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¿Es normal la ira de mi hijo?

Cómo saber si los estallidos emocionales o la agresión están más allá del comportamiento infantil típico.

Experto clínico: Alnardo Martínez, MS

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La mayoría de los niños tienen rabietas o crisis ocasionales. Puede que a veces estallen si se sienten frustrados, o se comporten de manera desafiante si se les pide que hagan algo que no quieren hacer. Pero cuando los niños hacen estas cosas de manera repetida, o no pueden controlar su temperamento la mayor parte del tiempo, puede ser algo más que un comportamiento típico.

Estas son algunas señales de que los estallidos emocionales te deberían preocupar:

  • Si las rabietas y los estallidos de tu hijo ocurren más allá de la edad esperada según la etapa de desarrollo (hasta aproximadamente los 7 u 8 años).
  • Si su comportamiento es peligroso para él mismo o para los demás.
  • Si su comportamiento le está ocasionando serios problemas en la escuela, y los maestros te han informado que está fuera de control.
  • Si su comportamiento está interfiriendo con su capacidad de llevarse bien con otros niños, por lo que está siendo excluido de citas de juegos y fiestas de cumpleaños.
  • Si sus rabietas y conducta desafiante están causando muchos conflictos en casa y perturban la vida familiar.
  • Si está molesto porque siente que no puede controlar su ira, y eso lo hace sentir mal consigo mismo.

Comprender la ira en los niños

Cuando los niños continúan teniendo estallidos emocionales regulares, suele ser un síntoma de angustia. El primer paso es comprender lo que está provocando el comportamiento de tu hijo. Hay muchas posibles causas subyacentes, que incluyen:

  • TDAH: Muchos niños con TDAH, especialmente aquellos que experimentan impulsividad e hiperactividad, tienen problemas para controlar su comportamiento. Puede que les resulte muy difícil seguir instrucciones o cambiar de una actividad a otra, y eso los hace parecer desafiantes y enojados. “Más del 50 por ciento de los niños con TDAH tienen también arrebatos desafiantes y emocionales”, dice Vasco Lopes, PsyD, psicólogo clínico. Su dificultad para concentrarse y completar tareas también puede conducir a berrinches, discusiones y luchas de poder. Eso no significa necesariamente que hayan sido diagnosticados con TDAH. De hecho, a veces el TDAH pasa desapercibido en niños que tienen un historial de agresión severa porque hay muchos otros problemas mayores.
  • Ansiedad: Los niños que se muestran enojados y desafiantes, a menudo tienen una ansiedad severa que no ha sido identificada. Si tu hijo tiene ansiedad, especialmente si la está ocultando, puede que tenga dificultad para lidiar con situaciones que le causan angustia, y puede que estalle cuando, por ejemplo, las exigencias de la escuela ejercen una presión sobre él que no puede manejar. En una situación que podría causar ansiedad, el instinto de “lucha o huida” de tu hijo se podría fortalecer: podría tener una rabieta o negarse a hacer algo para evitar la fuente de miedo intenso.
  • Trauma o abandono: Muchas veces, el mal comportamiento en la escuela es resultado de un trauma, de abandono o de caos en el hogar. “Los niños con dificultades, que no se sienten seguros en casa, pueden comportarse como terroristas en la escuela, con comportamientos bastante intimidantes”, dice la Dra. Nancy Rappaport, profesora de la Harvard Medical School, especializada en atención de la salud mental en el entorno escolar. La mayoría de los niños en riesgo, dice, son niños con TDAH que también han experimentado algún trauma.
  • Problemas de aprendizaje: Si tu hijo se porta mal repetidamente en la escuela o al hacer la tarea, es posible que tenga un trastorno del aprendizaje no diagnosticado. Digamos que él tiene muchos problemas con las matemáticas, y los problemas de matemáticas lo hacen sentir muy frustrado e irritable. En lugar de pedir ayuda, podría romper una tarea o comenzar algún pleito con otro niño para desviar la atención de sus verdaderos problemas.
  • Problemas del procesamiento sensorial: Algunos niños tienen problemas para procesar la información sensorial que reciben del mundo que los rodea. Si tu hijo es hipersensible o poco sensible a la estimulación, cosas como la ropa “rasposa” y demasiada luz o ruido pueden hacer que se sienta incómodo, ansioso, distraído o abrumado. Eso puede llevar a rabietas sin ninguna razón aparente para ti u otros cuidadores.
  • Autismo: Los niños en el espectro autista también suelen ser propensos a las crisis dramáticas. Si tu hijo está en el espectro, tal vez tienda a ser rígido (tener necesidad de una rutina consistente para sentirse seguro) y cualquier cambio inesperado puede desestabilizarlo. Puede que tenga problemas sensoriales que lo hagan sentir abrumado por la estimulación y provoquen un cortocircuito que lo conduce a una pataleta, la cual continúa hasta que se agota. Y puede que no tenga las habilidades de lenguaje y comunicación para expresar lo que quiere o necesita.

