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Suicidio en adolescentes: ¿Cuáles son los factores de riesgo?

El temperamento, la familia y el entorno juegan un papel importante.

Escrito por: Nadine Kaslow, PhD

Experto clínico: Dr. Ramón Burgos

in English

Uno de los mitos existentes sobre las personas que hablan de suicidarse, y aquellos que de verdad lo intentan, es que se trata tan sólo de una llamada de atención o de un “grito de ayuda”. Los niños que hablan o escriben acerca de matarse no son tomados en serio y se les considera melodramáticos (¡es evidente que no lo dice en serio!). Pero una amenaza de suicidio no debería nunca ser ignorada, incluso cuando provenga de un niño que ha amenazado con suicidarse ya tantas veces que estamos tentados a dejar de tomarlo en serio. Es importante responder con seriedad y extremo cuidado a dichas amenazas y a otras señales de advertencia. Aunque no significan necesariamente que un niño vaya a intentar suicidarse, es una posibilidad que no se debe descartar.

Cuando se reflexiona sobre este tema, resulta útil conocer los factores que hacen que las personas más jóvenes sean más (o menos) propensas a considerar o intentar suicidarse. ¿Qué sabemos de los jóvenes que intentan quitarse la vida o de aquellos que finalmente mueren por suicidio? Analicemos los factores de riesgo (aquellos que aumentan las probabilidades de que los niños desarrollen conductas suicidas), así como los factores protectores, es decir, aquellos que reducen el riesgo.

Cuando los niños tienen muchos factores de riesgo y prácticamente ningún factor protector, es razón suficiente para preocuparse por ellos. Por otro lado, si tienen una cantidad razonable de factores de riesgo pero muchos factores protectores, podrías preocuparte un poco menos, aunque aún así, por supuesto, debes mantener una mirada atenta.

Estos son algunos factores de riesgo de suicidio:

  • Una pérdida reciente o importante. Esto puede incluir la muerte de un miembro de la familia, un amigo o una mascota. Los niños también podrían sentir como una pérdida profunda la separación o el divorcio de sus padres o una ruptura con el novio o la novia, además de situaciones como que uno de sus padres se quede sin empleo o que la familia pierda su casa.
  • Un trastorno psiquiátrico, particularmente un trastorno del estado de ánimo, como depresión, trauma o un trastorno relacionado con el estrés.
  • Intentos de suicidio anteriores aumentan el riesgo de otro intento de suicidio.
  • Trastorno por consumo de alcohol u otras sustancias, así como meterse en muchas situaciones problemáticas, tener problemas disciplinarios e involucrarse en comportamientos de alto riesgo.
  • Tener dificultades relacionadas con su orientación sexual en un ambiente que no sea respetuoso o que no acepte dicha orientación. El problema no es si el niño es homosexual o la niña es lesbiana, sino si tiene dificultades en un entorno donde no los apoyan.
  • Un historial familiar de suicidio es algo que puede ser realmente significativo y preocupante, como lo es también un historial de violencia doméstica, abuso o abandono.
  • La falta de apoyo social. Los niños que no sienten el apoyo de un adulto importante en su vida, así como tampoco de sus amistades, pueden aislarse tanto que el suicidio les puede parecer la única salida a sus problemas.
  • Bullying. Sabemos que ser víctima de bullying es un factor de riesgo, pero también hay cierta evidencia de que los niños que son los bullies o acosadores pueden tener un riesgo de comportamiento suicida más alto.
  • Tener acceso a productos y/o artículos letales, como armas de fuego y medicamentos.
  • El estigma asociado a pedir ayuda. Una de las cosas que sabemos es que mientras más desesperadas y desamparadas se sienten las personas, tienen más probabilidad de elegir lastimarse a sí mismas y terminar con su vida. Del mismo modo, si sienten mucha culpa o vergüenza, si sienten que no valen nada o tienen baja autoestima.
  • Barreras para acceder a servicios. Las dificultades para recibir los servicios necesarios incluyen la falta de proveedores de servicio bilingües, medios de transporte no confiables y el alto costo de los servicios.
  • Las creencias culturales y religiosas de que el suicidio es una manera noble de resolver un dilema personal.

¿Pero qué hay de los factores protectores? ¿Qué cosas pueden reducir el riesgo de involucrarse en un comportamiento suicida?

Estos son algunos factores protectores claves:

  • Buenas habilidades para resolver problemas. Los niños que pueden ver un problema y buscar maneras efectivas de manejarlo, así como resolver conflictos de manera no violenta, tienen un riesgo menor.
  • Vínculos fuertes. Mientras más fuertes son los vínculos que tienen los niños con sus familias, amigos y con las personas de la comunidad, tienen menor probabilidad de hacerse daño a sí mismos. En parte, eso es porque se sienten queridos y apoyados, y en parte porque tienen personas a quienes acudir cuando están teniendo dificultades y se sienten realmente atrapados.
  • Acceso restringido a productos y/o artículos letales, como armas de fuego y medicamentos.
  • Creencias culturales y religiosas que desalientan el suicidio y apoyan la autopreservación.
  • Acceso relativamente fácil a atención médica apropiada, ya sea a psicoterapia, terapia individual, grupal, familiar, o medicación cuando es indicada.
  • Atención efectiva para trastornos mentales, físicos, así como para el uso de sustancias. Una buena atención a la salud mental y la salud general tiene que ver con mantener relaciones continuas y con hacer que los niños se sientan vinculados a profesionales que los atienden y están disponibles para ellos.

Entonces, ¿qué deberías hacer si tu hijo o hija encaja en el perfil de alguien que está en riesgo de suicidio? Las señales de alerta que se deben considerar incluyen cambios en la personalidad o del comportamiento que pueden no estar relacionados de manera evidente con el suicidio. Cuando un adolescente se siente triste, está más introvertido, irritable, ansioso, cansado o apático, y cuando las cosas que antes les parecían divertidas ya no lo son, entonces deberías preocuparte. Cambios en los hábitos de sueño o hábitos alimentarios, también pueden ser indicios.

Actuar de manera errática o arriesgada también es una señal de alerta. Si un adolescente comienza a tomar malas decisiones, o si comienza a hacer cosas que son dañinas para sí mismo o para otras personas, como bullying o involucrarse en peleas, puede ser una señal de que está perdiendo el control.

Y, finalmente, si un niño está hablando sobre morirse, siempre se debe prestar atención. “Quisiera estar muerto”. “Sólo quiero desaparecer”. “Quizás debo saltar de ese edificio”. “Tal vez debería darme un tiro”. “Todos estarían mejor si yo no estuviera aquí”. Cuando escuches este tipo de comentarios, es importante que los tomes en serio, incluso cuando sienta que no puede estar diciéndolo en serio.

¿Qué hacer? La primera cosa que debes hacer es hablar.

Para más información y recursos sobre el suicidio, consulta la página de ayuda contra el suicidio de la American Psychological Association (en inglés).



Importante:

Si tú o alguien que conoces necesita ayuda ahora, llama al 988 a la Línea de prevención del suicidio y crisis.



La última revisión de este artículo se realizó el 18 de septiembre de 2024.