Cuándo presionar a tus hijos
Y cómo saber si estás presionando demasiado.
Clinical Experts: Harold S. Koplewicz, MD , Janine Domingues, PhD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cuándo es bueno impulsar a un niño a que pruebe cosas nuevas?
- ¿Cuáles son los riesgos y beneficios de presionar a los niños?
- ¿Cómo saber si estás presionando demasiado a tus hijos?
Lectura rápida
Cuando un niño no quiere hacer algo, como padres solemos presionar para que lo haga. A veces, cuando se presiona mucho, el niño hace algo que le resultaba complicado que le enseña a ser fuerte y flexible. Pero otras veces, puede hacer más daño que bien.
¿Por qué hacemos esto? Presionamos a nuestros hijos para que salgan de su zona de confort y hagan las cosas que creemos que son buenas para ellos. Esperamos que esto les dé confianza para aprender que pueden manejar los desafíos.
Para determinar en qué casos deberías presionar a tus hijos, piensa en su personalidad. Por ejemplo, si los estás presionando para que realicen actividades extraescolares como una manera de socializar, ¿qué les podría gustar? ¿Algún deporte o una clase de programación? Habla de esto con ellos.
Si se resisten, asegúrate de estar pensando en sus intereses, no en los tuyos. Lo que a ti te gustaba durante la infancia puede no ser una buena opción para tus hijos. Pero considera también si hay algo que les impida realizar la actividad. Quizá algo como la ansiedad u otro problema de salud mental o del aprendizaje los está limitando, y necesitan ayuda.
No los presiones demasiado al principio. Tómatelo con calma y elógialos cuando hagan cosas nuevas. Si no les gusta, anímalos a terminar la clase a la que se hayan apuntado, en lugar de abandonarla. Si de repente quieren dejar la actividad, pero antes la disfrutaban, pregúntales por qué. Puede que haya ocurrido algo que los haya molestado.
También puedes ofrecerles recompensas para motivarlos a hacer cosas, lo que puede ser útil en el caso de niños que están lidiando con la ansiedad o la depresión. La recompensa puede ser cualquier cosa, desde tiempo adicional de pantalla hasta un viaje a algún lugar divertido.
Si tus hijos se molestan o se resisten, no te martirices. Intenta dar marcha atrás y empezar con algo más pequeño. Pero si no reaccionan, o su comportamiento empeora, es hora de reconsiderar si lo que los estás obligando a hacer es realmente lo mejor para ellos.
Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Pero nuestra idea de lo que es mejor para ellos puede que no siempre coincida con la de nosotros. Como padres y madres a menudo empujamos hacia la decisión que creemos es la correcta, y tratamos de encontrar ese delicado equilibrio entre la motivación y la demasiada presión.
Pero, ¿qué es presionar demasiado? En el mejor de los casos, lograr que los niños hagan cosas que representan un desafío para ellos les enseñará determinación y flexibilidad, al mismo tiempo que ampliará su visión del mundo, ya sea que se trate de participar en deportes, probar un juego o involucrarse en una nueva situación social. Pero en el peor de los casos, presionarlos demasiado puede hacer que se retraigan, se resientan o desarrollen incluso mayor ansiedad al intentar cosas nuevas. Puede ser difícil determinar cuánta presión es saludable y cuándo deberías dar un paso atrás.
¿Por qué presionamos?
“Creo que presionar a nuestros hijos es una cuestión de sacarlos de su zona de confort y luego empujar esa zona para que esté cada vez más lejos”, dice el doctor Harold S. Koplewicz, psiquiatra de niños y adolescentes y presidente fundador del Child Mind Institute. “Sabemos que poder tolerar la incomodidad es una cualidad maravillosa de la vida y, además de eso, desarrolla la fortaleza y resiliencia”.
Según lo que consideramos que es mejor para ellos, presionamos a los niños a hacer determinadas cosas, señala el Dr. Koplewicz. “Eso podría incluir presionarlos mientras están en la escuela para que estudien más y tengan un mejor desempeño académico. Y los presionamos para que prueben cosas nuevas que creemos que enriquecerán sus vidas y los harán sentir bien”. También podríamos presionar a los niños para que hagan cosas con la esperanza de que les brinden una ventaja competitiva en futuras solicitudes y becas universitarias.
Janine Domingues, PhD, psicóloga clínica del Child Mind Institute, agrega que alentar a los niños a superar una situación difícil puede reforzar su confianza.
“Creo que les da una sensación de confianza saber que si enfrentan un momento difícil, tú como padre o madre los ayudarás a resolver el problema, en lugar de alejarlo o eliminarlo por ellos”, explica la Dra. Domingues. “Un niño realmente se siente realizado y bien por el hecho de haber podido superarlo por su cuenta”.
Conoce a tu hijo
El factor más importante para saber cuándo y cuánto presionar es pensar en la personalidad de tus hijos. “El primer paso es conocer a tu hijo o hija”, dice la Dra. Domingues. Cuando se trata de presionarlos en particular para que realicen actividades extracurriculares, considera las fortalezas e intereses de tus hijos y haz que participen en la conversación sobre lo que podría ser divertido hacer fuera de la escuela.