¿Cómo puedes ayudar a un niño “enojado”?

Los medicamentos no arreglarán necesariamente un comportamiento desafiante o la agresión, pero pueden reducir los síntomas del TDAH, la ansiedad y otros trastornos, y mejorar las condiciones para trabajar en esos comportamientos. Los enfoques conductuales que hacen que padres e hijos trabajen juntos para controlar el comportamiento problemático son fundamentales para ayudar en esta situación.

Encuentra los desencadenantes

El primer paso para manejar la ira es comprender lo que desencadena los estallidos de los niños. Entonces, si por ejemplo cruzar la puerta hacia la escuela es un problema crónico para tu hijo, las soluciones podrían incluir recordatorios de tiempo, dejar la ropa a la vista, ducharse la noche anterior y despertarse más temprano. Algunos niños responden bien a la división de tareas en varios pasos, así como a tenerlas anotadas en una pizarra colgada en la pared.

Crianza consistente

Cuando la actitud desafiante y los estallidos emocionales se presentan en un niño, la respuesta del padre o cuidador afecta la probabilidad de que el comportamiento vuelva a ocurrir.

Si el comportamiento de un niño está fuera de control, o causa problemas importantes, es buena idea probar con  programas estructurados de capacitación para padres. Estos programas (como la terapia de interacción padres-hijos, PCIT por sus siglas en inglés, y la capacitación en el manejo del comportamiento para padres) te preparan para aprender a reforzar positivamente el comportamiento que quieres incentivar en tu hijo, así como para aplicar consecuencias consistentes para los comportamientos que quieres desalentar. La mayoría de los niños responden bien a una relación más estructurada, con respuestas calmadas y consistentes de parte de sus padres, con las cuales pueden contar.

Estos son algunos de los elementos clave que se enseñan en la capacitación para padres:

  • No te rindas. Resiste la tentación de acabar con la rabieta de tu hijo dándole lo que quiere cuando estalla. Darte por vencido sólo le enseña que las rabietas funcionan.
  • Mantén la calma y sé consistente. Cuando estás en control de tus propias emociones, estás en un mejor lugar para enseñar y seguir adelante con mejores consecuencias y de manera más consistente. Las respuestas ásperas o con enojo tienden a agravar la agresión de los niños, ya sea verbal o física. Al mantener la calma, también estás modelando y enseñando a tu hijo el tipo de comportamiento que quieres ver en él.
  • Ignora el comportamiento negativo y elogia el comportamiento positivo. Ignora los malos comportamientos menores, ya que incluso la atención negativa como reprender o decirle al niño que deje de hacerlo, puede reforzar sus acciones. En su lugar, agrega adjetivos específicos a los comportamientos que quieres fomentar. (No digas solamente “lo hiciste bien”, di: “Lo hiciste bien al conseguir mantenerte calmado”).
  • Utiliza consecuencias consistentes. Tu hijo necesita saber cuáles son las consecuencias para los comportamientos negativos, como los “tiempos fuera” , así como las recompensas por los comportamientos positivos, como tiempo de pantallas. Y tienes que demostrarle que mantendrás estas consecuencias en cada ocasión.
  • Espera hasta que la rabieta haya terminado para hablar. Algo que no quieres hacer es intentar razonar con un niño que está enojado. Como dice el Dr. Stephen Dickstein, pediatra y psiquiatra de niños y adolescentes: “No hables con el niño cuando no está disponible”. Quieres animar al niño a practicar la negociación cuando no está estallando, y tú tampoco.
  • Prepara un conjunto de herramientas para calmarse. Tanto tú como tu hijo necesitan preparar lo que el Dr. Dickstein llama un kit de herramientas para tranquilizarse, cosas que él puede hacer para calmarse, como respirar lento para lograr relajarse. Porque no se puede estar calmado y enojado al mismo tiempo. Hay muchas técnicas, añade, pero “lo bueno de respirar es que siempre está disponible”.

Preguntas frecuentes

¿Cuáles son los problemas de ira en la infancia?

Los problemas de ira en la infancia involucran ira frecuente que se vuelve peligrosa para el niño o para los demás, causan problemas en casa y en la escuela y hacen que el niño se sienta fuera de control. Aunque la mayoría de los niños tienen rabietas ocasionales, la ira extrema de forma regular, especialmente en un niño mayor de ocho años, podría ser señal de un problema de salud mental.

¿Qué causa la ira en niños?

Por lo general, la ira en niños suele ser señal de frustración o angustia, que podría estar causada por diversos problemas subyacentes como autismo, TDAH, ansiedad o trastornos del aprendizaje. El primer paso para reducir la ira infantil es identificar su fuente.

La última revisión de este artículo se realizó el 28 de marzo de 2024.