Qué hacer (y qué no hacer) este regreso a clases
Consejos para manejar el final del verano, especialmente con niños que se sienten ansiosos al respecto.
Experto clínico: Jerry Bubrick, PhD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Cómo ayudo a mi hijo con ansiedad a sentirse mejor acerca del comienzo de la escuela?
- ¿Por qué es tan importante la rutina?
- ¿Qué es un "simulacro" y cómo puedes facilitar la transición de las vacaciones hacia la escuela?
Lectura rápida
La transición del verano hacia un nuevo año escolar es difícil tanto para los padres como para los niños, especialmente cuando los niños tienen ansiedad. Una de las mejores maneras de reducir la ansiedad es empezar a prepararse con anticipación. Regresa a la rutina escolar al menos una semana antes del primer día de clases. Esto significa que los niños deben dormir, comer y disminuir el tiempo de pantalla igual que como lo hacen durante la rutina escolar. También es de gran ayuda ir juntos a comprar los útiles escolares y realizar un “simulacro”. Es decir, ir a la escuela, recorrer los pasillos e identificar las aulas antes de que comiencen las clases. Decirle a los niños que sentir ansiedad es normal también los ayuda a sentirse más seguros.
Otra cosa importante es asegurarse de que tus hijos no se involucren en demasiadas actividades desde el primer día. Cuando los niños tienen demasiadas cosas que hacer, es posible que se atrasen en alguna. Esto puede hacer que se sientan ansiosos o incluso deprimidos. Conviene ayudar a los niños a elegir qué cosas realmente quieren hacer y que no inscriban a todo de inmediato.
También es importante prestar atención a cuándo y qué comen tus hijos. Los niños necesitan comer alimentos saludables con regularidad para rendir bien en la escuela. También necesitan recargar energía para poder hacer las tareas. Trata que el desayuno, por muy rápido que sea, forme parte de la rutina matutina. También es bueno estar al tanto de lo que comen los niños durante en la escuela. Los niños bien alimentados y que duermen bien tendrán una mejor jornada escolar y estarán más preparados para hacer las tareas que los niños que están demasiado cansados y hambrientos.
El final del verano se aproxima, y por todas partes, mamás y papás comienzan a sentir esa inevitable ansiedad acerca de cómo aprovechar al máximo el siguiente año escolar. En mi experiencia, algo que ayuda a preparar el escenario para un año exitoso es anticipar los posibles obstáculos del reingreso y estructurar a detalle las primeras semanas de escuela, en especial si tu hijo o hija tienen un trastorno de ansiedad o algún otro desafío emocional o del aprendizaje. Con esto en mente, presento aquí algunos consejos para las familias sobre qué hacer y qué no hacer para comenzar bien el año escolar.
Regresar a la rutina
Hay muchas cosas positivas sobre el verano, como más tiempo para pasar en familia y nuevas oportunidades para tus hijos. Pero el verano también es una época perturbadora para los niños, quienes con gran facilidad se podrían olvidar de que alguna vez estuvieron en la escuela. Por eso te recomiendo encarecidamente que empieces a hacer los reajustes necesarios para la vida escolar antes del primer día. No sirve de nada negar que la escuela está por empezar, y prepararse con antelación puede ayudar a que todos tengan un mejor comienzo.
Primero, queremos que los niños empiecen (y se van a resistir) a tener un horario más parecido al de la escuela. Incluso sólo unos pocos días antes de que comience la escuela, la hora de acostarse debería moverse de las 11 a las 9 de la noche, por ejemplo, o lo que sea apropiado en tu familia. Además, los niños deberían empezar a despertarse cerca de la hora en que lo harían para ir a la escuela y realizar la rutina normal: bañarse, desayunar, vestirse, y así sucesivamente.
También sugiero que limites el “tiempo de pantalla”. Ya sea que se trate de juegos, programas de televisión o redes sociales, asegúrate de que estén apagados al menos una hora antes de acostarse. A los niños a veces les cuesta separarse de su mundo virtual, y si no tienen un “tiempo de inactividad”, seguirán enganchados y esto afectará su capacidad de quedarse dormidos por su cuenta.