Tal vez pienses que tu hijo o hija pasa demasiado tiempo en videojuegos, y quieres que se relacione más socialmente o que realice más actividad física. “Pero si a un niño no le gustan los deportes, empujarlos a un deporte de equipo puede que no sea lo mejor”, aconseja la Dra. Domingues. Otras actividades, como un club de programación o una clase de cocina, pueden ser más atractivas y, al mismo tiempo, lograr algunas de las cosas que buscas de una actividad.
Si enfrentas resistencia, entonces podría ser el momento de examinar tus propias motivaciones para empujar a tus hijos en cierta dirección, dice el Dr. Koplewicz. “¿Estamos estimulando o presionando a nuestros hijos porque es lo mejor para ellos o es algo que estamos haciendo para nosotros?”.
A menudo, nuestras propias experiencias de la infancia tienen un gran efecto en la manera en que criamos a nuestros hijos. “Creo que la mayoría de los padres quieren que sus hijos eviten los errores que ellos cometieron”, reflexiona el Dr. Koplewicz. Entonces, si un padre piensa que habría tenido más éxito si solo le hubiera ido mejor en la escuela o si hubiera participado en deportes, es probable que empuje a sus hijos en esa dirección.
Del mismo modo, si los padres tienen buenos recuerdos de algo de su juventud, pueden intentar presionar a sus hijos para que hagan lo mismo, ya sea que se trate de unirse al equipo de atletismo o escribir para el periódico escolar. Pero como advierte la Dra. Domingues: “Siempre les digo a los padres que las cosas que nos motivan a nosotros, no necesariamente los motivan a ellos”.
Cuando los niños se resisten
Cuando los niños no responden a una ligera presión, es importante considerar qué podría estar interponiéndose en su camino. ¿Hay alguna razón por la que tus hijos no se estén involucrando en lo académico o en lo social? ¿Hay algo que inhiba su capacidad de adaptarse o probar cosas nuevas?
“A veces, cuando presionamos a los niños nos topamos con una limitación real. Puede ser un trastorno de ansiedad o una discapacidad del aprendizaje”, explica el Dr. Koplewicz. “Hay una barrera real ahí. No es que no quieran hacerlo. Les encantaría hacerlo. Es demasiado difícil y, a menos que elimines la barrera, alentar y animar no funcionará”.
Por ejemplo, si tu hija está muy contenta en la cancha de baloncesto o en los bailes de la escuela, pero no participa en el aula, el Dr. Koplewicz dice que el problema probablemente no sea la ansiedad social. En cambio, es posible que tenga dificultad con la lectura o para procesar la información, por lo que puede valer la pena mirar más de cerca.
A veces, también nuestras expectativas pueden ser desmesuradas. Los padres que sienten gran emoción ante la idea de que sus hijos vayan a la universidad puede que ya estén pensando en inscribirlos en las actividades extracurriculares correctas, y en cómo lograr que obtengan el promedio de calificaciones necesario, cuando a sus hijos todavía les faltan varios años para tener que completar una solicitud. Que te presionen para cumplir una meta tan lejana en el futuro, y escuchar sobre ella durante gran parte de tu vida, te puede provocar una sensación de incapacidad y llevarte a desarrollar resentimiento. Si crees que tus hijos podrían estar sintiendo demasiada presión de tu parte, es importante que dés un paso atrás.
En el caso de niños que sienten demasiado agobio o agotamiento podrían beneficiarse de un enfoque que se centre más en el presente. Elogia los éxitos y las habilidades adquiridas por lo que son. Si tu hija está jugando al fútbol y aprendiendo a tocar el piano, tal vez eso la ayude más adelante en la vida, pero ella no debería pensar que esa es la única motivación. Si tiene dificultad con las matemáticas y necesita un tutor, desde luego trata de conseguir uno, pero explícale que tu objetivo es ayudar a que entienda mejor lo que le están enseñando, no lograr que ingrese a Harvard.
Enseñarlos a no abandonar
Al probar cosas nuevas, los doctores Koplewicz y Domingues coinciden en que es especialmente importante animar a los niños a seguir adelante. Por lo tanto, si se inscriben en ocho lecciones de baile, saben que tienen que terminar las ocho, incluso si deciden después de una que el karate habría sido más divertido.
“Tú también estás tratando de enseñarles a tus hijos que si se comprometen, es bueno que mantengan su compromiso”, dice la Dra. Domingues. “El hecho de que haya sucedido algo que no les gustó el primer día, o cualquiera que sea el caso, no significa que va a estar mal por el resto del tiempo. Así que también les estás enseñando a ser flexibles con su forma de pensar acerca de cómo les está yendo”.
Dicho esto, si un niño que estaba disfrutando una actividad de repente la odia, podría ser señal de que sucedió algo preocupante. Podría haber experimentado acoso, haber tenido un percance social vergonzoso o sentir que no cuenta con el apoyo de su maestro o entrenador. “Dedica tiempo a escucharlos y explorar las opciones con ellos”, dice la Dra. Domingues.
