A continuación, busque formas de resolver los problemas con antelación. Si salir por la puerta por la mañana es una batalla constante, intente preparar la ropa y realizar la ducha la noche anterior. Asimismo, una rutina puede ayudar. Especialmente con los niños más pequeños, las instrucciones sencillas de un solo paso con muchos elogios y recompensas son lo mejor. En lugar de intentar hacer varias cosas a la vez, intente simplemente estar con sus hijos.
También ayuda dar un paso atrás respecto a los sentimientos de su hijo y reconocer que normalmente no tienen que ver con usted. Si sabe que su hijo está de mal humor porque está cansado o tiene hambre, es más fácil no tomárselo como algo personal. Respire y cuente hasta diez, o salga de la habitación durante un minuto si es seguro hacerlo. Decirle a su hijo que usted se va a tomar un tiempo de descanso es una forma de que él también se calme.
Cuando las cosas se hayan calmado, hable con sus hijos de sus sentimientos. Eso les enseña a que hablen de sus propios sentimientos. Empiece diciendo: “Siento haber perdido los nervios. No debería gritarte. ¿Entiendes por qué me he frustrado?”. Asegúrese de que su hijo sepa que, incluso cuando usted se enfada, lo sigue queriendo.
Antes de subirse a la montaña rusa llamada crianza, es probable que las personas que no tienen hijos hayan visto a mamás y papás perder el control en algún momento y hayan pensado con aire de suficiencia: “Yo nunca voy a gritarles a mis hijos”.
Y luego tienen sus propias familias y la realidad se hace presente. Porque a medida que sus encantadores niños alcanzan cada muy esperado hito de desarrollo, también adquieren algunas habilidades menos deseables. Así, una niña de 2 años que “dibuja con espontaneidad” puede exhibir su nuevo talento en paredes recién pintadas y preciados muebles, mientras que su lenguaje incipiente le permite repetir ciertas palabras una y otra vez, incluido el tan popular “¡No!”.
Los padres saben que en medio del caos, mantener la calma (también conocido como no gritar) es una regla de oro. Pero a menos que usted esté hecho de piedra, es bastante difícil mantener un tono moderado cuando está lidiando con niños día tras día. Cuando los padres gritan, “han perdido los estribos”, dice el Dr. Steven G. Dickstein, psiquiatra de niños y adolescentes. “Están abrumados por la ira o la frustración”.
Aparte de cuando un niño hace algo peligroso o dañino, hay muy pocas situaciones que ameritan gritar. Sin embargo, “no creo que haya un padre o madre que no haya gritado”, dice la bloguera Alice Long “Esto sucederá. No se atormente”.
Entonces, ¿por qué es tan importante ser firme, sin levantar la voz?
Abordar la conducta inapropiada con calma permite que usted se enfoque en enseñar al niño qué es lo problemático de su comportamiento, y poder seguir adelante con consecuencias que sean efectivas.
Si usted trabaja en estrategias específicas que lo ayuden a sentirse más calmado, puede ayudar a sus hijos a aprender a regularse mejor.
Identifique las interacciones problemáticas: identifique los problemas recurrentes que suelen provocarlo a usted y a sus hijos. Si salir de la casa por la mañana hacia la escuela es un problema crónico, las soluciones pueden incluir elegir la ropa y bañarse la noche anterior, o que todos se levanten un poco más temprano. Intente dividirlo en pasos que usted pueda abordar con calma.
Sea consistente: con los niños más pequeños, ayuda crear una rutina fija con instrucciones simples de un solo paso que podrían incluir ayudas visuales, además de muchos elogios y recompensas.
Considere los desencadenantes: ser consciente del contexto en el que ocurre el comportamiento permite responder de maneras más calmadas. Si reconocemos cuando un niño está de mal humor porque se saltó su merienda o está cansado, puede ser más fácil moderar nuestros propios sentimientos exaltados.