También puedes comprar los útiles escolares con anticipación. Es mejor poder elegir las cosas en una tienda, lo cual no es poca cosa cuando se trata de hacer la transición lo más fácil posible. Además, la actividad prepara a los niños para el regreso al aula.
No olvidarse de recargar energía
Cuando los niños están contigo, y tú también estás de vacaciones, sabes qué y cuándo están comiendo. Y si se quedan despiertos hasta tarde, es posible que sea porque están viendo una película juntos. Cuando la escuela comienza de nuevo, pierdes algo de control, incluso sin darte cuenta. Podrías asumir que ciertas cosas están sucediendo en la escuela, o cuando tu hijo o hija está en otra habitación, y luego preguntarte qué pudo haber sucedido para que de pronto se haya puesto tan de mal humor y le esté yendo tan mal en la escuela. Bueno, pues si no come hasta que muere de hambre y se queda en Facebook hasta la medianoche…
Mi recomendación para todas las familias es que pongan especial atención a las comidas. La mayoría de los niños se despiertan a las 6:30 o 7 de la mañana, y puede que desayunen o puede que no. Para los niños que están en los primeros grados, el receso para el almuerzo puede ocurrir en cualquier momento entre las 10:30 de la mañana y la 1 de la tarde. ¿Sabemos lo que comen en ese momento? ¿Llevan su almuerzo de casa o compran una comida caliente en la escuela? ¿Cuánto están comiendo? ¿Están intercambiando sus sándwiches por galletas? ¿Están comiendo algo durante las actividades extracurriculares? Si no están comiendo nada, podrían volver a casa hambrientos a las 5 de la tarde, no lograr concentrarse en la tarea durante una hora, luego ingerir todas las calorías y alimentos del día en la cena, quedar agotados y tener poca energía mental para ponerse a trabajar. Más tarde, se podrían reanimar y quedarse en línea hasta altas horas de la madrugada.
El hecho es que los niños que están bien alimentados y duermen bien tienen un mejor día escolar y son más eficientes en sus tareas que los niños que están demasiado cansados y hambrientos.
Hablen sobre el cambio de amistades
El verano puede ser una época de inestabilidad para las amistades de los niños, y hablar sobre qué esperar cuando comience la escuela es una buena manera de hacer que comprendan la idea de que las relaciones sociales cambian. A veces, su mejor amiga del año pasado podría parecer un poco distante al año siguiente. Hacerles saber a los niños que este tipo de cosas suceden los puede ayudar a sobrellevar estos cambios que generalmente son dolorosos. Poder compartir amigos con otros niños y tener coincidencias en algunas amistades es una habilidad que es importante aprender, por eso es algo que amerita una conversación. No es necesario solucionar todos los problemas. A veces los niños sólo quieren hablar sobre estas situaciones incómodas y no esperan que tú las arregles. Otras veces, los niños sólo quieren que sus padres validen sus sentimientos y les digan: “Sé que es difícil”.
No les transmitas tu propia ansiedad
Los padres suelen involucrarse en la vida social de sus hijos porque quieren que desarrollen buenas amistades, sean felices y aprendan habilidades sociales que los ayudarán a ser adultos exitosos. Todas estas son buenas razones para involucrarse, pero los niños no siempre entienden el interés de esa manera. Esto es particularmente cierto en el caso de niños con ansiedad.
Por ejemplo, es muy fácil que cuando los niños regresan a casa de la escuela los padres adquieran el hábito de preguntarles: “¿Hiciste amigos?”. Pero eso puede ser vergonzoso para los niños que están teniendo dificultades o que aún están averiguando dónde encajan. Las mejores preguntas serían: “¿Cómo estuvo tu día?”, o “dime tres cosas que te gustaron de tu día”, o “dime tres cosas que no te gustaron de tu día”. Las preguntas neutrales son mejores que aquellas que los niños podrían llegar a interpretar como: “Si no hiciste amigos, entonces me vas a decepcionar”.
