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Cómo manejar los berrinches

Sugerencias para ayudar a los niños a aprender mejores maneras de expresar emociones intensas.

Escrito por: Caroline Miller

Expertos clínicos: Dr. Steven Dickstein , Vasco Lopes, PsyD

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Lo primero que tenemos que hacer para manejar los berrinches es entenderlos. Esto no siempre es tan fácil como suena, puesto que los berrinches (rabietas o pataletas) son generados por muchas cosas diferentes: miedo, frustración, ira, por nombrar sólo algunas. Y, como un berrinche no es una forma muy clara de comunicarse, a pesar de que puede ser una forma poderosa de obtener atención, los padres suelen no saber qué es lo que impulsa esta conducta.

Es útil pensar en un berrinche como una reacción a una situación que un niño no puede manejar de forma más madura, por ejemplo, al expresar cómo se siente o dar argumentos a favor de lo que quiere, o simplemente hacer lo que se le ha pedido que haga. En su lugar, está abrumado por la emoción. Y si dar rienda suelta a sus sentimientos de forma dramática, ya sea llorando, gritando, pateando el piso, dando puñetazos a la pared o golpeando a uno de sus padres, le sirve para obtener lo que quiere (o lo saca de lo que estaba tratando de evitar), es una conducta en la que el niño puede llegar a confiar.

Eso no significa que las rabietas sean conscientemente premeditadas o incluso voluntarias. Pero sí significa que son una respuesta aprendida, a diferencia de lo que ocurre con las crisis emocionales, las cuales los niños no pueden controlar. Así que la meta con un niño que sea propenso a las pataletas es ayudarlo a desaprender esta respuesta y aprender en su lugar otras formas más maduras de manejar una situación problemática, como ceder o cumplir con las expectativas de los padres a cambio de alguna recompensa positiva.

Haga una evaluación

El primer paso es tener una idea de lo que desencadena los berrinches particulares de su hijo. Los profesionales de la salud mental le dan a esto el nombre de “evaluación funcional”, lo cual significa estudiar qué situaciones de la vida real parecen generar rabietas, específicamente lo que sucede inmediatamente antes, durante y después de los estallidos que pudiera contribuir a que vuelvan a suceder.

Algunas veces, una mirada de cerca al patrón de los berrinches de un niño revela un problema que necesita atención: una experiencia traumática, abuso o negligencia, ansiedad social, TDAH o un trastorno del aprendizaje. Cuando los niños son propensos a los berrinches más allá de la edad en que son típicos, suele ser un síntoma de angustia que les está costando manejar. Ese esfuerzo fracasa en los momentos que requieren de la autodisciplina que ellos no poseen todavía, como hacer la transición de algo que disfrutan a algo que les resulta difícil.

“La mayoría de los niños que tienen rabietas frecuentes las tienen en situaciones muy predecibles y limitadas: cuando es hora de las tareas, de irse a dormir o de dejar de jugar”, explica el Dr. Vasco Lopes, PsyD, psicólogo clínico. “El factor desencadenante suele ser que se les pida hacer algo que les desagrada o que dejen de hacer algo que les parece entretenido. Especialmente para los niños que tienen TDAH, algo que no sea estimulante y les exija controlar su actividad física, como un viaje largo en auto, un servicio religioso o visitar a un familiar mayor, es un desencadenante frecuente de rabietas”.

Conducta aprendida

Debido a que los padres suelen encontrar que las rabietas son difíciles de tolerar, especialmente en público, el niño puede aprender de forma implícita que hacer un berrinche puede ayudarlo a salirse con la suya. Se vuelve una respuesta condicionada. “Incluso si el berrinche sólo funciona cinco de diez veces, el refuerzo intermitente lo hace una conducta aprendida muy sólida”, agrega el Dr. Lopes. “Por lo tanto, van a continuar con esa conducta hasta obtener lo que quieren”.

Una de las metas de la evaluación funcional es ver si se pueden eliminar o cambiar algunos de los factores desencadenantes de las rabietas de manera que no sean tan problemáticos para el niño. “Si ponerle los zapatos o prepararse para ir a la escuela es un factor desencadenante, es evidente que no podemos hacer que desaparezcan”, explica el Dr. Steven Dickstein, pediatra y psiquiatra de niños y adolescentes. Pero algunas veces podemos cambiar la forma en que los padres y otros cuidadores manejan la situación para intentar apaciguarla. Esto se podría traducir en dar más avisos a los niños de que se requiere que hagan una tarea, o estructurar las actividades problemáticas de formas que reduzcan la posibilidad de una rabieta.

“Es realmente importante anticipar y modificar esos desencadenantes de manera que sea más fácil para el niño involucrarse en esa actividad”, dice el Dr. Lopes. “Por ejemplo, si la tarea es realmente difícil para una niña, debido a que tiene problemas subyacentes relacionados con la atención, la organización o el aprendizaje, ella podría tener estallidos justo antes del momento en que se supone que debe comenzar su tarea. Entonces, le decimos a los padres: ‘¿Cómo podemos hacer que las tareas sean más gratas para ella?’. Podemos darle recesos frecuentes, brindarle apoyo en áreas con las que tiene especial dificultad, organizar su trabajo y dividir las tareas intimidantes en bloques más pequeños”.

