En los casos en que es necesario internar a un niño en un hospital psiquiátrico, la situación de los padres también resulta muy complicada, e incluso aterradora. Saber qué esperar, y qué se espera de usted, puede ayudarle a trabajar más eficazmente con el personal y ser un mejor defensor de los derechos de su hijo. Esta guía explica los procedimientos y las reglas que usted probablemente tendrá que seguir, y cómo sacar el máximo provecho de la situación.
En el supuesto de que su hijo haya sido derivado a un hospital desde una sala de emergencias, una vez que el hospital disponga de una cama, su hijo será transportado en ambulancia ese lugar. Se le permitirá viajar en ella. Habrá otra evaluación de admisión a su llegada, en la que tendrá que volver a contar lo que llevó a la hospitalización. Se le preguntará sobre el historial de enfermedades mentales de su familia. La genética juega un papel muy importante en la salud mental, y los antecedentes de su familia pueden ser relevantes para los tipos de medicamentos que pueden ser apropiados para su hijo.
Pida el número de la estación de enfermería y póngalo en su teléfono inmediatamente, para no perderlo. Esto le permitirá llamar a la estación de enfermería siempre que quiera saber cómo está su hijo, hacer preguntas o pedir que le llame el médico o el trabajador social.
Si se ha perdido una comida durante el transporte, pida que se la den. La mayoría de los departamentos de admisión tendrán sándwiches o algo a mano, pero el centro en sí no los tendrá.
Alguien revisará las pertenencias de su hijo y decidirá qué puede y qué no puede quedarse en el centro. No se permitirá nada afilado, hecho de cristal o lo suficientemente largo para atar alrededor del cuello (incluyendo cinturones, cordones y cordones de zapatos). Algunos hospitales hacen un chequeo del cuerpo, para que el hospital tenga un inventario de las heridas y cicatrices del paciente antes de entrar. Luego, su hijo será llevado a su habitación. Probablemente se le permitirá que lo despida.
Es casi seguro que la unidad psiquiátrica se cerrará con un sistema de puertas de dos etapas. Más tarde tendrá que mostrar una identificación para entrar, y los teléfonos con cámaras no están permitidos (para que nadie pueda poner fotos de los pacientes en línea). Una enfermera le preguntará qué nombres deben ser colocados en la lista de visitantes. En algunos casos sólo se permite la familia. Enumere sólo a las personas que serán de ayuda.
En algún momento antes de irse, pregunte bajo qué circunstancias el hospital se pondrá en contacto con usted. Es probable que sólo haya tres situaciones que desencadenen una llamada telefónica:
La información clave que hay que entender desde el principio es que el único propósito de una estancia hospitalaria es estabilizar a su hijo lo suficiente como para que sea dado de alta para atención ambulatoria. En otras palabras, no van a curar nada aquí. En el mejor de los casos, los síntomas o el comportamiento de su hijo mejorarán un 10 por ciento, tal vez un 20 por ciento.
Al igual que en otros hospitales, nada sustancial sucede los fines de semana. Un niño que entra un viernes, un sábado o un domingo no será evaluado por el equipo regular de la unidad hasta el lunes.
Una vez que los doctores hayan visitado a su hijo (usted no estará allí cuando esto suceda) llegarán a un diagnóstico preliminar.
El día de su hijo se estructurará en un horario que incluye un registro diario (breve) por parte del personal médico, la escuela (por lo general, sólo una o dos horas, de valor educativo limitado, excepto que su hijo recibirá un crédito de asistencia) y varias terapias de grupo. Éstas pueden incluir clases o grupos sobre habilidades para enfrentar problemas, información sobre salud mental y terapia familiar. Algunos hospitales también utilizan terapias experimentales que incorporan animales, música, arte u horticultura. Es poco probable que haya asesoramiento individual. Recuerde, el objetivo no es llegar al fondo de nada. El objetivo es lograr que su hijo esté lo suficientemente estable como para pasar al tratamiento ambulatorio, donde se realiza el trabajo a largo plazo.
La televisión en la sala de día sonará durante el tiempo libre, y la mayor parte del día será de muy bajo perfil. Esto puede hacer que parezca que el hospital no está haciendo casi nada. Lo que ahí hacen es proporcionar la estructura, la medicación y el control.
