Aunque la adicción a la tecnología no es un diagnóstico clínico de salud mental, pasar demasiado tiempo frente a las pantallas puede interferir en el desarrollo saludable de los adolescentes. Muchas aplicaciones están diseñadas para mantener a los niños ocupados el mayor tiempo posible, lo que dificulta ejercer el autocontrol y apagar el dispositivo.
¿Es real la adicción a Internet?
Con los niños pasando más y más tiempo frente a las pantallas, a los padres les preocupa que se vuelva una adicción.
Expertos clínicos: Dave Anderson, PhD , Matthew M. Cruger, PhD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Por qué los niños y adolescentes pasan tanto tiempo en línea?
- ¿Cuándo se vuelve problemático el uso de Internet?
- ¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a los niños a utilizar Internet de forma saludable?
Lectura rápida
Muchos niños y adolescentes pasan mucho tiempo en las redes sociales, los videojuegos y otras actividades en pantallas. Pero la adicción a Internet no es un diagnóstico clínico de salud mental. Esto se debe a que las pantallas no afectan el cerebro de los niños del mismo modo que lo harían las drogas o el alcohol. Puede que sientan que no pueden dejar de usar Internet, pero no tienen una dependencia química de la misma manera.
Sin embargo, pasar mucho tiempo en línea representa un problema cuando interfiere con la capacidad de un niño de tener una vida normal. Las redes sociales y los videojuegos son muy estimulantes para el cerebro de los niños. Eso puede dificultar que descansen y se concentren en otras cosas. La tecnología puede tener un impacto negativo en los niños si pasan tanto tiempo en las pantallas que limita el tiempo para comer, dormir, hacer sus tareas o pasar el rato con sus amigos y familiares. Las investigaciones sugieren que el uso intensivo de las redes sociales también puede ser un factor de riesgo para la ansiedad y la depresión en adolescentes.
Al mismo tiempo, es importante recordar que mucho de lo que los niños hacen en línea es apropiado y saludable para su edad. Utilizar la tecnología para hablar con los amigos, escuchar música, explorar intereses y jugar no constituyen un problema si se hacen con moderación. Si su hijo sigue teniendo suficiente tiempo para todas las demás actividades importantes de su vida, seguramente no tendrá que preocuparse por su uso de la pantalla.
Si cree que su hijo pasa demasiado tiempo en actividades como los videojuegos, el verdadero problema podría ser una condición de salud mental subyacente. La ansiedad, la depresión, el TDAH y los trastornos del aprendizaje pueden provocar que los niños se refugien en actividades en línea. Una vez que se trate su problema subyacente, es posible que se sientan más capaces de involucrarse en amistades y actividades fuera de línea.
Adicción a Internet. Adicción al teléfono. Adicción a la tecnología. Como sea que lo llame, muchos padres expresan su preocupación de que sus hijos sean adictos a sus dispositivos.
¿Este comportamiento que preocupa a los padres realmente es adicción?
Lo que preocupa a los padres suelen ser dos cosas: la gran cantidad de tiempo que pasan sus hijos frente a las pantallas y la resistencia de sus hijos a reducir ese tiempo de pantalla. Hacer que guarden sus dispositivos y vengan a cenar, participen en otras actividades, salgan o hagan su tarea (sin revisar las redes sociales y los programas de televisión en línea) parece ser una batalla cada vez más difícil.
Los niños a veces usan la palabra “adicción” para describir su propio comportamiento. En una encuesta de 2016 realizada por Common Sense Media, la mitad de los adolescentes dijeron que “sienten” que son adictos a sus dispositivos móviles. Tres cuartas partes de ellos dijeron que se sentían obligados a responder inmediatamente los mensajes de texto, publicaciones en redes sociales y otras notificaciones.
“La mayor parte del tiempo, cuando las personas dicen que alguien es adicto a Internet o adicto a su teléfono, lo dicen coloquialmente”, señala David Anderson, PhD, psicólogo clínico del Child Mind Institute. Al llamarlo adicción, los padres a menudo expresan su preocupación de que tanto tiempo frente a la pantalla no es saludable, así como su sensación de que son incapaces de detenerlo.
