Desacelera y saca más provecho de esta ajetreada temporada.
Clinical Expert: Jill Emanuele, PhD
in EnglishApenas guardamos los disfraces de Halloween y los dulces se empiezan a acabar, nos damos cuenta de pronto de que las festividades están llegando… RÁPIDAMENTE. Los pensamientos sobre regalos, pavos, tarjetas, parientes, fiestas y compras empiezan a girar vertiginosamente en nuestra mente. Y así comienza el ajetreo de las festividades y nuestra transformación en campeones o campeonas de las tareas múltiples.
Pero en el apuro por conseguir todo, a menudo perdemos nuestra conexión con el momento presente, con cómo nos sentimos y en qué estamos pensando. Nos centramos tanto en el futuro que a veces nos perdemos las pequeñas cosas que hacen que la vida sea bella tal como es. El cumplido de una persona desconocida, la cálida sonrisa de nuestros hijos, una hermosa puesta de sol. Y aunque hacemos una pausa el Día de Acción de Gracias para recordarnos todo lo que agradecemos, en realidad deberíamos recordar que todos los días hay algo que agradecer.
Contrariamente a la creencia común, una forma efectiva de hacer frente a la locura de las fiestas es REDUCIR LA VELOCIDAD y dedicar un poco de tiempo cada día a cultivar y practicar la conciencia plena. Tal vez hayas escuchado hablar de este concepto, que tiene sus raíces en el budismo zen, y que recientemente se ha hecho más popular en la sociedad occidental. La investigación ha demostrado que la práctica de la conciencia plena se asocia con mejoras en el bienestar, la salud física y mental, la satisfacción en las relaciones y la concentración. Además, se ha demostrado que la práctica de la conciencia plena ayuda a reducir el estrés y las emociones negativas asociadas, como la ansiedad y la tristeza.
¿Qué es entonces la conciencia plena? Jon Kabat-Zinn, PhD, conocido internacionalmente por introducir la conciencia plena en la medicina y la sociedad occidentales, define el concepto como: “La conciencia, cultivada mediante la atención al momento presente, de forma sostenida, particular, a propósito y sin juicios”. Cuando practicamos la conciencia plena, estamos centrando toda nuestra atención en el momento tal como es, dejando ir el pasado y los pensamientos dirigidos al futuro y permitiendo que todos nuestros sentidos experimenten este momento, en el ahora.
Tal vez te preguntes: “De acuerdo, entonces en la práctica, ¿cómo puedo ser consciente?”. En realidad, hay infinitas oportunidades para practicar la conciencia plena durante cada día. Estas son algunas sugerencias para empezar:
Al dedicar unos minutos cada día a estar conscientes, quizás incluso más de una vez al día, podemos darnos el espacio para entrar en contacto con nuestro ser, experimentar plenamente los momentos significativos que suelen pasar desapercibidos y darnos el tiempo de practicar la gratitud por lo que tenemos en nuestras vidas. De esta manera, cuando llegue el Día de Acción de Gracias, ¡no tendremos que hacer el esfuerzo de pensar por qué sentimos agradecimiento! En su lugar, podemos experimentar la gratitud diariamente, reducir nuestro estrés y estar más en contacto con las pequeñas cosas que hacen la diferencia.
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