Puede quedarse sorprendido por el horario limitado de visita, lo cual puede hacer que sea difícil efectuar la visita. No es necesario que vaya todos los días; los fines de semana son el mejor momento para visitar, cuando hay menos estructura y los niños tienen menos cosas que hacer. Si trae comida (lo cual su hijo probablemente le rogará que haga), pregunte de antemano sobre lo que está permitido. Tráigala en una bolsa de papel; el plástico no está permitido.
Habrá un montón de reglas. La naturaleza ridícula de muchas de ellas será probablemente el tema en la conversación con su hijo. Asimismo, la mayoría de los hospitales psiquiátricos utilizan algún tipo de sistema en el que los niños ganan privilegios si cumplen con las expectativas de comportamiento. Su hijo podría quejarse de ellos también. Su trabajo es mostrarle comprensión y empatía.
Por lo general, se requiere que el médico discuta con usted los cambios en la medicina antes de implementar cualquier cosa. Si su hijo ya tiene un psiquiatra, asegúrese de que los dos médicos estén en contacto durante toda la estancia. Además de conocer a su hijo mejor que el médico del hospital, el psiquiatra de su hijo también será responsable de controlar cualquier cambio de medicación a largo plazo, por lo que la comunicación es importante.
Cosas para preguntar sobre los medicamentos (y tomar notas al respecto):
Lleve un buen registro de los medicamentos que toma su hijo, cuándo cambia la dosis y cualquier cambio notable en el comportamiento.
Es probable que tenga muchos sentimientos intensos acerca de tener un hijo en un hospital psiquiátrico —incluyendo vergüenza, culpa, miedo, enojo, tristeza y alivio—, y podrá ayudar mejor a su hijo si se permite sentir y procesar estas emociones. La mezcla de sentimientos de su pareja será sin duda diferente a la suya. Ambos tienen derecho a sentir lo que sienten. Sean amables el uno con el otro, ya que cada uno está sufriendo a su manera.
No importa lo que sientan, recuérdense una y otra vez: su hijo está a salvo. Esto, al menos, es bueno.
Ahora que su hijo está a salvo, es hora de que se atiendan a ustedes mismos. Por supuesto, tómense un día o dos para dar rienda suelta a sus sentimientos, y luego aprovechen el tiempo para reponerse.
Los niños a menudo se sienten avergonzados, confundidos y asustados por estar en un centro de salud mental. Como son niños, es probable que se desquiten con la persona que más quieren, la persona que más seguridad les da: usted.
No es usted la primera persona a la que se le llama la peor madre o padre del mundo, ni la última en recibir un devastador “¿Cómo pudiste hacerme esto?”. No se lo tome como algo personal, aunque esté dirigido a usted. Independientemente de su miedo (y de la afirmación de su hija) de que le odiará el resto de su vida, lo más seguro es que no lo hará. Así que cuando reciba esa décima llamada venenosa, o escuche otra súplica desgarradora para sacarla de ahí, respire.
Puede intentar razonar con su hija, pero no espere llegar lejos. La lógica rara vez es efectiva para desarmar las emociones. Probablemente hará el mayor progreso reconociendo y empatizando con sus sentimientos más profundos:
“Suena como si estuvieras realmente asustada”.
“Debes estar muy enojada por tener que estar ahí”.
“Siento mucho que sea tan duro. Desearía que hubiera una forma mejor, pero no la hay”.
Si usted es demasiado frágil para manejar este enfoque (o las llamadas simplemente llegan a ser demasiado para usted), hable con el personal de enfermería acerca de limitar el acceso al teléfono. O bien, no atienda todas las llamadas. No tiene que “estar ahí” para su hija cada hora del día. Es saludable establecer límites.
Si ha tenido experiencia con otros tipos de hospitales, sabe que incluso en buenas instalaciones es posible encontrarse con una enfermera prepotente, un médico que no escucha bien o algún tipo de inconveniente que empeora la atención. Para obtener la mejor atención posible, tendrá que abogar por su hijo.
Hay tres obstáculos para abogar bien por él:
Como en cualquier otro tipo de visita al hospital, le resultará más fácil averiguar lo que está pasando si toma buenas notas durante cada reunión o después de cada conversación.
Por lo general, la discusión sobre el alta tiene lugar varios días o incluso una semana antes del alta propiamente dicha. Tenga en cuenta que el determinante clave de cuando su hija sea dada de alta es lo que su compañía de seguros pagará. Usted puede o no estar de acuerdo en que su hija esté lista para volver a casa.
Si su reacción inicial a la noticia es un grito de “¡Nooooo!”, querrá hacer una pausa y examinar lo que está pasando en su cabeza.