¿Son adictos los niños?
Si bien la comparación con el abuso de sustancias es tentadora, debido a que los dispositivos estimulan los mismos centros de recompensa del cerebro, los expertos señalan diferencias cruciales.
“La adicción en realidad no refleja el mismo comportamiento que estamos viendo”, dice Matthew Cruger, PhD, neuropsicólogo y director del Centro para el aprendizaje y el desarrollo del Child Mind Institute. “Con la adicción tienes una sustancia química que cambia nuestra manera de responder, eso nos lleva a depender de ella para nuestro nivel de funcionamiento. Eso no es lo que está sucediendo aquí. No desarrollamos niveles más altos de tolerancia. No necesitamos más y más tiempo de pantalla para poder funcionar”.
Técnicamente, no existe la adicción a Internet o al teléfono. Algunos en la comunidad psiquiátrica han propuesto un nuevo trastorno llamado trastorno del juego de Internet (internet gaming disorder), para reconocer patrones poco saludables de juego. Pero para elevarse al nivel de un trastorno, señala el Dr. Anderson, el comportamiento debería ser muy extremo y debería perjudicar seriamente la vida de un niño.
Eso significaría una cantidad de tiempo de pantalla que no solo es más de lo que los padres consideran aceptable, sino que desplaza a otras actividades apropiadas para su edad, como socializar, practicar deportes, trabajar en la escuela, incluso la higiene y el sueño. “Veríamos adolescentes que están apartando todo lo demás de sus vidas”, explica el Dr. Anderson. “No están teniendo amistades, no están participando socialmente, al menos no fuera de línea, y les podría estar yendo mal en la escuela”.
Algunos padres pueden ver un comportamiento que parece adictivo, agrega el Dr. Anderson, cuando los niños se enojan si se les exige que se detengan, insisten en tener más y más tiempo frente a la pantalla, pasan mucho tiempo sin conexión pensando cómo y cuándo volverán a conectarse. Pero este tipo de comportamientos pueden ser provocados por muchas actividades placenteras y no constituyen una adicción. “En la mayoría de los casos, lo que veo es que los padres que están preocupados por el comportamiento de su adolescente con respecto a las pantallas, utilizan la palabra adicción cuando en realidad no encaja”.
Una de las razones para tener cuidado con el uso del término, agrega, “es que en esta época tenemos una tendencia a patologizar el comportamiento adolescente normal”.
¿Qué están haciendo los niños en línea?
La cantidad de tiempo que los adolescentes suelen pasar en sus teléfonos y otros dispositivos puede ser engañosa si se toma como una medida de si están involucrados de manera no saludable. Esto se debe a que muchas de las cosas que los niños hacen en esos dispositivos son actividades apropiadas para su edad, y que en el pasado se han hecho sin conexión: socializar con compañeros, explorar intereses personales, ir de compras, escuchar música, hacer tareas escolares, ver películas o la televisión.
Los mensajes de texto y el uso de sitios de redes sociales, por ejemplo, se han convertido en canales importantes para que los adolescentes conecten con otros, y sean validados. Los juegos para pretender y asumir roles les permiten a los niños interactuar no solo con amigos, sino con personas de todo el mundo. Un informe de 2016 de Common Sense Media concluyó: “Lo que parece ser un uso y una distracción excesivos es en realidad un reflejo de nuevas formas de mantener relaciones con los compañeros, y participar en comunidades que son relevantes para ellos”.
¿Está ocultando un trastorno de salud mental?
Cuando un niño parece estar exageradamente centrado en los videojuegos, hasta el punto del aislamiento social, el comportamiento puede ser, en lugar de una adicción, una consecuencia de otros problemas de salud mental.
