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Ayudar a jóvenes universitarios con depresión

A qué estar atento y quién puede ayudar.

Escrito por: Rachel Ehmke

Experto clínico: Roy Boorady, MD

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Ir a la universidad es una etapa emocionante en la vida de los jóvenes, pero para algunos estudiantes la depresión se interpone en el camino. Ya sea que se trate de su primer contacto con el trastorno o no, para muchos jóvenes la universidad puede actuar como un catalizador para el inicio de la depresión. Y, si además se suma que por primera vez están viviendo por su cuenta, el momento no podría ser peor.

Roy Boorady, MD, un psiquiatra de jóvenes y adolescentes del Child Mind Institute, dice que recibe “muchas llamadas el primer semestre” acerca de jóvenes universitarios que están pasando un mal momento. “Por lo general, lo que terminan haciendo es llamar a sus padres en medio de la noche. Luego, sus padres me llaman a mí y me dicen: ‘Mi hijo nos ha estado llamando a las dos y tres de la mañana llorando porque se siente deprimido e infeliz. ¿Qué hacemos?’”, explica el Dr. Boorady.

Los niños pueden sentirse deprimidos a edades tempranas, pero cuanto mayor sea una persona, mayores serán las tasas de prevalencia. Los expertos consideran que los factores de riesgo para la depresión son una combinación de genes y entorno. Algunos jóvenes podrían estar genéticamente en riesgo de desarrollar depresión, pero estarán bien hasta que experimenten un elemento estresante en su entorno que encienda el interruptor, por así decirlo, y los envíe a la depresión. Tiene sentido pensar que la universidad pueda ser ese elemento estresante.

Estrés ante un nuevo entorno

“Dejar la casa es una gran transición para los jóvenes, y creo que subestimamos lo difícil que es esto para muchos”, dice el Dr. Boorady. En la universidad, los jóvenes se encuentran de repente en un nuevo entorno, sin la estructura o apoyo con el que siempre habían podido contar, tanto de tipo académico como emocional. Los jóvenes podrían tener sentimientos complejos acerca de cómo deberían relacionarse ahora con su familia en casa, o pensar que no encajan con sus nuevos compañeros.

Al estar viviendo la independencia por primera vez, también podrían estar adoptando el estilo de vida universitario: hábitos de sueño irregulares, comidas no nutritivas (o inexistentes) y un horario no estructurado, especialmente si se saltan clases, lo que puede hacer que se sientan desconectados.

La universidad también es una especie de olla a presión para la depresión, porque cuando se está rodeado de personas deprimidas hay más probabilidades de deprimirse.

Señales de depresión a tener en cuenta

Detectar la depresión en jóvenes universitarios que están lejos de casa puede ser difícil. Algunos síntomas de depresión como la tristeza y el llanto son sencillos, pero otros como la dificultad para concentrarse y la irritabilidad lo son menos. Las personas con depresión también tienden a aislarse y disfrutar menos de las cosas que solían disfrutar, por lo que si usted escucha que su hijo pasa demasiado tiempo solo en su dormitorio o abandona las cosas que solían hacerlo feliz, podría estar deprimido.

El consumo preocupante de alcohol y sustancias también puede ser una señal. Para muchos jóvenes, las cosas llegan a un punto crítico hacia el final del semestre, cuando las demandas académicas se vuelven más exigentes y parecen insuperables.

La universidad es una etapa para hacerse adultos y ser más independientes, y los padres deberían respetar esto y darle a los jóvenes el espacio que necesitan para crecer. Pero si usted nota algún cambio en su estado de ánimo o comportamiento que le parezca preocupante, no los ignore. Sus compañeros y nuevos profesores no lo conocen tan bien como usted, por lo que es posible que no reconozcan cuándo hay un problema.

Obtener ayuda

Tratar la depresión cuando los jóvenes están lejos de casa puede ser complicado. Las universidades tienen centros de salud en el campus con profesionales que pueden ayudar, pero convencer a los jóvenes para que vayan allí puede ser “una hazaña en sí misma”, señala el Dr. Boorady. Es por eso que aconseja que los jóvenes que ya han enfrentado depresión anteriormente se comuniquen con los profesionales de salud mental del campus antes de empezar la universidad. Haber hecho este contacto inicial y saber a quién acudir y qué esperar, hace que pedir ayuda sea mucho más fácil.

Si su hijo no ha utilizado todavía el centro de salud pero parece necesitar apoyo, hágale saber que ahí pueden ayudarlo. Los jóvenes a menudo son reacios a dar el primer paso, por lo tanto, sea comprensivo y anímelo. Los padres también pueden programar una cita, pero debido a las leyes de confidencialidad, no deberían esperar que la escuela les brinde información sobre la salud de su hijo, a menos que él haya dado su autorización para esto.

Tenga en cuenta que los centros de salud generalmente limitan el número de sesiones que los estudiantes pueden recibir, pero en caso necesario harán referencias a otros profesionales que se encuentren en el área. Si su hijo tiene depresión, es probable que necesite un tratamiento continuo, ya sea para terapia o para monitorear la medicación, o para ambas cosas. Trasladarse de regreso a casa para recibir atención médica no suele ser realista, y recibir un tratamiento constante es importante, por lo que es bueno encontrar un proveedor dentro de la comunidad en el que su hijo pueda confiar.

No es un buen momento para suspender los medicamentos

Finalmente, no es inusual que los jóvenes que ya han sido diagnosticados con depresión quieran dejar de tomar medicamentos antes de ir a la universidad para tener la oportunidad de “comenzar de nuevo”. Esto puede ser muy peligroso si no hay supervisión médica. Con la depresión existe el riesgo de una recaída, por lo que si su hijo quiere dejar la medicación, la dosis debe reducirse muy gradualmente y su médico debe monitorearlo de cerca durante todo el proceso: dejar los medicamentos de golpe no es nunca buena idea.

Hay otro motivo por el que detener el tratamiento justo antes de la universidad es arriesgado: “El primer año es muy estresante, por lo que quiero que los jóvenes tengan un primer año exitoso”, dice el Dr. Boorady. “Después del primer año, podemos discutir si es una buena idea dejar los medicamentos”.

La última revisión de este artículo se realizó el 3 de diciembre de 2024.