Por un lado, puede que recuerde lo mal que estaban las cosas antes de la hospitalización y se sienta inseguro sobre cómo será la vida en la siguiente fase. Por otro lado, su reacción puede ser la intuición puntual de que su hija no está realmente preparada. Asegúrese de expresar cualquier preocupación específica al médico, especialmente si en sus conversaciones privadas con su hija le ha indicado que todavía quiere suicidarse, o si sospecha que su hija está mintiendo para poder salir.
Algunos padres se molestan porque el hospital quiere una estancia más larga de lo estrictamente necesario. Pregunte por qué quieren esto. Las razones más comunes son que aún no existe un plan de seguimiento o que los médicos consideran que no es seguro dar de alta a su hija hasta que cumpla con ciertas condiciones.
Si su hijo tiene tendencias suicidas o ha intentado suicidarse alguna vez, le preguntará qué cantidad de su nuevo medicamento constituye una sobredosis. Pregunte esto varios días antes de que le den de alta, porque puede que necesite comprar una caja de seguridad en la que guardar la medicación. También necesitará una bandeja para dispensar los medicamentos (disponible en cualquier farmacia) para guardar una semana de medicamentos a la vez. No es conveniente recuperar los frascos varias veces al día, porque cuanto más abra y cierre una caja de seguridad, mayores serán las probabilidades de que deje la llave en algún lugar o de que su hijo vea la combinación.
Pregunte si es seguro dejar una bandeja con los medicamentos de una semana fuera y accesible. Lo crea o no, el doctor probablemente no sabrá la respuesta de memoria, a menos que la medicación sea particularmente potente. Si es peligroso dejar una semana de medicamentos fuera, compre una bandeja con compartimentos desmontables que le permitan tomar los medicamentos de un día a la vez. De esta manera podrá organizar toda la semana, guardar la mayor parte en la caja de seguridad, y sacar sólo la medicación de un día.
Si su hijo tiene tendencias suicidas o ha hecho un intento, antes de que él llegue barra su casa, y especialmente su habitación. Con suerte, los médicos le habrán dicho qué método de suicidio estaba contemplando su hijo. Esto le ayudará a priorizar lo que debe eliminar o buscar. Guarde bajo llave los artículos de alto riesgo como las armas de fuego, todas las recetas (incluyendo las suyas) y los medicamentos de venta libre como el Tylenol y la aspirina. Retire los venenos (incluidos los productos de limpieza tóxicos), los objetos punzantes como navajas y cuchillos y las bolsas de plástico grandes. También tendrá que luchar para asegurarse de que durante las próximas semanas su hijo no se quede sola en casa más allá de periodos de tiempo muy cortos.
Si sospecha que su hijo ha escondido algo peligroso (objetos punzantes, medicamentos, drogas ilícitas) pero aún así no puede encontrarlo, busque en Google “los mejores lugares para esconder en su dormitorio”. Es posible que su hijo haya visitado esa página antes que usted.
Para obtener una lista más completa de los pasos a seguir para “sanitizar” su casa, consulte el sitio web Grief Speaks.
Obtenga las instrucciones de alta que le indican lo que debe hacer y asegúrese de firmar una autorización diciendo que le gustaría recibir el resumen del alta cuando esté listo y a quién quiere que se le envíe el resumen del alta. Si a su hijo se le hizo algún tipo de prueba psicológica o de educación psicológica, asegúrese de obtener una copia de esos resultados antes de irse también.
A estas alturas su hijo puede estar idealizando cómo es estar en casa y puede que haya olvidado lo difícil que era tenerla en la casa. Sus otros hijos tendrán sus propios sentimientos sobre el regreso de su hermana o hermano a casa, también.
Necesitará mucha paciencia durante las próximas semanas o dos. Recuerde que su hijo no está curado, y por mucho que quiera que esta prueba termine, no puede esperar que se comporte como si estuviera curado, o incluso mejor. El hospital sólo lo ha estabilizado lo suficiente para permitirle pasar a la atención ambulatoria. Las viejas conductas no se han extinguido, sólo se han templado. Los desencadenantes de larga data no han sido desactivados. La ansiedad, la rabia, la paranoia, el trastorno obsesivo compulsivo o la depresión de su hijo pueden aumentar un poco menos rápido o tener una duración más corta, pero está lejos de haber desaparecido.
Por lo tanto, habrá golpes. Y como habrá baches, tendrá que recordarse a sí mismo repetidamente que un golpe no es un despeñadero.