El Dr. Anderson reporta que muchas veces está en la situación de decirles a los padres: “Entendemos su hipótesis de que su hijo es adicto a los juegos, pero puede ser que esté socialmente ansioso. Puede ser que esté deprimido. Puede ser que tenga un trastorno del aprendizaje”.
El Dr. Anderson recuerda haber tratado a un niño de 16 años cuya madre insistía en que era adicto a los videojuegos. “Las sesiones eran en su casa, y fue de hecho muy difícil lograr que dejara de jugar Call of Duty, incluso para tener la sesión. Pero de lo que me di cuenta rápidamente fue que tenía TDAH, así como depresión, y le iba mal en la escuela desde que tenía uso de la razón”.
Call of Duty era realmente algo positivo en su vida, dice el Dr. Anderson, “lo único que le proporcionaba consuelo, un sentido de pertenencia. Se unió a un grupo de personas que juegan Call of Duty y publican videos de YouTube de ellos jugando”.
Una vez que recibió el tratamiento adecuado para su TDAH y depresión, pudo reducir el número horas que dedicaba a jugar Call of Duty y hacer amigos fuera de línea. “Se unió al equipo de fútbol en la escuela. Sus calificaciones mejoraron”, comenta el Dr. Anderson. “En ese sentido, fue un tratamiento de la ‘adicción a Internet’, a través de un tratamiento de las condiciones subyacentes reales”.
Uso problemático
Si bien los expertos dicen que los padres deben permanecer escépticos sobre la noción de adicción, también argumentan que los padres deben estar atentos a posibles consecuencias negativas del uso de las pantallas. Las aplicaciones y los juegos están diseñados para mantenernos enganchados tanto como sea posible, y puede ser difícil para los niños ejercer autocontrol cuando su impulso es seguir revisando los muros sociales.
Existe amplia evidencia de que el uso intenso de las redes sociales se correlaciona con un aumento de la ansiedad y la depresión, a medida que los adolescentes, especialmente las niñas, se comparan desfavorablemente con sus compañeros y se preocupan por perderse de la acción.
La investigación muestra que el juego excesivo (pasar dos tercios o más del tiempo libre) se correlaciona con resultados negativos de salud mental, incluida una mayor incidencia de ansiedad, depresión y consumo de sustancias.
Existe evidencia de que realizar multitareas (usar las redes sociales, enviar mensajes de texto, mirar televisión mientras se hace la tarea) socava el funcionamiento cognitivo y disminuye el aprendizaje.
Y, por supuesto, los expertos notan que la atención constante a los dispositivos se produce a costa de otras actividades que, en última instancia, son más valiosas e importantes desde el punto de vista del desarrollo.
Participación superficial
“Nuestros cerebros están programados para que les gusten las cosas que son novedosas y estimulantes, y el teléfono captura eso”, señala el Dr. Cruger. “Es más fácil entretenerse revisando el teléfono constantemente o jugando algún videojuego, que con tareas que requieren más esfuerzo mental, aunque en última instancia sean más gratificantes para muchas personas”.
El Dr. Cruger ve una analogía con los juegos de azar, que los dispositivos electrónicos solo refuerzan de manera intermitente. “Las personas pasan mucho tiempo mirando brevemente las cosas, sin profundizar en ellas, esperando que sea gratificante, aunque a menudo no lo es”.
¿Por qué elegirías un libro si Instagram o Candy Crush son tan estimulantes?, pregunta el Dr. Cruger. “Todavía conservas la capacidad de aplicar más esfuerzo mental a las cosas, pero la oportunidad se pierde cuando estás participando permanentemente de manera superficial”.
“Hay que encender las alarmas absolutamente —concluye el Dr. Anderson— pero la gran mayoría de los niños se entretienen en conductas relacionadas con la pantalla que pueden no ser patológicas o dañinas”.
La clave, señala, es ayudar a los padres a establecer límites apropiados para las pantallas, a comprender lo que hacen sus hijos en línea, a sentirse seguros de que están participando en las tareas de desarrollo correctas, en Internet o en la vida real.