Por supuesto, señala el Dr. Koplewicz, los padres podrían malinterpretar una situación. “A veces cometes un error y tienes que arreglarlo. No te castigues después por eso”. Él recuerda una vez que envió a su hijo a un campamento para dormir cuando tenía siete años y lo hizo terminar las siete semanas a pesar de que su hijo no estaba contento. Cuando el niño llegó a casa, dijo que realmente deseaba que no lo hubieran obligado a quedarse, y el Dr. Koplewicz se dio cuenta de que su hijo no estaba listo para el campamento. Así que se tomaron el próximo verano libre, y el verano siguiente asistió a un programa corto que terminó adorando. Todo salió bien al final.
Cómo ayudar
Presionar a tu hijo a hacer algo no significa arrojarlo al fondo de una piscina y esperar a que nade. Hay formas en que los padres pueden anticipar, sostener y brindar apoyo para ayudar a garantizar que sus hijos tengan éxito en sus esfuerzos.
Si a un niño le preocupa unirse a un equipo deportivo, por ejemplo, la Dra. Domingues sugiere permitir que se integre de manera gradual. Esto significa que antes de que comience, puede conocer al entrenador, visitar el lugar donde se llevarán a cabo las prácticas, hablar con alguien que ya esté en el equipo y leer un libro o ver una película sobre un equipo deportivo. “Hay que hacer algo de trabajo previo para que sea factible y accesible —dice la Dra. Domingues— pero sin dejar de animar o de tener la expectativa de que lo podrá superar, incluso si la situación le causa ansiedad”.
Para muchos niños, tener un límite de tiempo puede ayudar. Decirles que probarán la actividad durante cuatro sesiones y que luego pueden volver a evaluar y ver lo que les gusta y lo que no les gusta de ella.
Mucho de esto depende de conocer a tus hijos. Si no están preparados para un gran compromiso, intenta empezar con algo pequeño. En lugar de un campamento que dure todo el verano, tal vez comienza con uno que dure una semana, por ejemplo. De esta manera, explica la Dra. Domingues “experimentan el gusto de hacer algo y, de manera potencial, también tienen la experiencia de sentirse realizados. Una experiencia positiva con el campamento más corto puede llevar después a comprometerse con algo durante un período de tiempo más largo”.
A menudo, un sistema de recompensas puede ser eficaz para ayudar a motivarlos. Así lo explica la Dra. Domingues: “Para empezar, queremos que ellos se sientan motivados de hacerlo. Pero, especialmente si están lidiando con algo como ansiedad o depresión (que lo hace realmente desafiante), entonces es importante establecer primero una motivación externa hasta que sientan el éxito y se convierta en una motivación intrínseca para ellos”. Ella sugiere averiguar qué es lo que emociona a tus hijos y crear un menú de recompensas basado en sus intereses. Puedes establecer pequeñas recompensas semanales y una más grande en la que ellos deben trabajar para obtener. Puede ser cualquier cosa, desde tiempo de pantalla hasta un viaje a algún lugar divertido.
Y para los niños que están teniendo dificultades con la presión académica (quienes tal vez ya hayan sido diagnosticados con una discapacidad del aprendizaje y se sientan agotados por tener que asistir a tutorías y citas con especialistas en aprendizaje), asegúrate de que tengan la oportunidad de sentirse bien con sus logros. Las metas deben ser lo suficientemente pequeñas para ser alcanzables y fortalecer su confianza. Recuerda también que para los niños que están teniendo dificultades, es aún más importante encontrar una salida para sus emociones y ayudar a aumentar su autoestima.
Modelar la determinación y la resiliencia también puede ser eficaz. “Los padres pueden decir `esto es difícil, pero podemos hacerlo´”, señala el Dr. Koplewicz. “Yo lo estoy haciendo. Estoy leyendo un libro que es difícil. Mamá está haciendo ejercicios que son difíciles. Tú puedes hacerlo”.
¿Qué es presionar demasiado?
Por supuesto, presionar demasiado a tus hijos es algo que existe. “Si un niño se angustia demasiado o muestra señales de disfuncionalidad, entonces has ido demasiado lejos”, dice el Dr. Koplewicz. Quizás esté relacionado con la edad. Quizás no se encuentra en la etapa de desarrollo adecuada.
Por ejemplo, si un niño que teme a los payasos quiere evitar una fiesta de cumpleaños, podrías presionarlo para que vaya, ya que sabemos que ceder a los miedos los refuerza. “Pero si el niño no puede tolerar al payaso sin importar lo que hagas, y está llorando todo el tiempo que está en la fiesta, entonces tienes que declarar el éxito más rápidamente. Tienes que decir: ‘Está bien, lo hiciste durante dos minutos. Siento un gran orgullo’. La próxima vez podrás soportarlo un tiempo un poco más largo, pero claramente es algo demasiado doloroso”.
“Creo que definitivamente hay momentos en los que tal vez estás presionando demasiado”, coincide la Dra. Domingues. “Si ves un cambio de humor por completo, si están más irritables la mayoría de los días, si hay rabietas extremas por solo ir a cierto lugar, o si la batalla para lograr que vayan es excesiva o supera todas las demás cosas, entonces podría ser el momento de reconsiderar”.