Hagan una prueba
Una manera de ayudar a los niños a empezar con el pie derecho, o al menos a tener un mejor comienzo, es hacer una “prueba” (o dos) antes de que inicie la escuela. Esto puede ser muy útil con los niños que tienen problemas de ansiedad, y más aún con los niños que se han rehusado a ir a la escuela en el pasado. Recorrer por fuera el edificio, caminar por los pasillos, volver a familiarizarse con los olores, los espacios y los sonidos podría ser algo fundamental para que el primer día pueda tener lugar realmente.
Las visitas de prueba también son muy buenas para los niños que están en la transición hacia una nueva escuela. Los niños que pasan de la primaria a la middle school o de la middle a la high school reciben una orientación en la escuela, pero por lo general esta se lleva a cabo al final del año anterior. Así que es bueno hacer un simulacro y planificar las clases que tendrán, saber dónde está su casillero y ese tipo de cosas. Y si un niño se opone y se niega a hacerlo, podría ser una señal de alerta de que este año será problemático. Pero lo bueno es que te has dado cuenta de esto antes de que empiecen las clases.
No temer a los retrocesos
Si tu hijo o hija tuvo algún problema el año anterior, como un problema de ansiedad o relacionado con el estado de ánimo, y tal vez logró avances significativos durante el verano, podrías estar anticipando un regreso más fácil a la escuela. Pero es bueno que los padres moderen sus expectativas. Con mucha frecuencia pensamos que nuestros hijos adquirieron un montón de habilidades nuevas, por lo que los días uno, dos y tres deberían ser días espectaculares. Y si no es así, algo anda mal. Pero no es así como funciona. Tenemos que dejar que los niños se acomoden poco a poco, y permitir que tengan altibajos. Si puedes aceptar esto, tus hijos tendrán más confianza y podrán aceptar los contratiempos.
Ayudar a los niños a manejar sus compromisos
La parte complicada de volver a la escuela es que la primera o la segunda semana suelen ser semanas bastante emocionantes pero lentas en términos de trabajo, por lo que es fácil quedar atrapado en una falsa sensación de: “Oh, esto es fácil y puedo asumir esta y aquella actividad extracurricular”. Luego, llega octubre y los niños podrían pensar: “Tengo demasiado trabajo, ¿de dónde voy a sacar tiempo para todo?”. Por lo tanto, es buena idea esperar hasta mediados de octubre para iniciar nuevas actividades, y tener así suficiente tiempo para adaptarse.
El hecho es que en estos días los niños tienden a estar muy involucrados en clubes, deportes o actividades estudiantiles, y cuando llegan a casa están exhaustos. Tal vez para cuando empiecen a hacer la tarea sean las 9 de la noche: sólo dos horas antes de acostarse. He trabajado con muchos niños que se sienten abrumados por sus actividades y luego se retrasan cada vez más en su trabajo, lo que los deprime y los hace propensos a postergar las cosas. Simplemente se vuelve demasiado que manejar para ellos. Es importante que los padres moderen sus expectativas con sus hijos, para que ellos puedan practicar el equilibrio en sus propias vidas. También puede ser de gran ayuda modelar esto aplicándolo a tu propia vida. Por ejemplo, le podrías contar a tus hijos que recibiste una invitación para unirte a un comité de recaudación de fondos, pero que no aceptaste porque te diste cuenta de que estarías demasiado comprometido. Practicar lo que predicas y dejar que tus hijos lo vean puede valer más que mil recordatorios firmes.
No ignorar los problemas
Quiero recalcar este punto una vez más: muchas escuelas son fantásticas, con maestros y administradores talentosos y solidarios. Pero no puedes esperar que la escuela tenga la misma perspectiva que tú tienes de tus hijos, ni que automáticamente tengan tus mismas preocupaciones y conocimientos sobre ellos. A veces, el punto de vista de la escuela es: “No vamos a hacer nada hasta que veamos un motivo para hacerlo”. Por eso los padres tienen que ser más proactivos en la escuela. Tienes que convertirte en el defensor de tus hijos, y si ves que están teniendo dificultades, o te preocupa que les esté costando algo, es mejor decirlo más temprano que tarde.