Una buena relación con el profesional de salud mental que trata a su hijo es clave para obtener buenos resultados.
Clinical Expert: Jerry Bubrick, PhD
in EnglishLa terapia de un niño funciona mejor cuando los padres colaboran con el terapeuta. Para esto, es necesario comenzar por darle al terapeuta toda la información que sea posible sobre su hijo. ¿Por qué están buscando ayuda? ¿Cuándo empezaron los problemas? ¿Hubo algún cambio importante en la vida de su hijo? ¿Qué objetivos espera usted que alcance su hijo?
También es bueno que las cuestiones básicas queden claras desde el principio. Algunas preguntas a plantear al terapeuta de su hijo incluyen cómo se realizará el pago, qué tan pronto se reportará después de una llamada suya y qué tipo de cosas quiere saber el terapeuta antes de la siguiente cita. También puede que usted quiera saber en cuánto tiempo se podrán ver avances.
Los terapeutas necesitan más información de la que pueden obtener en una sesión semanal en su consultorio. Por eso, es útil que los padres observen el comportamiento de su hijo e informen al terapeuta. Y es probable que les pidan que ayuden a su hijo a practicar en casa las habilidades que está aprendiendo en la terapia.
Puede que el terapeuta de su hijo sea un experto, pero usted es el experto con respecto a su hijo. No tenga miedo de hablar. Y no tema pedir ayuda si no sabe cómo manejar algo.
También está bien decirle al terapeuta si no está de acuerdo con algo que pueda haber haya dicho. Usted podría decir algo como: “¿Me puede explicar por qué piensa eso? Yo tengo una opinión diferente”. Por último, si cree que las cosas con este terapeuta no van como usted esperaba, está bien pedir una segunda opinión.
Usted tomó la decisión de buscar ayuda para su hijo y eligió a un psiquiatra, un psicólogo u otro profesional de la salud mental. Lo siguiente en su lista de pendientes es averiguar qué puede esperar del terapeuta y qué se espera de usted. Aquí lo guiaremos acerca de cómo formar una relación de trabajo sólida, establecer expectativas apropiadas y entender su papel para ayudar a su hijo a progresar. También le daremos consejos sobre cómo superar los obstáculos para recibir una buena atención médica.
“Las mejores relaciones comienzan con la transparencia”, dice la Dra. Wendy Nash, psiquiatra de niños y adolescentes del Child Mind Institute. Ella sugiere ir a su primera reunión preparado para hablar no solo sobre los problemas de su hijo, sino también sobre sus antecedentes, cómo era antes de que usted se preocupara, los factores estresantes o eventos claves que pueden haber desencadenado un cambio y cuáles son sus prioridades en cuanto al tratamiento.
“Es útil si puede explicar lo que ya intentó, lo que funcionó y lo que no, dice la Dra. Nash. “Mientras más contexto brinde, mejor”. La información que pudiera brindar la escuela también puede ser valiosa, y el terapeuta puede guiarlo respecto a cuáles son las maneras de solicitarla sin revelar por qué es necesaria.
Otro buen paso es arreglar la logística por adelantado. Los malentendidos se pueden evitar si hay claridad sobre asuntos como qué cosas deberá pagar (o no), la rapidez con la que el terapeuta se reportará a sus llamadas y el tipo de incidentes que merecen una llamada de aviso antes de la cita.
Los padres preocupados quieren saber cuánto tiempo llevará el tratamiento y qué tan pronto comenzarán a ver avances. Conocer los factores que afectan los resultados puede ayudarlo a formar expectativas realistas y mantener la frustración bajo control.
Algunos tipos de terapia de conversación no tienen un tiempo límite determinado, pero otros, como la terapia cognitivo-conductual, que utiliza técnicas de desarrollo de habilidades que han sido rigurosamente probadas, han demostrado resultados en un período de tiempo específico. Eso no significa que todos los niños progresen al mismo ritmo, señala Jerry Bubrick, psicólogo infantil y de adolescente del Child Mind Institute, pero le brinda un marco de referencia, y es apropiado que los padres pregunten cuál es el marco de tiempo estimado. También es apropiado preguntar sobre objetivos específicos para el tratamiento y cómo se va a medir el éxito.