Comprensión = paciencia: también es importante que los padres conozcan y entiendan las capacidades de sus hijos, ya que esto puede ayudarlos a ser más pacientes. Para Long, entender los problemas de su hijo, a quien le diagnosticaron un trastorno del procesamiento sensorial, fue “un cambio en la jugada”. Puedes tranquilizarte, dice ella, cuando “aceptas a los niños como son, los amas como son y reconoces que la mitad del problema es cómo tú reaccionas”.
Maneje el tiempo: tratar de hacer demasiado causa estrés. “Las veces en que me salgo de control son las veces en que me estoy sobrecargando”, dice Long. “El momento de hacer cuentas no es cuando los niños están en la mesa haciendo un proyecto de arte”. Los padres que intentan realizar múltiples tareas al mismo tiempo, señala Long, aumentan el riesgo de que los niños se porten mal. “Solo quédate con tus hijos. Es menos probable que tiren su desayuno al suelo”.
Cuente hasta 10: todos los padres entrevistados para este artículo compartían un mismo consejo clave: tomar un descanso y respirar. Es importante reconocer cuándo usted está a punto de perder el control para poder alejarse de la situación, incluso salir de la habitación, cuando puede hacerlo de manera segura. (Una madre que le dice a su hijo que se está tomando un momento para clamarse, está modelando un comportamiento de autorregulación). “No soy alguien que grita”, dice Uhl. “Pero cuando siento que me estoy irritando por la frustración y escucho mi voz cada vez más fuerte, me detengo, me controlo, respiro hondo y empiezo de nuevo”.
Desconéctese: ignorar activamente los comportamientos problemáticos es otra estrategia que ayuda a evitar que los padres griten. Si te desconectas de la situación hasta que recuperes la compostura, estarás evitando alimentar el fuego. (Esto no se puede hacer cuando un niño está siendo agresivo o destructivo). En cambio, al responder positivamente solo a la conducta deseada, los padres refuerzan lo que quieren frente a lo que no quieren. Además, al permitir que los niños practiquen “desacelerar sus motores” por su cuenta, sin indicaciones de los padres, los ayudan a aprender a manejar la frustración.
Aprenda a soltar y reírse de ello: junto con ignorar viene aprender a relajarse. “Si el bocadillo termina en el piso, dice Long, en lugar de enojarme con los niños, les diré: ‘Oh, no, ¡hiciste un desastre!, vamos a limpiarlo juntos’. Haga lo que tenga que hacer para que sea más fácil para usted”.
Busque apoyo: Long agrega que también ayuda tener una red de amigos y parientes de confianza para esos días extremadamente malos en los que no siente que puede calmarse y necesita refuerzos. Los blogs, grupos de apoyo, otros padres y médicos pueden ayudar a los padres a confirmar que no están solos.
Acepte sus sentimientos: dependiendo de la edad y el nivel de desarrollo del niño, los padres pueden, después de que las cosas se hayan calmado, mostrarle a sus hijos cómo hablar sobre los sentimientos. “Puede decirles que no se siente respetado o que se siente ignorado”, dice el Dr. Dickstein. Dan Janzen, quien ha tenido “uno o dos momentos de descontrol” con su hijo de 9 años y su hija de 6 años, dice que trata de hacer que “entiendan que los gritos, no son porque ellos son niños malos; sino porque él como padre perdió los estribos. ‘Lamento haber perdido el control, eso fue un poco duro, y no debería gritarte. ¿Pero entiendes por qué me frustré un poco?’ Y luego tenemos una breve conversación sobre la situación”.
“Siempre me aseguro también de seguir rápidamente con algo como: ‘Incluso cuando pierdo el control te amo”, agrega Janzen. “Creo que el tema principal es tratar de evitar que los estallidos perjudiquen su confianza o seguridad. Pase lo que pase, sigo siendo el mismo papá, un poco ridículo pero bien intencionado que los ama”.
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