Otra meta es considerar si las expectativas que se tienen respecto a la conducta del niño son apropiadas para su desarrollo, observa el Dr. Dickstein, para su edad y para su nivel particular de madurez. “¿Podemos modificar el ambiente para hacer que concuerde mejor con las habilidades del niño, y fomentar el desarrollo hacia la madurez?”.

Es importante que los padres entiendan dos cosas: primero, evitar un berrinche antes de que comience no significa “ceder” a las exigencias de un niño. Significa separar la reacción indeseada del berrinche de otros problemas, como cumplir con las exigencias de los padres. Y segundo, al reducir la probabilidad de una reacción con berrinche, usted también está eliminando la oportunidad de que se refuerce esa respuesta. Cuando los niños no reaccionan con pataletas, aprenden a lidiar con las necesidades, los deseos y los contratiempos de forma más madura, y ese aprendizaje en sí refuerza las respuestas adecuadas. Una cantidad menor de rabietas ahora significa… menos rabietas más adelante.

Cómo responder a los berrinches

Cuando se presentan los berrinches, la respuesta del padre o cuidador afecta la probabilidad de que la conducta suceda otra vez. Hay muchos protocolos específicos para ayudar a los padres a responder de forma consistente, de modo que se reduzcan al mínimo los berrinches en el futuro. Van desde el enfoque fundamental de Ross Greene, Collaborative & Proactive Solutions (en inglés), hasta programas de capacitación para padres paso a paso como la terapia de interacción padres-hijos (PCTI, por sus siglas en inglés) y la capacitación en el manejo del comportamiento para padres. Todas tienen en común el punto de partida de que los padres resistan la tentación de acabar con el berrinche al darle al niño lo que quiere. En el caso de los estallidos que no son peligrosos, la meta es ignorar el comportamiento, retirar toda la atención de los padres, ya que se ha descubierto que incluso la atención negativa, como los regaños o los intentos de persuadir al niño de que se detenga, refuerzan positivamente la conducta.

Se retira la atención de la conducta que usted quiere desalentar y, en su lugar, se brinda de forma generosa a las conductas que usted quiere alentar: cuando un niño hace un esfuerzo por calmarse, o cuando en vez de hacer un berrinche obedece o propone llegar a un acuerdo. “Al reforzar positivamente la obediencia y las respuestas adecuadas a la frustración —dice el Dr. Lopes— usted está enseñando habilidades y, dado que no se puede cumplir una orden y hacer un berrinche al mismo tiempo, se disminuye simultáneamente esa conducta agresiva de desobediencia”.

Algo que usted no quiere hacer es tratar de razonar con un niño que está angustiado. Como lo explica el Dr. Dickstein: “No hable con el niño cuando no está disponible”. Usted quiere animar al niño a practicar la negociación cuando no está en medio de un estallido de furia ni usted tampoco. Es posible que deba enseñar técnicas para la resolución de problemas y cómo dividirlos paso a paso en el caso de niños inmaduros o que tienen déficits en este tipo de pensamiento y comunicación.

Cómo modelar una conducta calmada

Además, es necesario que usted modele el tipo de negociación que quiere que aprenda su hijo. “Los padres también deberían tener tiempos fuera”, observa el Dr. Dickstein. “Cuando usted se enoja mucho, es necesario salir de esa situación. No puede solucionar el problema cuando está molesto: su coeficiente intelectual se reduce aproximadamente un 30 por ciento cuando usted está enojado”.

Es importante estar calmado y tener claras las expectativas de conducta porque eso lo ayuda a comunicarse de forma más efectiva con un niño. “Por lo tanto, no es: ‘Tienes que comportarte hoy’, dice el Dr. Lopes. Es: ‘Tienes que estar sentado durante la hora de comida, con las manos quietas y diciendo únicamente palabras positivas’. Esas son cosas muy observables y concretas que permiten al niño saber lo que se espera de él. Además, son cosas que el padre puede reforzar con elogios y recompensas”.

Tanto usted como su hijo necesitan construir lo que el Dr. Dickstein llama un conjunto de herramientas para autorregularse, cosas que pueden hacer para calmarse, como la respiración calmada, para relajarse, porque no pueden estar calmados y enojados al mismo tiempo. Hay muchas técnicas, añade, pero “lo agradable acerca de la respiración es que siempre está a su disposición”.

Preguntas frecuentes

¿Cómo pueden los padres lidiar con los berrinches de los niños pequeños?

Para abordar las rabietas de los niños pequeños, lo primero que hay que hacer es identificar las cosas que pueden desencadenar estos berrinches y eliminarlas del entorno del niño. Durante una pataleta, el objetivo es ignorar el comportamiento y retirar toda la atención, para que el niño aprenda que los berrinches no le darán lo que quiere.

¿Cómo pueden los padres ayudar a un niño que tiene una rabieta?

Para manejar a un niño que hace un berrinche, hay que intentar ignorar el comportamiento y retirar toda la atención de los padres, ya que se ha comprobado que incluso la atención negativa, como los regaños o los intentos de convencimiento, refuerza positivamente el comportamiento.

¿Cómo pueden los padres detener los berrinches?

Para poner fin a las rabietas, los padres pueden identificar y eliminar las cosas que las desencadenan, ignorar las rabietas activas, prestar atención a los niños y elogiarlos cuando cumplen, así como modelar un comportamiento tranquilo.

La última revisión de este artículo se realizó el 25 de julio de 2023.