La primera vez que su hijo actúa de la misma manera que antes de la hospitalización, puede llegar a la conclusión de que ha vuelto a estar como antes. Esto no es cierto. Respire profundamente. No se permita espantarse. Tenga paciencia. Sea empático.
Su hijo va a estar tan asustado por los golpes como usted, si no más. Aunque ninguno de los dos lo haya pensado así, la vida en el hospital era mucho más simple que la vida en casa. Las reglas, las expectativas de comportamiento y las consecuencias estaban grabadas en piedra. Todo estaba planeado. El personal no tomó el comportamiento o los arrebatos como algo personal; respondieron de acuerdo al protocolo en vez de con temor o alarma. Así que llegar a casa, aunque definitivamente es algo bueno, también es estresante. Hay muchos más estímulos, muchas más tentaciones. El hogar es un lugar de viejos hábitos y expectativas de los padres. Lo que parecía fácil de manejar en el hospital puede parecer mucho más complicado ahora. El nivel de estrés de su hijo será mayor.
Esto es lo que puede hacer para reducirlo: Dígale a su hijo algo del orden de: “Estoy tan, tan contento de que hayas vuelto. Me advirtieron que el reingreso puede ser estresante, y quiero que sepas que no espero que todo sea perfecto. No espero que seas perfecto, o que te sientas perfectamente mejor. Sé que no voy a ser perfecta, y no voy a manejar todo perfectamente. Está bien. Sé que habrá obstáculos. Y quiero que sepas que te amo, y que trabajaremos juntos para superar los obstáculos”.
Cuando los problemas surgen, te detienes, respiras hondo y dices: “¿Recuerdas que dije que habría baches? Eso era un bache. Y lo superaremos”.
Su tarea es alejarse de sus expectativas y emociones, y mantenerse lo más tranquilo posible. Usted ofrezca empatía -toneladas de empatía- y comodidades de primera: sus comidas favoritas, una taza de té, un animal de peluche, algo de música relajante. Esto ayudará. O al menos ayudará mucho más que gritarle a su hijo en la frustración.
Si tiene que desahogarse, hágalo en privado con alguien que le recuerde que lo que está viendo es un bache en el camino. Si vive con una pareja, busquen maneras de procurarse cuidados cuando uno de ustedes esté cansado o ansioso o esté perdiendo la paciencia.
Si su hijo tenía un plan o intento de suicidio antes de la hospitalización, probablemente le dirán que la mayor probabilidad de que se repita el intento es dentro de los tres primeros meses. Estas son malas noticias, especialmente teniendo en cuenta todo lo que ha pasado. Su tarea consistirá en averiguar cómo controlar el estado mental de su hijo sin ser autoritario, y sin disolverse en su propio charco de preocupaciones. Hay tres aspectos para hacer que esto suceda.
El equipo de cuidados ambulatorios de su hijo probablemente le pedirá que programe citas adicionales de terapia y psiquiatría por un período de tiempo. Esto es costoso y un dolor de cabeza logístico, sin embargo, usted querrá que sea otra persona la que evalúe la seguridad de su hijo con regularidad, especialmente mientras se realizan los cambios de medicación.
Una cosa que le ayudará a usted y a los doctores es comenzar un diario o bitácora. Esto tomará tiempo, pero hay una excelente razón para hacerlo: Cuando se está en una situación de carga emocional es difícil seguir la tendencia de la vida. Un registro crea una medida objetiva de lo que estamos viendo y con qué frecuencia lo estamos viendo. Además, cuando el instinto nos dice que algo va mal, o que el chico está empeorando en lugar de mejorar, es mucho más fácil para un médico comprender nuestras preocupaciones cuando le proporcionamos datos reales.
Anote:
El hospital probablemente no le dio una orientación sobre cuánta supervisión necesitará su hijo al regresar a casa. Las cosas que necesitará discutir con su pareja y el equipo de tratamiento de su hijo incluyen:
Usted puede sentirse tan irritado como su hijo por la cantidad de supervisión requerida. Necesitará alternar el cuidado con su pareja o conseguir amigos o familiares de confianza para que le den un respiro. Por mucho que anhele una escapada de fin de semana, no es una buena idea mientras aún está evaluando la estabilidad de su hijo.
El hecho de que el reingreso se sienta interminable no lo hace interminable. Puede superarlo si se calma, averigua cómo procesar sus propios sentimientos y busca ayuda en el equipo de tratamiento de su hijo.
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