La rapidez con la que su hijo progrese dependerá de la complejidad de sus desafíos y de cuánto tiempo haya tenido el problema para poder arraigarse. Un niño que está muy ansioso, por ejemplo, puede tener dificultades para participar en la terapia y necesitar medicamentos para llegar al punto en que pueda beneficiarse. Un adolescente deprimido puede resistirse al tratamiento y necesitar ayuda para ver cómo podría beneficiarse de él. “Una mudanza familiar, un divorcio o un incidente traumático pueden retrasar mucho las cosas”, señala el Dr. Bubrick. Las citas perdidas y los conflictos entre padres por la necesidad de terapia también pueden afectar el tratamiento. Una influencia abrumadoramente positiva es contar con una familia solidaria e involucrada.
Incluso el mejor terapeuta del mundo solo obtiene una muestra breve del comportamiento y el estado de ánimo de un niño en 45 minutos a la semana. Para completar la imagen, los médicos generalmente reservan tiempo para visitas regulares con los padres. ¿Cómo se traducen las habilidades de manejo de la ansiedad de la terapia al patio de recreo? ¿Cómo está respondiendo su hijo al medicamento? ¿Ve signos de empeoramiento de la depresión de su hijo? ¿Hubo una crisis importante que su hijo no haya mencionado en la terapia? La retroalimentación de los padres brinda al terapeuta una imagen más rica y precisa de las necesidades de su hijo.
“Si los padres se sientan o no en las sesiones depende de la edad del niño y de la naturaleza del tratamiento, explica el Dr. Bubrick. “Pero los padres siguen siendo los entrenadores, los que manejan el tratamiento en el hogar”. La moraleja: para que su hijo aproveche al máximo el tratamiento, usted deberá monitorearlo de cerca, saber qué habilidades se están trabajando y cómo, para que puedan ser reforzadas fuera del consultorio, en la vida cotidiana.
Cuando una reunión de cinco minutos o una llamada telefónica con el terapeuta no son suficientes, pregunte sobre material de lectura relacionado, recursos en línea y grupos de apoyo para padres. También puede solicitar una reunión completa sin que el niño esté presente. Estas sesiones “bilaterales” pueden estar cubiertas por el seguro, lo que le permite analizar los problemas y el cuidado que recibe en mayor profundidad.
Aunque los padres y los terapeutas tienen el objetivo común de ayudar a su hijo a mejorar, cada uno lo ve desde una perspectiva diferente. La comunicación efectiva depende de muchas variables, incluyendo su propio nivel de estrés, qué tan receptivo es el terapeuta a la retroalimentación de los padres, qué tan bien usted articula sus preocupaciones y los factores personales que intervienen en cualquier tipo de relación. Estas son cinco estrategias probadas por los padres para ayudarlo a superar los desafíos.
Cualquier relación tiene sus momentos difíciles, y a veces las personas dicen cosas que son desconsideradas o hirientes. Cuando esto sucede con un terapeuta, los padres pueden sentirse culpables, que no están siendo escuchados o enojados. “La pregunta clave es si lo que se dijo indica que hay un problema con la relación, o si esto es simplemente un obstáculo de comunicación a superar”, aconseja la Dra. Nash. Ella sugiere una reunión cara a cara para discutir el tema directamente. “Puede preguntar: ‘Cuando usted dijo ___ yo escuché ____’. ¿Es eso lo que quería decir?”.
El Dr. Bubrick está de acuerdo. “Está bien decir: ‘Me sentí ignorado cuando dijo ___’. O: ‘No me gustó la forma en que respondió cuando ___’. Abordar el problema directamente es la forma más rápida de avanzar”.
Si después de intentar resolver el problema decide que no está satisfecho con el proveedor o con el progreso de su hijo, está bien buscar una segunda opinión acerca del tratamiento. En general, es mucho más fácil en la relación actual si le informa al terapeuta de su hijo que está explorando otras opciones.
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